Nong Khiaw, un encantador, tranquilo y pequeño pueblo del interior de Laos, rodeado de montañas y dividido por el río Ou, parece el destino ideal para descansar y disfrutar de la naturaleza.
El autobús desde Luang Namtha costaba 80.000 K y tardó siete horas en llegar a Nong Khiaw. La primera parte del trayecto, hasta Udomxay, fue normal. La segunda, terrible, porque la carretera se está construyendo actualmente, por lo que el camino es de tierra y se levanta muchísimo polvo (las mochilas llegaron muy sucias por esto), está bacheado y vas botando constantemente. Además el conductor nos puso música local a todo volumen que te taladraba la cabeza, y yo me había dejado los cascos en la mochila grande. Todo muy divertido. Al menos fui hablando a ratos con Silvia y Carlos, el otro español que acababa de conocer. Al llegar a Pak Mong, debíamos tomar un minivan hacia Nong Khiaw, algo más de una hora adicional de "sufrimiento".
Al llegar, Silvia, Tomer, los dos finlandeses (Tomi y Terhi) y yo fuimos a comer algo, pues eran como las cuatro de la tarde y estábamos hambrientos. Carlos desapareció, creo que prefería ir a su aire. Después, los chicos fuimos a ver varios alojamientos mientras ellas se quedaban con las mochilas en el restaurante. Al final cogimos varias habitaciones dobles en la Nongkhiaw View Gesthouse por 50.000 K cada una, con baño propio. Claro que es temporada baja, y cogiendo tres dormitorios, pudimos bajar algo el precio hasta dicha cantidad. En realidad, Tomi y Terhi optaron por otro hostal la primera noche, pero al día siguiente se cambiaron aquí. La guesthouse es muy recomendable, y está justo a la derecha del puente de Nong Khiaw, antes de cruzarlo, al lado de donde nos dejó la minivan. Ya tenía nuevos compañeros de viaje, y nuevamente, yo era el mayor.
A primera vista, Nong Khiaw parecía un pequeño y encantador pueblo rodeado de montañas, dividido por el río Nam Ou, entorno al cual gira gran parte de su existencia. El pueblo se extiende en sus dos orillas, conectadas por un puente de cemento construido en el año 1973. Aunque hay un gran número de turistas, el lugar no parecía perder su identidad, como ocurría, por ejemplo, en Pai, Tailandia. La primera impresión no pudo ser mejor.
Nong Khiaw
Al llegar, Silvia, Tomer, los dos finlandeses (Tomi y Terhi) y yo fuimos a comer algo, pues eran como las cuatro de la tarde y estábamos hambrientos. Carlos desapareció, creo que prefería ir a su aire. Después, los chicos fuimos a ver varios alojamientos mientras ellas se quedaban con las mochilas en el restaurante. Al final cogimos varias habitaciones dobles en la Nongkhiaw View Gesthouse por 50.000 K cada una, con baño propio. Claro que es temporada baja, y cogiendo tres dormitorios, pudimos bajar algo el precio hasta dicha cantidad. En realidad, Tomi y Terhi optaron por otro hostal la primera noche, pero al día siguiente se cambiaron aquí. La guesthouse es muy recomendable, y está justo a la derecha del puente de Nong Khiaw, antes de cruzarlo, al lado de donde nos dejó la minivan. Ya tenía nuevos compañeros de viaje, y nuevamente, yo era el mayor.
Nong Khiaw. Marzo 2015 |
A primera vista, Nong Khiaw parecía un pequeño y encantador pueblo rodeado de montañas, dividido por el río Nam Ou, entorno al cual gira gran parte de su existencia. El pueblo se extiende en sus dos orillas, conectadas por un puente de cemento construido en el año 1973. Aunque hay un gran número de turistas, el lugar no parecía perder su identidad, como ocurría, por ejemplo, en Pai, Tailandia. La primera impresión no pudo ser mejor.
