Aldea al lado de Luang Namtha. Marzo 2015. |
Durante la primera parte del trayecto en el minibus desde Huay Xai, en la frontera con Chiang Khong, en Tailandia, seguí viendo mucho humo en el ambiente. De hecho, aparecían algunas colinas arrasadas por el fuego. El autobús hizo una parada, en mitad de la nada, literalmente, para que la gente fuese al "baño". Y fue realmente curioso ver cómo todos se ponían a orinar a ambos lados de la carretera, justo al lado del autobús. Las mujeres simplemente se cubrían con la tela que llevan encima y que utilizan tanto para llevar a los niños como otro tipo de carga.
Dejamos atrás muchas aldeas, en las que las casas eran más bien como pequeñas chozas. En una de ellas, subió más gente al minibús, así que me cambiaron de sitio, más adelante, porque mis piernas no cabían detrás si ponían otro asiento abatible delante de mí.
A la llegada a la estación de Luang Namtha, me indicaron dónde estaba el cajero automático para poder sacar el dinero del billete, como ya indiqué en la entrada anterior. La estación se encuentra a unos diez kilómetros al sur de la ciudad, y el tuk tuk que se dirigía hacia allí con el resto de pasajeros me esperó hasta que acabé. Durante el trayecto por la única avenida del lugar, se veían varias aldeas más o menos juntas, conformando lo que era el antiguo Luang Namtha.
Había varias mujeres en el vehículo que escupían hacia afuera, repetidamente, algo que me sorprendía al principio pero que en el resto de días que llevo por Laos he comprobando que es bastante normal. También había tres pequeños dentro, todos con ropa vieja y rota por varias partes, muy sucia, como sus caritas y manos. Los tres parecían tristes, quizás estaban algo enfermos. Se me rompió el alma al verlos así. Saqué de la mochila todas las galletas de chocolate que me quedaban y se las dí, en un intento de sacarles una sonrisa, aunque no lo conseguí. Por supuesto, antes de hacerlo, pedí permiso a sus padres, y las aceptaron como con miedo, y sólo cuando sus padres les instaron a cogerlas. En estos momentos me acuerdo de mis sobrinas pequeñas, a las que echo un montón de menos, más después del último mes que pasé en el pueblo antes de empezar el viaje. Me doy cuenta de la suerte que tienen sólo por haber nacido en un país desarrollado. Quizás se debería enseñar a los niños a ser conscientes de este tipo de cosas, para que sepan valorar todo lo que tienen por defecto, en lugar de empezar con rabietas cuando no consigan el juguete que quieren. Igual nosotros, los mayores. Todos los problema que tienes en tu país se relativizan cuando sales fuera y ves la realidad de otras personas.
Había varias mujeres en el vehículo que escupían hacia afuera, repetidamente, algo que me sorprendía al principio pero que en el resto de días que llevo por Laos he comprobando que es bastante normal. También había tres pequeños dentro, todos con ropa vieja y rota por varias partes, muy sucia, como sus caritas y manos. Los tres parecían tristes, quizás estaban algo enfermos. Se me rompió el alma al verlos así. Saqué de la mochila todas las galletas de chocolate que me quedaban y se las dí, en un intento de sacarles una sonrisa, aunque no lo conseguí. Por supuesto, antes de hacerlo, pedí permiso a sus padres, y las aceptaron como con miedo, y sólo cuando sus padres les instaron a cogerlas. En estos momentos me acuerdo de mis sobrinas pequeñas, a las que echo un montón de menos, más después del último mes que pasé en el pueblo antes de empezar el viaje. Me doy cuenta de la suerte que tienen sólo por haber nacido en un país desarrollado. Quizás se debería enseñar a los niños a ser conscientes de este tipo de cosas, para que sepan valorar todo lo que tienen por defecto, en lugar de empezar con rabietas cuando no consigan el juguete que quieren. Igual nosotros, los mayores. Todos los problema que tienes en tu país se relativizan cuando sales fuera y ves la realidad de otras personas.
