La colonial Melaka, mi primera parada en Malasia

La ciudad de Melaka se fundó en el año 1403 y es Patrimonio de la Humanidad. Su historia, fruto de su colonización portuguesa, holandesa y, finalmente, británica, se refleja es sus antiguos edificios, su exquisita cocina y su cultura. Fue un puerto de vital importancia para el comercio dada su estratégica localización en la costa oeste de la península de Malasia. Eso atrajo a comerciantes de todo el mundo, incluyendo indios, chinos y europeos. En su punto álgido, se hablaban 84 lenguas y dialectos en la ciudad, con 2.000 barcos anclados en su puerto.

Fuente de la reina Victoria y plaza holandesa. Melaka. Septiembre 2015


La ocupación del autobús procedente de Johor Bahru, en la frontera con Singapur, no llegaba ni a la mitad, por lo que tuve el tercio final del vehículo para mí solo. Me cambié de sitio y fui tranquilamente escribiendo notas para el blog. Además el firme de la autopista estaba en un estado impecable, y había tres carriles por sentido la mayor parte del trayecto.


Melaka


Al llegar a la estación de autobuses de Melaka, pregunté al conductor cómo ir hasta mi hostal, o al menos, hasta el centro histórico de la ciudad. Me aconsejó tomar un autobús local y pedirle al conductor que me avisase en la parada más cercana. Detrás de mí venía otra mochilera preguntando lo mismo, así que mientras esperábamos al autobús, comenzamos a charlar. Era de Filipinas, llevaba viajando cinco meses, y había dejado su trabajo en Estados Unidos.

El conductor del nuevo autobús no quiso ni mirar el mapa que le enseñaba desde el teléfono móvil con el nombre de la calle de mi hostal. Quizás fuese analfabeto. El caso es que me dijo que pararía en el centro de Melaka, y que el trayecto eran 2 ringgits malayos (el cambio era de aproximadamente 4,8 ringgits por cada euro). Y así lo hizo, a pesar de que luego comprobé que había pasado por la calle de mi hostal. Al bajarnos, la chica y yo, de la que no recuerdo su nombre, preguntamos a varias personas dónde estábamos para situarnos en el mapa, y después nos separamos para ir a nuestros respectivos destinos.

No encontré mi hostal cuando llegué a la dirección marcada. Recorrí la calle un par de veces, mirando a ambos lados de la misma, y nada. Pregunté en un par de locales, pero nadie lo conocía. Entre tanto, por allí paseaban un par de señoritas de compañía. Intenté ir por detrás de la calle, por si google maps lo había situado erróneamente, y cuando estaba mirando el mapa, un hombre y una mujer se me acercaron preguntando si necesitaba algo. Les comenté el problema, y no dudaron en llamar al teléfono del hostal desde el suyo, pero no obtuvieron respuesta. Así que me dijeron que me subiera al coche que me llevarían hasta allí, que darían una vuelta despacio y preguntarían por allí. Eran musulmanes, y me dijeron que creían en que si ayudaban a otras personas, Dios (no dijeron Alá, o Allah) les ayudaría a ellos. Tenían una mente muy abierta, pues habían estudiado en colegios británicos, ya que su abuelo formó parte del ejército de dicho país en Malasia. También tenían antepasados chinos, por lo que tenían una amplia mezcla cultural. Entre tanto, también me ofrecieron unas galletas típicas para comer, lo que me vino genial, porque era tarde y tenía hambre.

En la primera vuelta con el coche, tampoco ellos lo vieron, y me llevaron por el centro, chinatown, enseñándome otras buenas y económicas opciones para alojarme por allí. No obstante, les dije que la reserva la hice a través de una página web, y que si no aparecía, igual me descontarían el precio de mi tarjeta, así que volvimos hasta la calle de mi hostal. El hombre, Jeff, se bajó para preguntar al dueño de un local, y éste le dijo que estaba más adelante. Por fin encontramos la entrada del hostal, una puerta muy pequeña y casi camuflada en el muro. Él subió conmigo, y nos abrió una chica, también cliente, puesto que el recepcionista ya se había ido. Eran alrededor de las nueve y media de la noche. Jeff comprobó la habitación (trabajaba en un hotel alejado del centro), y no la vio mal. Antes de despedirse, me dio su teléfono por si necesitaba cualquier cosa. Como tantas otras veces, el universo me brindó su ayuda justo cuando la necesitaba, regalándome el encuentro con dos personas extraordinarias.


Booking.com


La chica que nos abrió, Xuxu, era de China, y me explicó lo correspondiente de la habitación. No se acordó de la password de la conexión wifi, y me dejó su tarjeta-llave de la puerta de entrada del hostal para que pudiese salir a cenar. Al volver, el recepcionista había vuelto, un chaval joven que se disculpó por lo anterior. El hostal era nuevo, sólo llevaba abierto tres semanas, y eso se notaba en el dormitorio, donde todo estaba impecable, y la cama, un colchón en el suelo al estilo japonés, resultó muy cómoda. Se llamaba Olive Flashpackers, y el precio de la noche fue de 22 ringgits en una habitación para dieciséis personas.