Nong Khiaw. Marzo 2015 |
A la mañana siguiente desperté temprano, como casi siempre, desayuné y dí una vuelta por las dos partes del pueblo, encontrando el típico mercadillo local algo más alejado. Estaba en el "verdadero" Nong Khiaw, saboreando la esencia de una pequeña aldea del interior de Laos. A este lado del río Nam Ou, los habitantes no dependen tanto del turismo que llena los hostales del otro lado del río.
El resto del grupo llegó tarde a la hora acordada, y sin desayunar, por lo que nos acabó dando la una y pico cuando emprendimos el camino hacia las cuevas Pha Tok, localizadas en un abrupto acantilado de piedra caliza en las cercanías de Nong Khiaw. Fue el lugar donde los soldados se refugiaban durante la guerra. La entrada costaba 5.000 K, y a la primera de ellas se accedía subiendo unas escaleras de madera y bambú. Para ser la primera cueva que visité en este viaje no estuvo mal, pero claro, estoy escribiendo esta parte después de haber visto las de Muang Ngoi, por lo que no puedo describirlas con mucho más entusiasmo.
A la segunda cueva nos llevaron unos chicos locales, y esta sí es chulísima. Sin ellos no habríamos ido tan lejos dentro de la misma, adentrándonos por varios recovecos y llegando a otras salas. Por supuesto, llevaba conmigo mi linterna frontal, que me vino genial en un espacio tan limitado. Al salir nos pidieron dinero, a nosotros y a una chica japonesa que se nos había unido después de la primera cueva, por lo que Tomer se molestó porque no dijeron nada inicialmente. Al final, Terhi sí les dio algo porque, a pesar de eso, fueron majos y nos enseñaron bien la cueva. A la tercera y última cueva intentamos llegar por nuestra cuenta. Se supone que está como a dos kilómetros de la segunda, pero el camino daba a lo que nos pareció una antigua trinchera, y cuando nos topamos con la segunda alambrada cerrando el paso (saltamos la primera), decidimos darnos la vuelta. La anterior cueva ya había colmado nuestras expectativas.
Mercado local de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
El resto del grupo llegó tarde a la hora acordada, y sin desayunar, por lo que nos acabó dando la una y pico cuando emprendimos el camino hacia las cuevas Pha Tok, localizadas en un abrupto acantilado de piedra caliza en las cercanías de Nong Khiaw. Fue el lugar donde los soldados se refugiaban durante la guerra. La entrada costaba 5.000 K, y a la primera de ellas se accedía subiendo unas escaleras de madera y bambú. Para ser la primera cueva que visité en este viaje no estuvo mal, pero claro, estoy escribiendo esta parte después de haber visto las de Muang Ngoi, por lo que no puedo describirlas con mucho más entusiasmo.
Entrada a la cueva Pha Tok, cerca de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
A la segunda cueva nos llevaron unos chicos locales, y esta sí es chulísima. Sin ellos no habríamos ido tan lejos dentro de la misma, adentrándonos por varios recovecos y llegando a otras salas. Por supuesto, llevaba conmigo mi linterna frontal, que me vino genial en un espacio tan limitado. Al salir nos pidieron dinero, a nosotros y a una chica japonesa que se nos había unido después de la primera cueva, por lo que Tomer se molestó porque no dijeron nada inicialmente. Al final, Terhi sí les dio algo porque, a pesar de eso, fueron majos y nos enseñaron bien la cueva. A la tercera y última cueva intentamos llegar por nuestra cuenta. Se supone que está como a dos kilómetros de la segunda, pero el camino daba a lo que nos pareció una antigua trinchera, y cuando nos topamos con la segunda alambrada cerrando el paso (saltamos la primera), decidimos darnos la vuelta. La anterior cueva ya había colmado nuestras expectativas.