Luang Namtha
La verdad es que la ciudad no tiene mucho más, sólo guesthouses, restaurante o agencias que venden excursiones a ambos lados de la avenida. Es casi como un típico poblado americano del antiguo oeste, sin nada de interés, salvo ser el punto desde el que parten todas las excursiones al Parque Nacional de Nam Ha, ya sea para hacer trekking, rafting o kayak en el río, o conocer las distintas aldeas que puedes encontrar dentro del mismo.
Calle principal de Luang Namtha. Marzo 2015. |
Paseé por la calle principal preguntando en varias gesthouses y comprobando sus habitaciones. Finalmente me quedé con la del Thoulasith, una habitación doble con baño por 70.000 K. Después de comer algo, pregunté también por las excursiones al parque en varios sitios. Había una que me gustaba especialmente, de tres días, dos de ellos haciendo trekking por la selva, y otro más con kayak por el río, y durmiendo dos noches en las mismas aldeas, en alguna casa con la familia correspondiente. Había otras dos personas más ya apuntadas, pero no era para el día siguiente, sino dentro de dos, lo que supondría quedarme en Luang Namtha cinco noches. Otra compañía tenía una excursión de dos días, uno de trekking y otro de kayak, empezando al día siguiente, pero iría solo. Por último, encontré uno con un solo día de trekking para el día siguiente, y en el que iría con otras cinco personas. Decidí quedarme con éste último por la logística, y si me gustaba, buscar otro más.
Me fui a pasear por el río, y encontré a varios niños bañándose allí, y más tarde a adultos, que no sólo se aseaban, sino que lavaban también su ropa. Crucé el puente de bambú, hacia una aldea que, aunque pegada a la ciudad, parecía totalmente independiente de ella.
Me fui a pasear por el río, y encontré a varios niños bañándose allí, y más tarde a adultos, que no sólo se aseaban, sino que lavaban también su ropa. Crucé el puente de bambú, hacia una aldea que, aunque pegada a la ciudad, parecía totalmente independiente de ella.
Aldea al lado de Luang Namtha. Marzo 2015. |
Aldea al lado de Luang Namtha. Marzo 2015 |
Para cenar fui al mercado nocturno que tanto promocionan por allí. Pedí noodles y rollitos, pero todo estaba insípido y grasiento, no muy recomendable. La comida, en general, es de menor calidad que en Tailandia, y más cara. Había varias mujeres ataviadas con el vestido tradicional de su etnia intentando vender pulseras y otras cosas del estilo, y a veces eran un tanto insistentes. Vi a una de ellas coger la comida sobrante de una de las mesas y empezar a comerla. Y otro hecho por el que no me gustó demasiado el lugar, es que estaba atestado de perros y gatos que merodean a tu lado esperando que les caiga algo de comida. La verdad es que daban un poco de pena, especialmente los perros, que iban todos con las colas entre las piernas y las orejas agachadas.
Un día en Laos sirve para confirmar tres cosas sobre las que ya estaba advertido: una, que es más caro que Tailandia, tanto en transporte como en comida. Esto último se debe a que la mayor parte de los productos son importados desde Tailandia o Vietnam. Se acabó lo de comer por un euro. Segundo, que es más auténtico y menos turístico que dicho país. Y tres, que no llevo ni un día aquí y ya echo muchíiiiiisimo de menos los 7-eleven.
Un día en Laos sirve para confirmar tres cosas sobre las que ya estaba advertido: una, que es más caro que Tailandia, tanto en transporte como en comida. Esto último se debe a que la mayor parte de los productos son importados desde Tailandia o Vietnam. Se acabó lo de comer por un euro. Segundo, que es más auténtico y menos turístico que dicho país. Y tres, que no llevo ni un día aquí y ya echo muchíiiiiisimo de menos los 7-eleven.
