Dieng Plateau se encuenta en el centro de la isla de Java a más de 2.000 metros de altura, por lo que su temperatura es mucho más fresca que en
Yogyakarta. Es una
caldera formada por la erupción de un antiguo volcán, que en un tiempo se llenó de agua y posteriormente se secó. Su
actividad volcánica sigue aún presente, con varios cráteres pequeños activos, y dos plantas geotérmicas en el lugar que aprovechan esa energía.
Su nombre proviene de "Di Hyang", que significa "morada de los Dioses", y en la antigüedad representó un lugar sagrado para sus habitantes. Eso explica la cantidad de templos levantados en la zona, incluso antes que Prambanan y Borobudur.
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Cráter Kawah Sikidang. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Desde
Wonosobo, la ciudad más cercana, a algo más de una hora de distancia, según las paradas que efectúa el autobús, la carretera sube la montaña, y si hubiera tenido la posibilidad de parar varias veces para tomar fotografías, lo habría hecho, porque
los paisajes son impresionantes, especialmente las vistas hacia el monte Sindoro.
Aún me preguntaba cómo una distancia de unos 90 kilómetros desde
Borobudur había podido convertirse en un viaje de más de casi ¡seis horas!, contando la parada de dos horas en Wonosobo. El último autobús desde esta localidad me dejó en la calle principal de
Dieng Plateau, bien entrada la tarde, con apenas una hora de luz aún disponible. En frente estaba el famoso y barato hostal que Steven me había recomendado, Bu Djono Homestay, y que, a esa hora, ya estaba completo. No es de extrañar, porque su precio de 50.000 rupias la noche es una excepción en la zona. Eso sí, no esperes ningún tipo de lujo. Visité varios hostales, y los precios subían ya hasta las 200.000 rupias, algunos incluso más. Hubo uno de 100.000, pero no me gustó porque estaba lleno de humedad.
Al final, en uno de ellos, cuyo precio también eran 200.000 rupias la noche, con cama doble y baño occidental dentro (y recalco lo de occidental porque no es lo común), regateé con el dueño hasta bajarlo a los 125.000 rupias. Le enseñé mi blog, y el mapa mundial de todos los países desde donde me leían, y le dije que publicitaría su hostal con buena referencia. La "mentirijilla" fue decirle que tenía muchos lectores. Y coló. Estaba sólo en la planta baja, con otras cuatro o cinco habitaciones vacías. No entendí esa forma de hacer negocio, porque preferían tenerlas vacías antes que rebajar un precio más que abultado. Tenía agua y té gratis a mi disposición, conexión wifi muy buena, y ducha con agua caliente, lo que no ocurría por ejemplo en el hostal barato, según me contaron luego. El nombre es
Homestay Serayu.
Al salir a cenar, encontré a un finés en la calle con el que empecé a conversar. Se alojaba precisamente en el hostal barato. Se llamaba Petric, y fuimos a cenar juntos. Yo elegí soto, una especie de sopa con pollo o ternera de la que empezaba a ser adicto. Me contó que se levantaría a las 3:30 de la mañana para
ver amanecer desde el monte Gunung Sikunir, algo que ya me había recomendado el dueño de mi hostal. Así que, a pesar de no haber dormido casi nada las tres últimas noches, me uní a él.
Ambos puntuales, comenzamos a caminar en la dirección del lugar. Le habían comentado que se encontraba a una hora, pero fue hora y media lo que finalmente tardamos. Entre medias, decenas de locales en motocicletas nos adelantaban, y algún autobús, dejándonos entrever que el lugar estaría lleno de turistas indonesios, como así fue. Lo realmente sorprendente es que a la entrada del último pueblo nos hicieron pagar 10.000 rupias, ¡por ver amanecer!. Sin comentarios. La cantidad es ridícula, menos de un euro, y la pagaban también los indonesios, pero el detalle es vergonzoso.
Se sube una pequeña colina con escalones, que como esperábamos, estaba llena de gente, aunque nos hicimos un hueco. Éramos los únicos extranjeros en ese momento, un reclamo turístico para el resto, que nos pedían hacerse fotos con nosotros a cada paso. No tuvimos suerte con el tiempo, nublado, que no nos dejó ver levantarse al sol. Algo más tarde sí pudimos ver el valle y las montañas, por momentos, entre nubes que se iban y otras que llegaban. Fue entonces cuando llegaron algunos extranjeros más.
