Hobart es
la capital de la isla de Tasmania, localidad más poblada, y su centro
cultural y financiero. Es la segunda ciudad más antigua de Australia, sólo por
detrás de Sidney, constituyéndose en sus orígenes como una colonia penal donde
trasladaban a los reos.
Vistas de Hobart desde Kunanyi. Junio 2016 |
Llegué a
las 8:20 de la mañana al aeropuerto internacional de Melbourne, tras un largo
viaje desde Fukuoka, con escalas en Taipei y Kuala Lumpur. La fila que esperaba
el control policial era larga, pero especialmente lenta. Tras pasarlo, y antes
de salir, me pidieron pasar a otra zona donde, por primera vez en mi vida, me
abrieron la mochila, sacaron todo lo que tenía, me hicieron numerosas
preguntas, y lo volvieron a meter todo. Al terminar, pregunté cuál había sido
el motivo, y me contestaron que porque mi vuelo procedía de Asia. No
me convenció demasiado, pero no dejó de ser un trámite más.
Aprovecho
esto para contar que, para este viaje de dos meses que iniciaba por Australia y Nueva
Zelanda, decidí dejar la mochila grande que había llevado durante el resto de
mi aventura, y coger en su lugar una más pequeña y ligera que no hiciera falta
facturar. Como volaba en aerolíneas de bajo coste, ahorraba unos 20 dólares en
cada trayecto. Es decir, sólo desde Fukuoka a Hobart había evitado ya unos 80
dólares. Pero eso, a cambio, me creó algunos problemas posteriormente por falta
de ropa de invierno, como os iré contando en adelante.
Por delante
tenía otras cinco horas de espera hasta la salida de mi vuelo hacia Hobart, la
capital de Tasmania. Lo había decidido así para evitar tener que volver al
aeropuerto nuevamente pasado varios días.
Y desde Melbourne, hay vuelos frecuentes y muy baratos hacia y desde
allí. Al tomar un café y algo para desayunar, en seguida me dí cuenta de los
precios de Australia, considerablemente más altos que en los países asiáticos.
Hobart, la capital de Tasmania
Aterricé en
Hobart a las 16:00, que me dio la bienvenida con un frío espantoso, y allí me
recogió Jeff en su coche. Jeff era un hombre que me había invitado a alojarme dos
noches en su casa a través de couchsurfing. Pasaba los 60 años de edad, pero tenía una mente muy abierta, y rebosaba
energía y ganas de hacer muchas cosas. De hecho, no sólo trabajaba como maestro
de matemáticas y química en un instituto de la ciudad, sino también en el
ayuntamiento, manejando un gran presupuesto para nuevas infraestructuras y
tomando decisiones importantes. Decía que era el
sheriff de la ciudad.
Vistas de los alrededores de Hobart desde el avión. Junio 2016 |
Había
reformado su casa construyendo una nueva zona, donde él vivía, energéticamente
sostenible. La otra parte es la que dejaba a sus invitados de couchsurfing,
que incluía incluso una cocina completa. El baño y la habitación, con dos camas,
estaba en el piso superior. A pesar de poner varias mantas, pasé mucho frío las
dos noches que dormí allí. No obstante, estaba muy agradecido con Jeff.
Cuando bajé
después de darme una ducha, compartió conmigo algo que había comprado para
cenar, y estuvimos hablando un buen rato. Después de desayunar, su intención era
llevarme al centro de la ciudad, pues vivía a unos 20 ó 25 minutos en coche de allí,
al otro lado de la desembocadura del río Derwent, a cuyos laterales se asienta y
extiende la ciudad. Pero había algo de atasco, y no llegaría a tiempo a su
trabajo. Me dejó entonces justo antes de llegar al famoso puente de Tasmania
(Tasman Bridge), que dispone de un carril para peatones y ciclistas a ambos
lados, y ofrece una panorámica de la ciudad y el río increíble. También del
monte Wellington, que cobija bajo su sombra la ciudad y domina el horizonte. Cuando
llegué al final, decidí volver de nuevo hasta el centro del puente por el lado
contrario, para ver el resto del paisaje.
