La bomba atómica de Nagasaki y Unzen

A las 11:02 de la mañana del 9 de Agosto del año 1945, se lanzó sobre Nagasaki la segunda bomba atómica, conocida como Fat Man, aún más poderosa que la de Hiroshima. El blanco inicial del avión americano era otro, pero el mal tiempo provocó el cambio de planes. La mayor parte de la ciudad fue destruida. Fallecieron 75.000 personas casi al instante, y otros tantos después por la heridas y enfermedades ocasionadas. La mayor parte de ellos eran civiles. Sólo la geografía del terreno donde se asentaba la ciudad, entre montañas, protegió a Nagasaki y sus habitantes de un daño aún mayor. Japón se rindió seis días después.

"En la guerra nadie gana, todos pierden"

Estatua de la Paz. Parque de la Paz. Nagasaki
Estatua de la Paz. Parque de la Paz. Nagasaki. Enero 2016

Nagasaki fue fundada a mediados del siglo XVI por navegantes y mercaderes portugueses. Con ellos también llegaron los jesuitas y el cristianismo, que sería perseguido duramente en años posteriores. Actualmente, es una ciudad portuaria con una gran industria naval, y un ejemplo de paz.

Nada más queda por decir que no se sepa sobre aquel fatídico día. Recientemente, debido a la visita del presidente Obama a la ciudad de Hiroshima a final de Mayo de este año 2016, se produjo un debate sobre si fue realmente necesario lanzar esas bombas para evitar más muertes en la guerra, como defienden algunos historiadores, o, por el contrario, se debió evitar dada la inminente rendición de Japón, como defienden otros. En cualquier caso, también sirvió para reabrir viejas heridas con otros países asiáticos, con China y Corea de Sur a la cabeza, que sufrieron el envite de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, y que no desean que se les vea como víctimas.

Nuestra visita a Nagasaki desde Fukuoka era principalmente histórica. Varios viajeros me habían hablado que consideraban mucho mejor el Museo de la Bomba Atómica de esta ciudad, que el correspondiente de Hiroshima, y tenía muchas ganas de verlo.

El viaje, a priori corto, de unos 160 kilómetros de distancia, y menos de dos horas de trayecto, se convirtió en uno de más de cuatro horas al evitar las autopistas de peaje. Y es que en Japón, al menos en la isla de Kyushu, si no quieres gastar mucho dinero en las autopistas de pago, la distancia recorrida media es de unos 60 kilómetros cada dos horas... horrible, al menos para mí, que estoy acostumbrado a correr más en España. La razón es porque son las carreteras que pasan por todas las ciudades, con muchos semáforos y tráfico. Es por ello que los coches en Japón no necesitan un gran motor, y muchos apuestan por comprar los pequeños, con menos consumo y menos gastos en impuestos. Otros modelos que están muy extendido son los híbridos, y los eléctricos también empiezan a ganar cuota.

Ya comenté en otra entrada que el espacio es oro en Japón, por lo que construyeron las autopistas de peaje sobre las carreteras locales, incluso en dos plantas, como en el centro de la ciudad de Fukuoka. Suelen tener dos carriles por sentido y nada de arcén. La velocidad máxima está normalmente limitada a 80 kilómetros por hora, aunque la mayoría de los vehículos van más rápido.

Autopista de dos plantas. Fukuoka. Enero 2016

Nagasaki y la bomba atómica


Cuando llegamos por fin a Nagasaki, fuimos directamente al Parque de la Paz, construido en el año 1955, cerca del punto que marca el hipocentro de la explosión. Allí se levanta la famosa estatua de la paz, de diez metros de altura, y la bóveda de mármol negro donde están grabados los nombres de las víctimas. Junto al hipocentro, se encuentra parte del muro original de la catedral de Urakami, y una estatua en homenaje a las madres que portaron a sus hijos sin vida.

Parque de la Paz. Nagasaki. Enero 2016

Estatua a las madres y sus hijos. Parque de la Paz. Nagasaki. Enero 2016

Entramos entonces en el Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki por 200 yenes cada uno. Se abrió en Abril del año 1996 como parte del cincuenta aniversario desde la caída de la bomba atómica. Allí se exhiben numerosos artefactos relacionados con lo ocurrido, y numerosas fotografías que muestran la devastación causada aquel trágico día, los daños físicos y psicológicos sufridos por las personas, las fallecidas y los que lograron sobrevivir, la historia sobre el desarrollo de las armas nucleares, y los deseos de paz de los habitantes de Nagasaki y del resto de Japón.   