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Con Petric. Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Amanecer desde Gunung Sikunir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
El madrugón y la caminata nos había dejado agotados, por lo que a la vuelta intentamos hacer auto-stop, y lo conseguimos al rato. Nos cogieron unos chicos jóvenes de Yakarta que habían llegado hasta allí sólo para estar el fin de semana. La distancia es una barbaridad, y se habían turnado conduciendo durante la noche. Nos dejaron a la entrada del
cráter Kawah Sikidang, aún activo.
Cómo no, teníamos que comprar la entrada. Petric ya contaba con una conjunta para ese lugar y el
templo Arjuna, en la misma ciudad, por 25.000 rupias. Me comentó que no merecía mucho la pena, que apenas había nada para ver. El guardia, cuando le dije que sólo quería ver el cráter, me pidió 10.000 rupias, como al azar, dando toda la impresión de que sería para él, porque no había billete sólo para el cráter. Así que le dije que sólo le daría 5.000, y aceptó. Y se los guardó en su bolsillo. Esa actitud empezaba a ser algo tan generalizada en la isla de Java, que iba minando mi tolerancia hacia ese tipo de personas.
El olor cerca del cráter era muy intenso, lo que aprovechan los locales para intentar venderte máscaras. Aprovechamos para comer por allí, en un lugar que se llenó de moscas por momentos, algunas de tamaño considerable. La dueña puso varios papeles pegajosos cerca que las atrapaban, aunque la cantidad era sorprendentemente grande.
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Cráter Kawah Sikidang. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Cráter Kawah Sikidang. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Cerca ya del pueblo, encontramos otro lugar turístico, la entrada a un lago donde la entrada costaba 100.000 rupias para los extranjeros y 10.000 para los locales (otra vez la regla del diez), así que decidimos dejarlo pasar. Él prefirió irse a descansar a su hostal, y yo hice lo propio, aunque al poco rato volví a salir, pues no tenía mucho tiempo en el lugar. Me encaminé hacia otro lago que le recomendaron,
Telaga Merdada, y por el camino, conseguí que un lugareño me llevara un tramo en su furgoneta. Comparado con las montañas y plantaciones que había visto por el camino, el lago fue realmente decepcionante, tanto que no estuve ni dos minutos por allí.
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Plantaciones de camino al lago Telaga Merdada. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Lago Telaga Merdada. Dieng Plateau. Enero 2016 |
De vuelta, me dirigí hacia otro de los pequeños cráteres de la zona, y otro local se ofreció a llevarme en su motocicleta hasta el desvío de la carretera principal cuando le pregunté la dirección. Bajé una cuesta con mucha pendiente y llegué a
otra planta geotérmica. Seguí caminando hasta encontrar el
cráter Kawah Silir, que veía abajo, y también la entrada donde supuse que tendría que abonar más rupias. Vi entonces un estrecho camino que utilizaban los agricultores de la zona para llegar a los diferentes niveles de las terrazas, así que opté por ese, y premio, llegué hasta el mismo borde del cráter.
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Plantaciones de camino al cráter Kawah Silir. Dieng Plateau. Enero 2016
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Cráter Kawah Silir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Cráter Kawah Silir. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Lo agotador fue ascender por la misma carretera hasta el desvío hacia
Dieng Plateau, con una gran inclinación. Intenté que me llevaran, pero no lo conseguí esa vez. Más bien, varios locales se rieron de mi. Eso sí, fue llegar a la carretera principal de nuevo, y conseguir otro transporte. Y gracias a ellos pude ver mucha zona, porque si no, realmente es recomendable alquilar una motocicleta por un día. El paisaje sin duda es lo mejor de la zona, con pequeñas villas y cientos de plantaciones en terrazas, incluso en laderas con mucha pendiente en las montañas que rodean la meseta.
Después de comer, descansé un rato en el hostal, y luego comencé a ascender el camino hacia
el monte Gunung Prahu, otro de los puntos muy recomendados para ver el amanecer. Se suponía que el trayecto serían unas dos horas, pero espera acortarlo, como siempre me pasaba, o, al menos, quedarme bien cerca, y con tiempo suficiente para la vuelta antes de que anocheciera. El camino se hacía duro, otra vez con una pendiente alta, y con el agotamiento acumulado tras el madrugón y la caminata de la mañana. Llegué arriba de una montaña, y debía seguir por la cumbre de la cresta hasta alcanzar la meta. No obstante, las vistas desde allí ya eran lo suficientemente buenas, y las nubes amenazaban lluvia, por lo que decidí parar en ese punto. Y, como siempre, todo pasa por algo, porque fue terminar la bajada y comenzar a llover.