No obstante, ya había decidido cambiar de alojamiento a la mañana siguiente, a un lugar más céntrico. También porque el recepcionista desaparecía sin poder contactar con él. De hecho, tanto Xuxu primero, como yo después, dejamos el hostal sin verlo. Tampoco disponía de información sobre la ciudad, ni mapas para explicarme dónde se encontraban los puntos turísticos.

A la mañana siguiente, me dirigí a desayunar en el Discovery Café and Guesthouse, el restaurante donde cené la noche anterior, y que también disponía de dormitorios compartidos por 18 ringgits con desayuno incluido. Después de enseñarme la habitación de cuatro camas con aire acondicionado, decidí quedarme. Estaban de obras en la planta inferior, pero supuse que eso no afectaría para la noche. Me invitaron a desayunar a pesar de que esa mañana no me correspondía. También me proporcionaron un mapa de Melaka, explicándome lo más relevante para visitar.

El centro histórico estaba a solo unos metros andando, empezando por la iglesia St. Francis Xavier. En frente se encuentra el Stadthuys, con sus muros color rojo salmón, sus pesadas puertas de madera y sus bisagras de hierro forjado. Es considerado el edificio holandés más antiguo en el Este. Fue construido en el año 1645 como hogar para los gobernadores y oficiales holandeses. Actualmente lo ocupan varios museos. Una iglesia holandesa se construyó contigua en el año 1753, frente a la plaza de la fuente de la reina Victoria, y el molino holandés.

Iglesia St. Francis Xavier. Melaka. Septiembre 2015

Stadthuys. Melaka. Septiembre 2015

Iglesia holandesa. Melaka. Septiembre 2015

Molino holandés. Melaka. Septiembre 2015

Desde allí caminé hasta la iglesia de St. Paul, en lo alto de una colina, y la Puerta de Santiago, bajando de ella, al otro lado Ésta formaba parte de la fortificación que construyeron los portugueses, conocida como A´Famosa, en el año 1511, y que fue seriamente dañada durante la invasión holandesa. En aquella zona estaban también el Palacio Sultanato de Melaka, una reconstrucción del original, construido en el siglo XV, y el Memorial de la Proclamación de la Independencia.

Iglesia de St. Paul. Melaka. Septiembre 2015

Gatito en la Iglesia de St. Paul. Melaka. Septiembre 2015

Grupo escolar en la Puerta de Santiago. Melaka. Septiembre 2015

Lo bueno del centro de Melaka, es que todo está cerca. Allí se encontraba también la torre Taming Sari, una giro-torre de 110 metros de altura. Y a escasos metros, el museo marítimo, casa de la Flor de la Mar, réplica de un velero portugués hundido en la costa de Melaka. En el interior del museo hay modelos de barcos, mapas auténticos... Por último, caminé hasta la rueda de agua, réplica de la original, construida durante el sultanato, de trece metros de altura.

Torre Taming Sari. Melaka. Septiembre 2015

Velero Flor de la Mar. Melaka. Septiembre 2015

Rueda de agua. Melaka. Septiembre 2015

Así entré ya en chinatown por la famosa calle Jonker. Fui buscando donde comer, así que me separé de la calle principal, y por una paralela, llegué al final sin encontrar nada convincente. Me había cruzado con un museo muy recomendado en las guías, el Museo Baba y Nyonya, pero no me atraía especialmente. Se trataba de un edificio barroco del siglo XIX típico de las familias adineradas chinas, y que fue el hogar de tres generaciones de la familia que le dan su nombre.

Al final, en el extremo opuesto de la calle Jonker, entré en un local chino donde vi a otras personas, también a un par de occidentales. Y no me equivoqué. Como siempre en esas ocasiones, bueno y barato. En aquella calle había multitud de tiendas de recuerdos y otros productos, y también varias galerías de arte. Es famosa entre los coleccionistas de antigüedades y cazadores de gangas.

Transcurso del río por el centro histórico. Melaka. Septiembre 2015

Grafitis cerca de la calle Jonker. Melaka. Septiembre 2015

Calle Jonker. Melaka. Septiembre 2015

A una de las calles paralelas la llaman la calle de la armonía, por contener numerosos templos. Entre ellos, el templo hindú Sri Poyyatha Vinayagar Moorthi. Cuando entré en el mismo, estaban en pleno ritual, y me acerqué a verlo un rato, guardando distancia para no resultar irrespetuoso, y sin hacer una sola fotografía. Era algo raro, y que nunca había visto antes. Echaban leche por encima de una estatua que parecía una vaca, y luego la limpiaban con agua, y finalmente le pasaban por delante de la cabeza una vela. Y lo repetían varias veces sin parar de recitar algo.

También visité el templo budista Cheng Hoon Teng, el más antiguo de Malasia, y la mezquita Kampung Kling, que aún mantiene su diseño original. La estructura original se construyó en madera en el año 1748, y se reconstruyó con ladrillo en el año 1872. No obstante, ninguno de ellos me pareció bonito.