En su lugar fuimos a una cascada que está en la misma dirección pero aún más alejada de Nong Khiaw, y más de lo que nos dijeron varios locales al preguntar. Por el camino pasamos por varias aldeas, y en una de ellas nos paramos a comer sandía. Como nos sobró bastante, invitamos a los niños que jugaban por allí a comerla. En esta zona todos nos saludaban con una gran sonrisa.
El grupo llevaba un ritmo demasiado lento para mí. Suelo cansarme más así que con un caminar normal, aunque reconozco que mi ritmo normal puede parecer rápido a otras personas. La cascada resultó ser muy pequeña, yo la llamaría más bien un salto. Todos en la aldea se bañaban allí, usando champú y jabón que se alejaba posteriormente con el curso del río. En algunas casas sí había como algo similar a duchas externas, y se acababan viendo unos a otros.
El grupo llevaba un ritmo demasiado lento para mí. Suelo cansarme más así que con un caminar normal, aunque reconozco que mi ritmo normal puede parecer rápido a otras personas. La cascada resultó ser muy pequeña, yo la llamaría más bien un salto. Todos en la aldea se bañaban allí, usando champú y jabón que se alejaba posteriormente con el curso del río. En algunas casas sí había como algo similar a duchas externas, y se acababan viendo unos a otros.
Niños bañándose, cerca de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
Cascada y locales bañándones, cerca de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
Paisaje cerca de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
A la vuelta, como quería llegar a tiempo para hablar con mi familia por skype, decidí adelantarme e ir más rápido. Por lo que me contaron después, debí llegar como unos cuarenta minutos antes.
A la mañana siguiente, y después de la experiencia del día anterior, decidí subir temprano al mirador de Nong Khiaw sin esperarlos para trazar un plan del día. La información a la entrada decía que se tardaba hora y media en subir. Su coste, 20.000 K, para ayudar a la comunidad, me dijeron. En mi opinión, ésta ya se beneficia del turista por medio de las guesthouses y restaurantes. Realizar actividades en la naturaleza como subir a la montaña, ver una cascada, etc. deberían ser gratuitas, porque se crea el sentimiento de que te están estafando, y eso no es bueno. Cierto es que durante el camino, en las partes más complicadas, te encuentras cuerdas, escaleras u otras ayudas, que evidentemente han colocado ellos. Es decir, la preparación de la ruta les supone un trabajo. Pero esto también se hace en España y no te cobran constantemente por ello, y se supone que lo hacen para fomentar el turismo en la localidad y alrededores. En fin, al final lo pagué a regañadientes.
A la mañana siguiente, y después de la experiencia del día anterior, decidí subir temprano al mirador de Nong Khiaw sin esperarlos para trazar un plan del día. La información a la entrada decía que se tardaba hora y media en subir. Su coste, 20.000 K, para ayudar a la comunidad, me dijeron. En mi opinión, ésta ya se beneficia del turista por medio de las guesthouses y restaurantes. Realizar actividades en la naturaleza como subir a la montaña, ver una cascada, etc. deberían ser gratuitas, porque se crea el sentimiento de que te están estafando, y eso no es bueno. Cierto es que durante el camino, en las partes más complicadas, te encuentras cuerdas, escaleras u otras ayudas, que evidentemente han colocado ellos. Es decir, la preparación de la ruta les supone un trabajo. Pero esto también se hace en España y no te cobran constantemente por ello, y se supone que lo hacen para fomentar el turismo en la localidad y alrededores. En fin, al final lo pagué a regañadientes.
Las rampas eran considerables, con escalones hechos en el propio camino. Otras veces había cuerdas entre árboles para ayudar tanto en la subida como en la bajada, que fue cuando las utilicé yo. La subida era realmente dura, y empecé a sudar como nunca a pesar de ser las 8:30 de la mañana y no hacer calor alguno. Pero pasada la primera mitad, el camino se adentraba en una zona más densa, desde el punto de vista de la vegetación, y más oscura, con hojas cubriendo el camino, lo que lo hacía más resbaladizo y peligroso. Aunque no sé si realmente funciona, por si acaso, iba dando palmas de vez en cuando para alejar a las serpientes, si las había. En esta zona, el calor era verdaderamente insoportable, y el sudor me caía a chorros, como una especie de microclima. Y continuaban las rampas de subida interminable.