El Parque Nacional Nam Ha
Al día siguiente era el día de la excursión a la jungla del Parque Nacional Nam Ha. No había un precio fijo establecido, simplemente bajaba conforme más personas había en el grupo. A mí me costó 29 $, unos 230.000 K. Pero descubrí algo con lo que creo que puedo jugar más adelante, y es que fue decirles que estoy escribiendo un blog de viaje y que voy recomendando sitios y actividades si me gustan, y darme mejor trato, y muy buen precio si hacía otro tour con ellos. Los otros cuatro que hacían el grupo eran una pareja de alemanes y otra de suizos, todos más jóvenes que yo. La excursión comenzaba con una parada en el mercado local, donde el guía compró la comida que tomaríamos después, y que estaba incluida en el precio.
Luego paramos en dos aldeas. La primera de ellas de la etnia Lanten, de la que nos contaron brevemente su historia y cómo llegaron hasta allí. Le pregunté cómo sobreviven, cómo consiguen dinero para comprar lo que necesitan. Me contestó que realmente no necesitan mucho dinero para vivir, que venden algunas cosas en el mercado; que el arroz lo cultivan ellos y la comida la cogen del bosque; parte de la ropa también se la hacen ellos mismos, y pueden ir al colegio con sus trajes tradicionales. Sólo necesitan algo de dinero para el colegio de los niños. Las gallinas, gallos y pollos, patos y pequeños cerditos negros super tiernos campaban a sus anchas por allí, algo que se repetiría en cada una de las aldeas que visité posteriormente, y no solo en esa zona.
Mercado local. Luang Namtha. Marzo 2015 |
Luego paramos en dos aldeas. La primera de ellas de la etnia Lanten, de la que nos contaron brevemente su historia y cómo llegaron hasta allí. Le pregunté cómo sobreviven, cómo consiguen dinero para comprar lo que necesitan. Me contestó que realmente no necesitan mucho dinero para vivir, que venden algunas cosas en el mercado; que el arroz lo cultivan ellos y la comida la cogen del bosque; parte de la ropa también se la hacen ellos mismos, y pueden ir al colegio con sus trajes tradicionales. Sólo necesitan algo de dinero para el colegio de los niños. Las gallinas, gallos y pollos, patos y pequeños cerditos negros super tiernos campaban a sus anchas por allí, algo que se repetiría en cada una de las aldeas que visité posteriormente, y no solo en esa zona.
Aldea Lanten. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Aldea Lanten. Luang Namtha. Marzo 2015. |
La segunda aldea era de la etnia Khmu, de la que era originario el guía, y en la que se subió otro más, éste sin saber hablar inglés pero que se conocía la jungla como la palma de su mano. Las casas de la aldea estaban en alto, es decir, con la planta baja vacía exceptuando las vigas de madera. Pensé que sería para evitar que el agua entrase en la temporada de lluvias, pero no, me dijo que era simplemente porque les gustaba vivir así.
Aldea Khmu. Luang Namtha. Marzo 2015 |
Aldea Khmu. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Al comenzar la ruta, pasamos por unos arrozales ahora secos. Nos contó que los tienen de dos tipos, los que están abajo de la montaña, con dos recogidas al año (en la temporada seca llevan el agua desde el río), y los que están arriba, que sólo consiguen una cosecha en temporada de lluvias, pero mucho mejor que la de abajo. Y empezamos propiamente el trekking por la jungla, con vegetación densa, verde y fresca por cualquier sitio. El camino a veces era resbaladizo, y nos dijeron que con lluvias es imposible hacerlo. Hay momentos en los que apenas se distinguía camino alguno, y sacaron sus machetes para cortar ramas e ir despejándolo. Esto sí es un trekking y no el de Doi Inthanon.