Vistas de Hobart desde el Tasman Bridge. Junio 2016 |
Vistas de Hobart desde el Tasman Bridge. Junio 2016 |
Tasman Bridge. Hobart. Junio 2016 |
Desde el
puente aún recorrí otros dos kilómetros hasta alcanzar las primeras calles del
corazón de Hobart. Aún no eran las nueve de la mañana, y ya había recorrido
cinco kilómetros. Antes, encontré la entrada a los Jardines Botánicos Reales de
Tasmania, que Jeff me había recomendado visitar porque tiene una gran colección,
pero siempre prefiero dejar los museos y este tipo de lugares para el final, y
si me queda tiempo. No es que no me gusten, pero como escribí en el pasado, el
verdadero museo está fuera, en la calles, en la gente.
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Hobart, además de ser la capital de la isla de Tasmania, es también su centro económico y cultural, y su ciudad más poblada. Comenzó su historia en el año 1803 como una colonia penal donde trasladaban a los reos, convirtiéndose en la segunda ciudad más antigua de Australia, sólo por detrás de Sidney. Junto con Invercargill, en la isla sur de Nueva Zelanda, es una de las ciudades más meridionales del mundo.
La ciudad parecía
tranquila, y eso me gustaba. El centro histórico en sí no era muy grande. Paseé
por el puerto de la ciudad, que junto con la Plaza Salamanca, son los lugares
más populares. Ésta última la forman antiguos almacenes transformados en
galerías, restaurantes y otro tipo de comercios. También se pueden comprar vinos y
productos frescos de la comarca. Luego me perdí por barrios residenciales, llenos de casas de aspecto inglés.
Caminé y caminé sin parar durante la mañana.
Vistas de Hobart desde el puerto. Junio 2016 |
Salamanca Square. Hobart. Junio 2016 |
Salamanca Square. Hobart. Junio 2016 |
Compré algo
para comer en un supermercado, y entré después en las oficinas de varias
compañías de alquiler de vehículos para preguntar precios. Quería estar cinco o
seis días recorriendo la isla, y Jeff me comentó que el transporte público
entre los distintos puntos turísticos de Tasmania es caro, y no muy frecuente.
Lo sorprendente era que contratar el seguro completo, es decir, aquel con el
que no pagas nada si tienes un accidente, era el doble o triple más caro que el
alquiler en sí. La otra opción, no contratarlo, me obligaba a pagar entre 3.000
y 4.000 dólares, según la compañía, si tenía algún percance. De hecho, fue lo
que le pasó a otro invitado de Jeff en el pasado. Y éste me dijo además que
había muchos animales en Tasmania que cruzan la carretera repentinamente, lo que comprobé por mí mismo días después, por
lo que me aconsejó contratarlo. Al final elegí la oferta de Budget, de 240
dólares por cinco días, que reservé por Internet más tarde por ser más
económico. Luego además conseguí un descuento de 20 dólares que había en la
guía turística de la ciudad. Hay que recordar que el dólar australiano no es el
mismo que el americano, y tiene una tasa de conversión aproximada de 1,5
dólares por cada euro.
Por la
tarde, quedé con Jeff en la puerta del ayuntamiento de Hobart, donde tenía su
segundo trabajo, y que me enseñó por dentro. Me contó algo de la historia de Hobart
y la forma de gobernar, también en el resto de Tasmania. Lo que reconozco que
no sabía, es que a pesar de que Australia es un país obviamente independiente, sigue teniendo como reina a Isabel II de Inglaterra.
Me llevó a
cenar a un local muy concurrido, donde no paró de saludar a otras personas.
Todo el mundo parecía conocerlo en la ciudad. Y luego, en coche, me enseñó otras zonas
de la misma, como un paseo marítimo que habían construido recientemente y cuyo
presupuesto manejó él mismo.
A la mañana
siguiente, me prestó un saco de dormir por si tenía que dormir alguna noche
en el coche, aunque oficialmente no está permitido. Y me llevó hasta el
centro, donde ya caminé hasta la oficina de Budget para recogerlo. Me dieron una gama superior por el mismo precio, porque no contaban
con el pequeño que elegí, lo que me vendría genial para dormir dentro.