Al fin, llegué a una zona más plana y clara, desde donde ya divisaba las copas de los árboles más altos, y que no me quedaban muy lejos. Alcancé la cumbre poco después, y con ella, una caseta, donde había un cartel que ponía que "todo lo que se consigue con esfuerzo, tiene su recompensa". Y no era para menos, las vistas desde allí hacia Nong Khiaw, el río y las montañas eran sencillamente espectaculares, de lo mejor que he visto en este viaje hasta ese momento. Había tardado sólo 50 minutos, quizás algo menos, no estaba seguro. Pero antes de liarme a hacer fotos, me quité la camiseta y la estrujé... no exagero cuando os digo que si no cayó más de medio litro de sudor no cayó ninguno, estaba un tanto deshidratado. Me senté a descansar un rato, comí unas galletas de chocolate y bebí agua, aunque sólo había subido con medio litro y la racioné para la bajada. Después hice las fotos pertinentes, y me quedé otro rato simplemente mirando.
Comencé la bajada, más rápida pero también más peligrosa, así que fui con cuidado. Los que me conocen saben que tengo algo de vértigo, pero también que nunca digo que no a una buena subida, aunque luego me cueste la bajada. Sé que es algo que sólo está en mi cabeza, así que intento que no me condicione. Los miedos están para superarlos. Casi llegando abajo, vi a una pareja de turistas subiendo, ella con sandalias... ¿en serio?. Hay gente realmente inconsciente que piensa que ir a la montaña y el bosque es como dar un paseo por la ciudad, y luego vienen los cortes, esguinces, picaduras y demás.
Llegué al hotel como a las 10:15, justo cuando los demás iban a desayunar algo. Definitivamente llevamos horarios y ritmos distintos. Me duché, cambié y fui donde estaban a tomar mi segundo desayuno/comida. Luego querían alquilar unas motos para dar una vuelta por las aldeas, y después de enseñarles las fotos, decidieron que querían hacer la subida. Yo descansé un rato en la habitación, volví a ponerme la ropa sucia, y me fui a hacer otra caminata por el único sitio que me quedaba, otras dos horas y media, por un camino de tierra. Me dí la vuelva cuando ya no tenía mucho sentido seguir, porque sabía que a la mañana siguiente iría por la misma dirección, aunque en barca, hacia Muang Ngoi.
Al fin, llegué a una zona más plana y clara, desde donde ya divisaba las copas de los árboles más altos, y que no me quedaban muy lejos. Alcancé la cumbre poco después, y con ella, una caseta, donde había un cartel que ponía que "todo lo que se consigue con esfuerzo, tiene su recompensa". Y no era para menos, las vistas desde allí hacia Nong Khiaw, el río y las montañas eran sencillamente espectaculares, de lo mejor que he visto en este viaje hasta ese momento. Había tardado sólo 50 minutos, quizás algo menos, no estaba seguro. Pero antes de liarme a hacer fotos, me quité la camiseta y la estrujé... no exagero cuando os digo que si no cayó más de medio litro de sudor no cayó ninguno, estaba un tanto deshidratado. Me senté a descansar un rato, comí unas galletas de chocolate y bebí agua, aunque sólo había subido con medio litro y la racioné para la bajada. Después hice las fotos pertinentes, y me quedé otro rato simplemente mirando.