A veces se paraban, cogían una planta y nos la daban a probar. Una de ellas era medicinal, y ayudaba con los problemas estomacales. Otra nos dicen que tiene varios usos, la rama para hacer muebles y las hojas para el techo de las casas. Al llegar más arriba de la montaña, encontramos una "cabaña" muy básica y pequeña, y que utilizan para pasar la noche. Evita que pasen animales, a los que puedes ver desde dentro pero ellos a tí no desde fuera, pero no te cubre si comienza a llover. El guía que sabía inglés se metió dentro, y al rato, decidí entrar yo también. Luego me siguió Jonas, el suizo. Él y su novia Sarah eran muy majetes, iba hablando con ellos durante el camino, pero los alemanes, más jovencitos, a pesar de saber inglés, casi siempre se dirigían sólo a ellos en alemán. A ella no se le ocurrió mejor idea que ir a la jungla con playeras, y claro, tuvo sus consecuencias: se resbalaba constantemente, no tenía suficiente agarre para subir las pendientes (le ayudé varias veces a hacerlo) y retrasaba al grupo. En fin, sin comentarios.
Arrozales en el borde del Parque Nacional de Nam Ha. Luang Namtha. Marzo 2015. |
A veces se paraban, cogían una planta y nos la daban a probar. Una de ellas era medicinal, y ayudaba con los problemas estomacales. Otra nos dicen que tiene varios usos, la rama para hacer muebles y las hojas para el techo de las casas. Al llegar más arriba de la montaña, encontramos una "cabaña" muy básica y pequeña, y que utilizan para pasar la noche. Evita que pasen animales, a los que puedes ver desde dentro pero ellos a tí no desde fuera, pero no te cubre si comienza a llover. El guía que sabía inglés se metió dentro, y al rato, decidí entrar yo también. Luego me siguió Jonas, el suizo. Él y su novia Sarah eran muy majetes, iba hablando con ellos durante el camino, pero los alemanes, más jovencitos, a pesar de saber inglés, casi siempre se dirigían sólo a ellos en alemán. A ella no se le ocurrió mejor idea que ir a la jungla con playeras, y claro, tuvo sus consecuencias: se resbalaba constantemente, no tenía suficiente agarre para subir las pendientes (le ayudé varias veces a hacerlo) y retrasaba al grupo. En fin, sin comentarios.
Parque Nacional de Nam Ha. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Comida en el Parque Nacional de Nam Ha. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Parque Nacional de Nam Ha. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Por la noche coincidí en el restaurante con la pareja de suizos, que me invitaron a sentarme en su mesa a pesar de que ya estaban a medias con su cena. Hablamos de la diferencia de estilos de vida entre los aldeanos que visitamos ese día y los occidentales, o de que ellos también sienten que la vida se les pasa sin aprovecharla todo lo que les gustaría, sin vivirla. Son realmente dos personas majísimas, humildes, inteligentes, con los pies en el suelo. Me recomendaron ir a un pueblo pequeño al que se llega en barca desde Nong Khiaw y que es menos turístico que éste, Muang Ngoi. Me lo anoté,
Durante esa noche fui varias veces al baño, tres o cuatro, no recuerdo bien. Me asusté un poco pensando que podría ser la enfermedad del viajero, pero no era como otras veces que he tenido gastroenteritis en España. No tenía temblores, debilidad o sudor frío, y me encontraba bien. Por si acaso, decidí no ir finalmente a la selva al día siguiente, y desayunar sólo un té de menta, que me dijeron que iba bien para el estómago. Pensé que quizás la planta que nos dieron a probar en la jungla el día anterior me pudo salvar de algo más serio, quién sabe.
Al ir a desayunar conocí a otra española, Silvia, a la que le delató su acento. Su novio, Tomer, que es israelí, también estaba ese día tocado del estómago, y por eso desayunaba sola. Me dijo que su siguiente destino era el mismo que el mío, Nong Khiaw, pero no sabían si se irían al día siguiente o harían alguna excursión. La conversación me ayudó a despejar una duda que tenía sobre la ruta hacia dicho lugar. Por allí nos cruzamos un par de veces más, pero no sería hasta llegar a Nong Khiaw cuando se convertirían en mis nuevos compañeros de viaje, aunque eso lo contaré en otra entrada.