Antes de
dejar Hobart, subí al monte Wellington, a sólo 30 minutos en coche desde el
centro. Su nombre real es Kunanyi, y su cima, a 1.270
metros de altitud, estaba cubierta de niebla, por lo que
no se podía ver nada desde allí. Pero sí a una altura inferior, y las vistas a Hobart y sus alrededores eran inmejorables. Es un paraíso para los
senderistas, y que recomiendo para todo aquel que disponga de más tiempo en la
ciudad, y un clima más templado.
Vistas de Hobart desde Kunanyi. Junio 2016 |
Vistas de Hobart desde Kunanyi. Junio 2016 |
La mala noticia fue que, ya
durante la ascensión, noté que la gasolina bajaba rápidamente, lo que
siguió confirmándose
luego. Así que volví a la oficina para explicarles lo que pasaba. Me dijeron que el depósito
no estaba lleno, pero que era normal que el coche gastase 7 litros en tan solo 40 kilómetros .
Eso me hizo ver que la mujer que atendía a los clientes no
tenía mucha idea del funcionamiento de un coche. O
eso, o pensó que yo era tonto. Les dije entonces que no
quería ese coche grande, y me ofrecieron el
pequeño, el que había reservado
originalmente, pero con la condición de ir al aeropuerto
a recogerlo. Y eso hice, conduje aquel hasta allí,
cerca de la casa de Jeff, y me cambiaron al otro. Lo malo fue la pérdida
de tiempo de revisar todo otra vez y firmar nueva documentación.
Lo bueno, que el aeropuerto se encontraba de camino a mi siguiente destino, y
que me salió gratis ir hasta allí y al monte Wellington. Todo pasa por algo, como siempre. Desde allí, y antes de continuar mi camino hacia el Parque Nacional Freycinet, una belleza de la naturaleza, me desvié unos instantes a la playa de la siete millas.
Seven Miles Beach. Hobart. Junio 2016 |
2ª parte –
Desde el Parque Nacional Mount Field
Ya de noche, conduje los
escasos 90 kilómetros
que separan el Parque Nacional Mount Field de Hobart. Algo menos de dos horas.
Jeff había aceptado hospedarme una noche más, antes de dejar la isla de
Tasmania al día siguiente. Así podría devolverle el saco de dormir que tan bien
me vino. Además me adelantó que también hospedaría esa noche a otra persona de
habla hispana, que había elegido para que pudiésemos hablar en español entre
nosotros. Muy considerado. No obstante, tenía trabajo hasta tarde, así que antes de ir a su
casa, aproveché para dar otra vuelta por el centro de la ciudad y cenar por
allí.
La otra persona era un joven
argentino de 25 años, que tenía la Working Holiday Visa, y ya había trabajado
varios meses en Melbourne. Llegó a la isla en ferry, con un coche que había
comprado allí, y pensaba trabajar unos meses más en Tasmania para seguir ahorrando
dinero. Era majo, aunque para mi gusto, tomó demasiada confianza
rápidamente, poniendo los pies descalzos sobre el sofá, y tratando a Jeff como
un amigo de su misma edad. Y, como buen argentino, hablaba mucho.
Compré el vuelo de vuelta a Melbourne esa misma
noche, y a la mañana siguiente, después de otra fría noche, me despedí de ellos
y me dirigí al aeropuerto. Olvidé hacerme una foto con Jeff, que tanto me ayudó y enseñó sobre Hobart y Tasmania. ¡Gracias Amigo!. Devolví el coche
en la oficina de Budget, y esperé la salida de mi avión, que se retrasó casi
tres horas.
En resumen,
Hobart es la capital de Tasmania, su centro cultural y financiero, y la ciudad
más poblada de la isla. Como el resto de ésta, la naturaleza que la rodea es
fantástica, así que la estancia mínima ideal es de dos o tres días. La
respuesta de si merece la pena visitar Tasmania en un viaje por Australia es,
sin duda, un gran sí, al menos si dispones de tiempo suficiente.
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