Mirador de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
Mirador de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
Comencé la bajada, más rápida pero también más peligrosa, así que fui con cuidado. Los que me conocen saben que tengo algo de vértigo, pero también que nunca digo que no a una buena subida, aunque luego me cueste la bajada. Sé que es algo que sólo está en mi cabeza, así que intento que no me condicione. Los miedos están para superarlos. Casi llegando abajo, vi a una pareja de turistas subiendo, ella con sandalias... ¿en serio?. Hay gente realmente inconsciente que piensa que ir a la montaña y el bosque es como dar un paseo por la ciudad, y luego vienen los cortes, esguinces, picaduras y demás.
Llegué al hotel como a las 10:15, justo cuando los demás iban a desayunar algo. Definitivamente llevamos horarios y ritmos distintos. Me duché, cambié y fui donde estaban a tomar mi segundo desayuno/comida. Luego querían alquilar unas motos para dar una vuelta por las aldeas, y después de enseñarles las fotos, decidieron que querían hacer la subida. Yo descansé un rato en la habitación, volví a ponerme la ropa sucia, y me fui a hacer otra caminata por el único sitio que me quedaba, otras dos horas y media, por un camino de tierra. Me dí la vuelva cuando ya no tenía mucho sentido seguir, porque sabía que a la mañana siguiente iría por la misma dirección, aunque en barca, hacia Muang Ngoi.
Alrededores de Kong Khiaw. Marzo 2015 |
Alrededores de Kong Khiaw. Marzo 2015 |
Llegué muy cansado y con muchísima sed. Fui directo al restaurante, y pedí una ensalada de frutas y una cerveza, algo extraño en mí, porque no soy nada cervecero, pero me apetecía. Pedí la pequeña y me trajeron la grande, no sé qué parte de "small" no entendieron. La botella era un bicharraco, y unido a que estaba nuevamente medio deshidratado, pues ya tienes el pedal del tres. Me quedé allí sentado por un rato leyendo el periódico a través del móvil hasta que se me pasó.
Me duché nuevamente y algo extraño sucedió casi sin darme cuenta. Puse música en el móvil y empecé a cantar. Esto sólo lo haces cuando estás cómodo y tranquilo en el sitio, al menos yo, que no lo hago en cualquier hotel al que voy. Supongo que aún me quedaba algo de borrachera, pero me di cuenta de que, cada día que pasa, estoy más convencido de que la decisión que tomé fue la acertada.
Al rato, Silvia apareció con un hombre que quería practicar inglés. Había sido monje, y allí lo estudió, pero cuando "dejó los hábitos", sólo podía estudiar los libros que tenía, sin poder practicar la conversación con nadie. Tomer, que también estaba en el hotel porque él no quiso hacer la subida, y yo, estuvimos hablando un rato él. En un momento dado me preguntó si tenía novia, y al decirle que no, me preguntó el porqué si era guapo, que él no tenía porque no lo era. No pude aguantarme la risa, fue muy divertido. Al irse a su pueblo dijo que escribiría a Silvia, que le había dado su correo, para seguir practicando inglés. Era buena gente.
A la mañana siguiente, y después de desayunar, aproveché para escribir un rato. Un par de horas después, para mi segundo desayuno (empiezo a sentirme un hobbit) devoré un banana pancake realmente delicioso, en el restaurante que hay justo al lado de la oficina donde se compran los billetes para los botes, bien para Muang Ngoi, bien para Luang Prabang. Aproveché la ocasión para comprar el mío, dado que Tomer ya me había apuntado en la lista de pasajeros, como al resto.
Embarcadero de Nong Khiaw. Marzo 2015 |
En resumen, Nong Khiaw es un pequeño pueblo del interior de Laos rodeado de una bellísima naturaleza, que invita a quedarse varios días y perder la noción del tiempo en sus tranquilas calles. De hecho, no me habría importado quedarme allí algún día más, pero quería conocer ese pueblo, aún más pequeño y aislado, del que todo el mundo me hablaba bien, Muang Ngoi. Sin duda, ambos son una parada más que recomendable, y para mí imprescindible, en un viaje por Laos.
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