Volví al hostal, pero dando un rodeo que me acabó llevando hasta la iglesia de St. Peter, construída en el año 1710, y cuyo interior no pude ver hasta el día siguiente porque ya estaba cerrada. Después de descansar un rato, volví a la calle Jonker para cenar, pero prácticamente todos los locales de la calle habían cerrado, exceptuando algún que otro restaurante más caro, a pesar de ser sólo las siete de la tarde.

Iglesia de St. Peter. Melaka. Septiembre 2015

Volví al hostal, me duché y me senté en la sala común, algo destartalada, para escribir notas en el blog. Y, de repente, la tablet no estaba en mi mochila. ¡Me la han robado!, pensé en el primer segundo. Pero luego comprendí que eso era imposible, pues la mochila estuvo siempre conmigo. Hice un repaso yendo hacia atrás en el tiempo y me di cuenta de que la había olvidado en el anterior hostal por la mañana. Cargué su batería durante la noche, apoyada en un mueble oscuro, y, en mitad de la noche, cambié el cable al teléfono también para recargar su batería. Al recoger todo sin encender la luz general de la habitación por haber otras personas durmiendo, y camuflada con el mueble, la olvidé. Me puse las zapatillas y fui corriendo hacia allí, pues ya eran cerca de las nueve y media de la noche y temía no poder localizar al recepcionista. Pero allí estaba, y había guardado la tablet. Otra vez, qué gente más maja encuentras por Asia.

Aproveché para decirle que posiblemente volviese al día siguiente. La razón era porque la calle del nuevo hostal era más céntrica, sí, pero también más ruidosa. Segundo porque, debido a las obras, supongo, tanto la sala común como los baños no estaban en su mejor momento. Y por último, y como temí, el hombre viejo y algo obeso, con muchas medicinas en su mesita, con el que compartí la habitación, roncaba de lo lindo, y ni cambiando mis tapones para los oídos por unos nuevos, que siempre ejercen más presión, conseguí eliminar por completo su ruido. Increíble. No sé hasta qué punto es adecuado que un hombre tan mayor y con ese problema duerma en un dormitorio común con más gente, a sabiendas de que no dejará descansar al resto. Quizás sea una postura egoísta por su parte, o quizás la sea por la mía, no estoy seguro.

Después de desayunar, hice el check-out, dejé la mochila grande allí y volví al primer hostal. Le quedaban camas libres, pero el precio había subido ligeramente por ser fin de semana. No obstante, al reservarlo a través de la aplicación de Ágoda ahorré más de 2 ringgits.

Desde allí caminé hasta algunos puntos alejados del centro de Melaka que quería visitar, pasando por algunas calles con grandes hoteles y centros comerciales, con un estilo más occidental. Mi primer destino fue el fuerte St. John, construido por los holandeses en una colina en el año 1760 para prevenir ataques que llegasen desde el sur. El segundo fue Bukit Cina, que no sabía lo que era pero había leído en un blog que era interesante de ver, y resultó ser un cementerio. Desde allí, después de ver el interior de la iglesia de St. Peter, volví hasta la misma cafetería donde descansé el día anterior, en chinatown. Tenía un ambiente muy relajado, con buena música de fondo y el dueño era muy simpático. Se llama Ola Lavanderia Cafe, y está en una calle paralela a Jonker, cerca del río. Muy recomendable.

Recogí la maleta en el Discovery Cafe, y fui hacia el otro hostal, antes de volver a salir a ver el mercado nocturno de la calle Jonker, muy concurrido. Este mercado sólo se encuentra los fines de semana, y al final de la calle hay un karaoke al aire libre con participación abierta. Afortunadamente mi alojamiento no estaba cerca de chinatown, porque el ruido era considerable. Descansé tranquilamente en el hostal antes de acostarme, y comprobé que había roto el teclado externo de la tablet durante la tarde, por lo que no pude avanzar con las notas del blog, únicamente seleccionando fotografías.

Mercadillo nocturno en la calle Jonker. Melaka. Septiembre 2015

Karaoke al final de la calle Jonker. Melaka. Septiembre 2015

Vista nocturna del río a su paso por el centro histórico. Melaka. Septiembre 2015

Típico transporte turístico. Melaka. Septiembre 2015

A la mañana siguiente hice el check-out y tomé un autobús local hasta la estación de autobuses de Melaka, donde cogí otro hacia Kuala Lumpur. Había leído sobre varias compañías, y aunque vi una de las económicas, al final elegí otra con mejor valoración y salida a las 9:30, dos minutes después de comprar el billete, por 13,40 ringgits. Nuevamente la autopista era para quitarse el sombrero, y los asientos amplios y con mucho espacio para las piernas. El trayecto, dos horas.

En resumen, el centro de Melaka es de estilo colonial, con distintas influencias, e interesante de ver. Fuera de él, no hay nada de interés en la ciudad. De hecho, las agencias de viaje de Kuala Lumpur organizan excursiones de ida y vuelta en el mismo día. Si quieres ir más tranquilo, dormir una noche allí es suficiente.


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