Por Jonathan Arias
noviembre 07, 2016
El Parque Nacional Freycinet se encuentra en una península de la costa este de Tasmania, y es uno de los tres destinos más populares de la isla. Gran parte de esa culpa la tiene la famosa bahía Wineglass, que contiene la que está considerada como una de las mejores playas del mundo. No faltan, no obstante, playas de fina arena blanca en la costa este de Tasmania.
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Vistas de la Wineglass Bay desde el mirador. Freycinet National Park. Junio 2016 |
Después de
subir hasta la cima del monte Wellington en Hobart, y del cambio de coche en el
aeropuerto, seguí conduciendo hasta mi siguiente destino, El Parque Nacional de
Freycinet. Paré en Orford para comer algo y comprar más provisiones para el
viaje, y también en Swansea, la última ciudad antes de llegar al Parque, y otra
de las más antiguas de Australia. La carretera transcurría paralela a la costa,
porque lo que iba viendo la bahía Great Oyster desde el coche. Y cuando veía alguna playa o vista que me gustaba, simplemente paraba. Es
la ventaja de viajar solo y con un coche, parar donde, cuando y cuanto quieres.
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Alrededores de Orford. Junio 2016 |
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Alrededores de Orford. Junio 2016 |
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Playa de Orford. Junio 2016 |
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Vistas de la isla María desde la playa de Orford. Junio 2016 |
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Vistas de la playa y península de Freycinet desde los alrededores de Swansea. Junio 2016 |
A final de Junio ya era invierno en Australia, al estar en el hemisferio
sur, y la noche caía pronto, alrededor de las cinco de la tarde. Me había
entretenido demasiado por el camino, y fui consciente que no me quedaría tarde
suficiente para ver nada en Freycinet, por lo que al llegar a Swansea, pregunté
en un par de hostales. Me sorprendieron los precios, caros incluso en una
temporada tan baja.
Decidí continuar hasta el final, hasta la entrada al Parque, donde se
sitúa Coles Bay, una pequeña población llena de alojamientos. Mis sospechas se
confirmaron al encontrar precios de entre 150 y 200 dólares la noche, en
invierno. Tenía ya muy claro lo que haría, dormir en el coche. Di una vuelta por el pueblo para localizar posibles ubicaciones, tranquilas y
relativamente oscuras, donde aparcar durante la noche.
Cené entonces en el único restaurante abierto en la zona, Iluka Tavern, al
lado de la gasolinera, con wifi gratuita. Por si acaso, pregunté a la camarera
si había alguna zona de camping o donde, simplemente, se pudiera aparcar y
dormir. Y me contestó que eso es ilegal en el país, como ya me advirtió Jeff,
pero que mucha gente lo hacía, y los policías no pasaban mucho por allí. Eso me
dejó algo intranquilo, pero tenía muy claro que no pagaría 150 dólares por
dormir una noche.
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Vistas de The Hazards desde el muelle de Coles Bay, en Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Atardecer desde Coles Bay, en Freycinet National Park. Junio 2016 |
Allí mismo, a escasos metros, antes de la bajada a una de las playas,
había un baño público, que utilicé antes de dormir, y por la mañana para
lavarme la cara y los dientes. Esta es una de las grandes ventajas tanto en
Australia como en Nueva Zelanda, encontrar baños públicos en todas las
poblaciones. Empecé descansando allí, organizando fotografías, escribiendo
notas para el blog. Pero el trasiego de coches y personas alrededor del
restaurante delataba la silueta de mi vehículo, y más con una luz encima del
baño.
Para dormir elegí finalmente un aparcamiento vacío al lado del muelle, mucho más aislado. Utilicé el saco de dormir que me había prestado Jeff, y recliné el asiento del pasajero. No estaba totalmente tumbado, y estar en esa posición toda la noche no fue precisamente la más cómoda, pero el coche era de los pequeños, así que abatir los asientos traseros no era suficiente para mi estatura. Sorprendentemente conseguí dormir algo, ya que las dos noches tan frías que pasé en case de Jeff me habían agotado. Y eso a pesar de la lluvia que cayó durante la noche, y del frío que también hacía fuera. Por fortuna, la policía no hizo ronda y no tuve ningún problema. Tampoco tres noches después en Strahan.