Seguía encontrándome bien, y tenía hambre, así que la comida ya la hice normal. Después alquilé una bicicleta y fui a visitar una pagoda en la misma ciudad, el That Luang Namtha, de forma similar pero menor tamaño que la que vi luego en Vientiane. En un puente cercano pude ver cómo los niños se bañaban en el río.
También fui a una cascada cercana, la Nam Dee Waterfall, a unos siete kilómetros. Al llegar, me pararon donde vendían las entradas, pero luego me dijeron que continuase sin pagar nada ni darme el ticket. La cascada estaba totalmente seca, y al salir, me volvieron a parar para cobrarme la entrada, lo que me desconcertó. Me pareció ver la cantidad de 11.000 K, pero la cifra daba igual, porque aparte de no haber agua alguna, lo que ya sería suficiente motivo para que ni siquiera estuvieran allí cobrando nada, la sensación que tuve es que me quisieron timar sin cobrarme a la entrada pero sí a la salida. Y como no soporto que me tomen por turista tonto o intenten engañarme, me fui sin pagarles absolutamente nada, por supuesto.
Quería acercarme a la estación de autobuses para saber exactamente los horarios de salida hacia Nong Khiaw (realmente es hacia Pak Mong, desde donde se toma luego una minivan o un tuk tuk). Planifiqué la ruta por caminos y carreteras para llegar hasta allí. Por el camino pasé por varias aldeas más, y al llegar me encontré las taquillas cerradas, pero un local me dijo que sólo hay un autobús diario hacia Pak Mong y salía a las nueve de la mañana. Al volver a la ciudad, me acerqué de nuevo a hablar con el responsable de la empresa de excursiones, y me dijo que no tenía nada de un único día, pero sí de dos. Y aunque al llegar a Luang Namtha era lo que buscaba, ese día sabía que ya no me apetecía hacerlo, y menos estar allí dos noches más. Decidí irme al día siguiente, pues en Camboya, Vietnam y otros países seguiré teniendo opciones de hacer trekkings similares.
Al ir a desayunar conocí a otra española, Silvia, a la que le delató su acento. Su novio, Tomer, que es israelí, también estaba ese día tocado del estómago, y por eso desayunaba sola. Me dijo que su siguiente destino era el mismo que el mío, Nong Khiaw, pero no sabían si se irían al día siguiente o harían alguna excursión. La conversación me ayudó a despejar una duda que tenía sobre la ruta hacia dicho lugar. Por allí nos cruzamos un par de veces más, pero no sería hasta llegar a Nong Khiaw cuando se convertirían en mis nuevos compañeros de viaje, aunque eso lo contaré en otra entrada.
Seguía encontrándome bien, y tenía hambre, así que la comida ya la hice normal. Después alquilé una bicicleta y fui a visitar una pagoda en la misma ciudad, el That Luang Namtha, de forma similar pero menor tamaño que la que vi luego en Vientiane. En un puente cercano pude ver cómo los niños se bañaban en el río.
That Luang Namtha. Marzo 2015 |
También fui a una cascada cercana, la Nam Dee Waterfall, a unos siete kilómetros. Al llegar, me pararon donde vendían las entradas, pero luego me dijeron que continuase sin pagar nada ni darme el ticket. La cascada estaba totalmente seca, y al salir, me volvieron a parar para cobrarme la entrada, lo que me desconcertó. Me pareció ver la cantidad de 11.000 K, pero la cifra daba igual, porque aparte de no haber agua alguna, lo que ya sería suficiente motivo para que ni siquiera estuvieran allí cobrando nada, la sensación que tuve es que me quisieron timar sin cobrarme a la entrada pero sí a la salida. Y como no soporto que me tomen por turista tonto o intenten engañarme, me fui sin pagarles absolutamente nada, por supuesto.