No pensábamos que nos entretendríamos tanto en el museo, pero las horas se pasaron sin darnos cuenta, entretenidos leyendo las explicaciones y la historia, observando las fotografías, los objetos y las ropas. La tristeza es bien palpable allí dentro. Hay errores que no deben volver a cometerse en la historia, y esa es la única razón para no olvidarlos, no por el hecho de guardar odio, rencor y ansias de venganza. Tuvieron razón las jóvenes argentinas que me encontré en el hostal de Tokio, cuando me comentaron que éste museo era mucho mejor que el de Hiroshima.

La visita histórica la completamos desplazándonos a la catedral católica de Santa María, más conocida como la catedral Urakami. Su construcción se inició en el año 1875, cuando se levantó la prohibición a la religión cristiana y dejó de perseguirse. Y es que en el pasado, el cristianismo se prohibió por completo en Japón en el año 1614, y los creyentes sufrieron una campaña de persecución y muerte sin piedad. Los más afortunados fueron expulsados del país. Se finalizó la construcción de la catedral en el año 1925, convirtiéndose en la más grande del este de Asia en aquel tiempo.

Por desgracia, tuvo la mala suerte de encontrarse a tan solo 500 metros del lugar donde explotó la bomba atómica, quedando totalmente arrasada. Se dice que 8.500 de los 12.000 cristianos que vivían en la zona perecieron aquel día. Los supervivientes alzaron una provisional de madera un año después. Posteriormente, en el año 1959, terminaron la construcción de la definitiva, de cemento. Ya comenté que en el Parque de la Paz se puede ver parte del muro original de la catedral, y otros restos se encuentran en el Museo de la Bomba Atómica.

Catedral de Urakami. Nagasaki. Enero 2016

Anochecía ya, por lo que era hora de encaminarnos hacia el monte Inasa, o Inasayama, de unos 330 metros de altura y situado dentro de la propia ciudad. Posee un mirador muy popular que proporciona vistas espectaculares de 360 grados sobre la ciudad de Nagasaki. De hecho, se la conoce como la "vista nocturna de los 10 millones de dólares", y está considerada como una de las cinco vistas nocturnas más bellas de Japón, y no nos defraudó, aunque las fotografías no le hagan justicia.

Vistas desde el monte Inasa. Nagasaki. Enero 2016

Vistas nocturnas desde el monte Inasa. Nagasaki. Enero 2016

Vistas desde el monte Inasa. Nagasaki. Enero 2016

Antes de cenar, dimos una vuelta por una de las partes más antiguas de Nagasaki, la que se levantada cerca del famoso puente Megane, o Meganebashi, sobre el río Nakashima. Construido en el año 1634, se dice que es el puente de piedra más antiguo de Japón. Es más conocido como el puente de los anteojos, ya que el reflejo de sus dos arcos en el agua crean la imagen de unas gafas.

Booking.com

El Parque Nacional Unzen-Amakusa


Nuestro plan era dormir aquella noche en el coche, por lo que en lugar de buscar algún sitio en la ciudad, nos desplazamos directamente hasta el Parque Nacional Unzen-Amakusa, a unos 35 kilómetros de distancia de Nagasaki y una hora de trayecto. Era ya noche cerrada, y no veíamos muy bien dónde estábamos, sólo que conducíamos por una carretera que subía una montaña, con algunas curvas muy cerradas. Llegamos a Unzen alrededor de las 11:30 de la noche, y encontramos un pequeño pueblo turístico lleno de hoteles con onsen, y nubes de vapor por cada rincón. Supuse que una noche de invierno, en pleno Enero, arriba de una montaña, y durmiendo en el coche, debía ser fría, por lo que le propuse a Asami volver a bajarla. Pero la verdad es que estábamos muy cansados y el lugar parecía muy tranquilo, así que decidimos probar. Encontramos un aparcamiento algo escondido cerca de lo que parecía una iglesia. Abatimos los asientos, pusimos encima el futón, y sorprendentemente, conseguimos dormir varias horas. Despertamos temprano, eso sí, con las primeras luces del alba.