El Parque Nacional Freycinet
El Parque Nacional Freycinet se encuentra en una península de la costa este
de Tasmania, y es uno de los tres destinos más populares de la isla. Gran parte
de esa culpa la tiene la famosa bahía Wineglass, que contiene la que está
considerada como una de las mejores playas del mundo, con su fina arena blanca.
Otra de las características más destacadas del Parque son sus formaciones de
granito rojo o rosado, conocidas como The Hazards, y cuyas cimas no superan los 500 metros de altitud.
Sí lo hacen, sin embargo, los montes Graham y Freycinet, en el interior de la
península, aunque no por mucho más. Un paraíso para los amantes del senderismo,
sin duda alguna.
Después de desayunar algo dentro del coche, conduje hasta la entrada del
Parque Nacional de Freycinet, parando primero en el Centro de Visitantes. Es
allí donde se debe comprar el billete, pero era temprano cuando llegué y
aún estaba cerrado. Y, sin embargo, otra de las ventajas del este país es que
dejan un buzón con sobres, en cuyo interior hay un doble justificante de pago
donde escribir tu nombre, la matrícula del coche y el dinero depositado, según
el número de personas y el de días que se quieran pasar en el Parque. Uno de ellos, lo recortas y lo sitúas visible en el interior del coche.
Y el otro, en el interior del sobre y junto con el dinero, lo depositas en el
interior del buzón. Muy fácil y cómodo.
La tarifa es de 12 dólares por persona, o de 24 dólares por coche, con
hasta un máximo de ocho personas. Éste segundo fue mi caso. Existen también
pases anuales y bianuales, y los precios aumentan en días de vacaciones. Esta
tarifa es común en todos los Parques Nacionales de Tasmania, para los que
también hay un pase común si vas a ver varios, exceptuando Cradle Mountain, en
el oeste de la isla. Debido al frío y la lluvia, no tenía muy claro si
conseguiría ver otros, así que decidí ir día a día y no comprar el pase común.
Estacioné
el coche en el aparcamiento preparado en el interior del Parque, a varios kilómetros del Centro de Visitantes, y comencé una
ruta. Mi idea de subir a la cumbre del monte Amos, que confiere las mejores
vistas de Freycinet, en una subida no muy larga. Pero el terreno y las rocas
estaban resbaladizos debido a la lluvia y frío de la noche anterior. Además, yo
calzaba mis antiguas zapatillas de tenis reconvertidas en zapatillas para todo,
pues aún no había comprado unas nuevas de trekking. Y tampoco llevé seguro de accidentes
durante los dos meses que viajé por Australia y Nueva Zelanda, por lo que
arriesgarse parecía excesivo.
Leí que había un mirador desde el que las vistas, a ambos lados de la
península, no desmerecían a las del monte Amos, así que me encaminé hacia allí. La subida no era ni
complicada ni larga. Aquel paisaje, con las formaciones graníticas que tanto me
recordaban a la madrileña Pedriza, el poblado Coles Bay a lo lejos, y la bahía
Great Oyster en general, acabó por despertar los últimos músculos de mi cuerpo
aún entumecidos por el frío.
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Vistas de Great Oyster Bay desde Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Monte Amos. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Monte Amos. Freycinet National Park. Junio 2016 |
Y cuando llegué al mirador Wineglass Bay y vi la bahía del mismo nombre, me
quedé boquiabierto. Una panorámica difícil de olvidar que, por supuesto, no
conseguí plasmar en ninguna de las fotografías que tomé. Allí, solo, me senté
sobre una roca, y disfruté de aquel espectáculo de la naturaleza y de su
silencio a esa temprana hora. No sabría decir cuánto tiempo me quedé en esa
posición. El frío ya no penetraba mi chaqueta.