Niños bañándose en el río. Luang Namtha. Marzo 2015. |
Quería acercarme a la estación de autobuses para saber exactamente los horarios de salida hacia Nong Khiaw (realmente es hacia Pak Mong, desde donde se toma luego una minivan o un tuk tuk). Planifiqué la ruta por caminos y carreteras para llegar hasta allí. Por el camino pasé por varias aldeas más, y al llegar me encontré las taquillas cerradas, pero un local me dijo que sólo hay un autobús diario hacia Pak Mong y salía a las nueve de la mañana. Al volver a la ciudad, me acerqué de nuevo a hablar con el responsable de la empresa de excursiones, y me dijo que no tenía nada de un único día, pero sí de dos. Y aunque al llegar a Luang Namtha era lo que buscaba, ese día sabía que ya no me apetecía hacerlo, y menos estar allí dos noches más. Decidí irme al día siguiente, pues en Camboya, Vietnam y otros países seguiré teniendo opciones de hacer trekkings similares.
Alrededores de Luang Namtha. Marzo 2015. |
Esa noche, dos vecinas francesas llegaron al hostal a las dos de la mañana pegando gritos y carcajadas, y poniendo música alta en el móvil mientras hablaban en el pasillo-terraza. Estuve a punto de salir a decirles algo, pero al final volví a ponerme los tapones de los oídos y a dormir. De todas formas, repetir aquí que en los hoteles, hostales o similares se debe respetar a los demás huéspedes. Si quieres seguir de marcha, quédate fuera. De verdad que no entiendo qué no entienden algunas personas de la palabra respeto, a los demás me refiero, no el que luego exigen hacia ellas mismas.
Al día siguiente, me encontré con Silvia y su novio en el autobús hacia Pak Mong, a sus dos amigos finlandeses, y a otro español que también iba al mismo lugar, aunque de paso, porque quería llegar cuando antes a Muang Ngoi. Segunda persona que me lo recomendó.
En resumen, como ciudad o atractivo turístico, Luang Namtha no tiene nada. Pero el Parque Nacional de Nam Ha es impresionante, abrumador, precioso. Por supuesto que recomiendo esta parada de varios días en tu viaje por Laos. Sin duda, merece la pena.
Al día siguiente, me encontré con Silvia y su novio en el autobús hacia Pak Mong, a sus dos amigos finlandeses, y a otro español que también iba al mismo lugar, aunque de paso, porque quería llegar cuando antes a Muang Ngoi. Segunda persona que me lo recomendó.
En resumen, como ciudad o atractivo turístico, Luang Namtha no tiene nada. Pero el Parque Nacional de Nam Ha es impresionante, abrumador, precioso. Por supuesto que recomiendo esta parada de varios días en tu viaje por Laos. Sin duda, merece la pena.
Una entrada completísima. Nosotros pasaremos por el Norte de Laos en un par de meses, aunque en realidad, nuestro verdadero destino es Vietnam de Norte a Sur. Así que iré leyéndome tus entradas que me proporcionarán, seguro, una información realmente buena. A Laos, si te digo la verdad, vamos a tantear el terreno. Con Macarena, los viajes han cambiado. Pero ¡Siempre hay tiempo de volver!
ResponderEliminarPensaba que viajabas en pareja... no sé el motivo. En fin, un abrazo.
Hola! Qué alegría que te guste la entrada. En realidad, los dos tesoros del norte de Laos fueron, para mí, Nong Khiaw y especialmente Muang Ngoi, a la que sólo se puede llegar el barca desde la anterior. Las puedes ver también en el blog, aunque quiero darles una vuelta y poner más fotos. Desde Nong Khiaw hay conexiones por tierra o río a Luang Prabang.
EliminarY para Vietnam, pregúntame lo que quieras por privado o en las entradas que vayas leyendo. Yo lo hice al revés, de Sur a Norte. Las distancias son largas, y casi siempre aproveché los autobuses nocturnos para viajar, y así ahorraba hostal. No son malos, así que es recomendable. Ya te digo, si me dices los días que tienes y cómo os gusta viajar, te podré dar alguna recomendación más.
Y sí, alguna vez viajé en pareja, en Taiwan y en algún sitio de Japón. A veces con otros viajeros que conocía.
Gracias por el comentario, y ya sabes, pregunta cuanto quieras :-D Un abrazo