La historia de Unzen cuenta que Gyoki, un famoso monje budista de la era Nara, fundó aquel lugar sagrado en el año 701, una montaña espiritual donde las mujeres no eran admitidas. Floreció tanto, que se la denominó la Koyasan del oeste.

El volcán Unzen está activo, y nos lo recuerdan las altas y densas nubes de vapor de la zona. Los jigoku, o infiernos, al igual que en Beppu, también en la isla de Kyushu, están muy presentes en el pueblo. Las aguas alcanzan en ellos temperaturas cercanas a los cien grados centígrados, por lo que los onsen o baños termales son muy populares en los alrededores de Unzen. Dos de los que puedes encontrar dentro del pueblo son el Unzen Jigoku, y el Dai-kyokan Jigoku. Los colores y el terreno de esta zona también los encontré posteriormente en el parque geotérmico Wai-o-Tapu, cerca de Rotorua, en Nueva Zelanda.

Jigoku. Unzen. Enero 2016

Jigoku. Unzen. Enero 2016

Jigoku. Unzen. Enero 2016

En Unzen también encontramos el Monumento a los Mártires Cristianos. En el pasado, algunos cristianos fueron lanzados a estas aguas hirviendo cuando se negaron a renunciar a su fe. Se dice que 33 japoneses católicos murieron de este horrible y cruel modo en la zona. Hay un crucifijo que domina la vista hacia los jigokus, y que muestra la admiración de los japoneses por aquellos cristianos que murieron allí.

Asami no es muy de trekking, y a mí me aburren los onsen muy pronto, así que cada uno tuvo que ceder algo. Empezamos ascendiendo al cercado monte Kinugasa, de 870 metros de altura, aunque dada la altitud a la que ya nos encontrábamos, la ruta no era muy exigente. Antes, aparcamos el coche al lado de una zona de camping y un lago helado, el Shirakumo-no-ike. Eso daba una idea de la temperatura de la noche anterior en el exterior. Lo mejor de llegar a la cima del monte, donde había una pequeña torre observatorio, fue, como casi siempre en estos casos, las vistas a los alrededores.

Lago Shirakumo. Unzen. Enero 2016

Desde la cima del monte Kinugasa. Unzen. Enero 2016

Y, como premio, a la vuelta, tomamos un baño en el onsen Nishi-Iriguchi, por 800 yenes cada uno. Habíamos conseguido un cupón descuento a través de internet, y disponía de baños tanto internos como externos, por lo que fue un gran acierto. Nos recompuso notablemente, no sólo de la excursión, sino de la noche anterior en el coche. Antes de irnos de Unzen, paramos en el lago más grande de la villa, el Oshidori-no-ike, para tomar algunas fotografías. 

Lago Oshidori. Unzen. Enero 2016

Unzen. Enero 2016

30 minutos fueron suficientes para desplazarnos desde allí a la costa, a Obama, un pequeño pueblo famoso por contar con baños termales frente al mar. Es decir, puedes disfrutar de las vistas hacia el mar mientras estás dentro del onzen. Asami, que era la que llevaba la idea de volver a entrar en uno de esos baños, estaba demasiado cansada, y prefirió aprovechar el poco tiempo de luz que nos quedaba para dar una vuelta por el puerto. Allí hay preparados sitios donde cocinar o calentar tu propia comida con el agua y vapor caliente. También restaurantes que preparan huevos cocidos y pescado de esa manera. Energía térmica gratis para todos. Y luego hay mesas y sillas públicas para comer allí mismo. Me gustó mucho el sistema. Vimos algunas pequeñas barcas que estaban pescando ostras, y el bonito atardecer, antes de emprender el camino de regreso hacia Fukuoka, otras casi cuatro horas de viaje.

Puerto de Obama. Enero 2016

Pescando ostras. Obama. Enero 2016

Atardecer en Obama. Enero 2016

En resumen, la historia dejó una profunda huella en Nagasaki imposible de olvidar. El Museo de la Bomba Atómica es una visita obligada en la ciudad, mucho mejor acondicionado, en todos los sentidos, que el de Hiroshima. El mirador del monte Inasa es otra visita que no puedes perderte. Y, si tienes tiempo, los baños termales de la zona de Unzen no quedan muy lejos, y junto con el paisaje, merecen otra parada.

Comparte esta aventura:

Publicar un comentario

 
Copyright © La Aventura del Dragón.