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Dieng desde la subida al monte Gunung Prahu. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Vistas desde la subida al monte Gunung Prahu. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Vistas desde la subida al monte Gunung Prahu. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Vistas desde la subida al monte Gunung Prahu. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Esperé un rato refugiado bajo el tejado de una casa, y cuando la lluvia tornó en una ligera llovizna, callejeé para conocer más esa zona del pueblo. Por último, subí un pequeño cerro en uno de los laterales del pueblo hasta lo que llaman
Bukit Scooter Dieng, que no es más que un pequeño mirador con vistas hacia el pueblo y el valle.
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Calles de Dieng. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Plantaciones desde Bukit Scooter Dieng. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Dieng desde Bukit Scooter Dieng. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Volví a cenar con Petric, quién me dijo que el famoso lago que le habían recomendado no era el que yo vi, sino al que no quisimos pasar el día anterior por el precio. Y también que no hacía falta hacerlo, porque se pueden ver ambos lagos subiendo la colina situada justo antes de la entrada. Decidí verlo temprano, antes de irme a la mañana siguiente hacia
Surakarta, localmente conocida como Solo. El día había sido exhausto, por lo que me acosté pronto.
A la mañana siguiente hice lo que me comentó Petric, y por fin pude ver
los lagos Telaga Warna y Pengilon, que reflejan los colores verde y azul del paisaje. Muy recomendable.
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Lagos Telaga Warna y Pengilon. Dieng Plateau. Enero 2016 |
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Lagos Telaga Warna y Pengilon. Dieng Plateau. Enero 2016 |
Intenté hacer autostop desde
Dieng Plateau hasta Wonosobo, pero tras esperar rato, terminé cogiendo el autobús, que paró frente a mí para preguntarme si subía. Pero lo hice regateando el precio, desde las habituales 15.000 rupias, al menos para los turistas, hasta las 10.000. Lo malo de ser domingo es que hizo muchísimas paradas, de locales que iban y volvían de los distintos mercados. Lo mejor, de nuevo, el paisaje del valle y las montañas.
Al llegar a la ciudad, pagué 3.000 rupias por otro autobús local que me llevó hasta la terminal, y allí, otras 25.000 hasta Bawen, por la carretera que rodea a los montes Gunung Merapi y Merbabu por el norte. La del sur me hubiera llevado nuevamente hacia Yogyakarta, en un trayecto más largo. Lo curioso fue que la persona que vendía y cobraba los billetes, también dentro del propio autobús, me había dicho originalmente ese precio cuando le pregunté, y una vez comenzado el viaje, me pidió 30.000 rupias. Cuando le dije que no, que le pagaba lo que me había dicho antes, se empezó a reír, y con él, los otros locales, como diciendo que le había pillado. Era un muchacho joven que luego resultó simpático, y estuvo charlando un rato conmigo.
Al llegar a Bawen, tomé el último autobús hacia la terminal Tintorino de Surakarta por otras 15.000 rupias. Tres son los problemas que se tienen al viajar por la isla de Java: uno, que casi nunca hay un autobús directo si el origen o destino no son las ciudades importantes. El segundo, que hacen un número interminable de paradas, porque los locales suben y bajan casi en cualquier parte del trayecto, por lo que el viaje se hace realmente eterno. Y, por último, que los indonesios fuman como locos, un cigarro tras otro, también dentro del autobús, por lo que, para los no fumadores, no es que el viaje se haga sólo eterno, es que es un infierno.
En resumen, la
meseta de Dieng Plateau suele pasar desapercibida entre la mayor parte de los turistas, que se mueven solamente desde Yogyakarta hacia Borobudur. Sin embargo, sus paisajes y gente, en un entorno más rural y local, y su
actividad volcánica, merecen la pena ser vistos. Y una temperatura más fresca se agradece después de unos días entre el calor y la humedad de Indonesia. Sin embargo, si cuentas con pocos días de viaje, quizás no merezca la pena utilizar tiempo allí, a menos que contrates un transporte privado o alquiles una motocicleta, y puedas moverte mucho más rápido.
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