Emprendí entonces la bajada hacia la famosa playa a través del bosque en
un grato recorrido que también lleva el mismo nombre de la bahía. En ésta sí
encontré a un grupo de cuatro jóvenes que quizás pasaron la noche por
allí. Tenía la idea de completar la ruta circular a través de los
senderos Isthmus y Hazards Beach. No llevaba 15 minutos intentando caminar por
el primero, muy embarrado, cuando algo salió repentinamente a dos metros de mí
dándome un susto de muerte, pues yo iba centrado en el camino intentando
evitar el barro. Fue un canguro gris de considerable tamaño que se alejó rápidamente saltando.
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Vistas de la Wineglass Bay desde el mirador. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Vistas desde el mirador Wineglass Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Vistas desde el mirador Wineglass Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Vistas desde el mirador Wineglass Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Sendero desde el mirador a la playa. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Playa de la Wineglass Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
Las condiciones de esa parte no me gustaban en absoluto, y el estrecho
camino embarrado no me dejaba mucho margen de reacción, así que opté por dar la
vuelta y regresar al aparcamiento por la misma ruta. Hay situaciones en las que
agradeces viajar solo, y otras, como aquella, que echas de menos hacerlo con
algún amigo que aporte más seguridad al momento.
Cogí el
coche y me dirigí hacia el faro que domina el cabo Tourville, parando a medio
camino en la bahía Sleepy (dormida). Éste me regaló otras maravillosas vistas
de Freycinet, que da para estar allí dos o tres días, recorriéndole por
completo, deleitándose con la naturaleza del lugar, y acampando en alguno de
los puntos permitidos del interior de la península.
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Sleepy Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Sleepy Bay. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Vistas desde el faro del Torville cape. Freycinet National Park. Junio 2016 |
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Faro del Torville cape. Freycinet National Park. Junio 2016 |
La costa este de Tasmania
De vuelta,
paré en el restaurante de Coles Bay para comer algo antes de iniciar el camino
hacia St. Helens. Igual que había hecho el día anterior, fui parando en
innumerables ocasiones para tomar fotografías del paisaje y las playas de la costa este de Tasmania.
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Costa este de Tasmania. Junio 2016 |
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Costa este de Tasmania. Junio 2016 |
St.
Helens es una pequeña población conocida por la práctica de la pesca o el
submarinismo, o simplemente por ser un buen lugar donde darse un chapuzón en
sus aguas. Fui directamente buscando la oficina de información turística, que
compartía edificio con la biblioteca, lo que me vino genial para conectarme a
su conexión wifi gratuita. Allí me dijeron que ir al Parque Nacional Mount
Williams, más al norte, no era buena idea en esa época. En mi lista de lugares
que visitar figuraba también la ruta “Bay of Fires Walk”, que transcurre por
playas rocosas. Y sobre ésta me indicaron cómo llegar al comienzo de la
misma, a sólo diez minutos en coche desde allí. Supongo que no llegué a
encontrarla, porque lo que vi, no merecía la fama que tenía.
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Playa de St. Helens. Junio 2016 |
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Tramo de Bay of Fires Walk. Junio 2016 |
Fue entonces cuando caí en la
cuenta de que, si ya no podría hacer nada por la zona al caer la noche, ni
tampoco ir al siguiente Parque Nacional, lo mejor sería adelantar mi llegada a
Launceston, la segunda ciudad más grande de Tasmania, esa misma tarde. Regresé
sin demora a la biblioteca para utilizar nuevamente su wifi gratuita y
reservar un hostal en la ciudad antes de que cerrase. La mala noticia fue que el
hostal de Launceston cerraba la recepción, y por tanto el check-in, a las siete
de la tarde. Tenía un tiempo muy ajustado para completar la distancia, así que
llené el depósito de gasolina, y no perdí un segundo más allí.
El
viaje fue un poco estresante al conducir deprisa en mitad de la noche, en
carreteras desconocidas de doble sentido entre montañas, y por estar siempre
atento por si algún animal se cruzaba de repente. Llegué a tiempo, me sobraron
diez minutos, o eso creía, porque en realidad, habían cerrado a las seis de
tarde. Me dejaron las sábanas, la llave y las instrucciones en un lugar visible
de la recepción. Afortunadamente, llegué justo cuando salía una pareja, porque
en caso contrario, no podría haber abierto la puerta principal. De haberlo
sabido, y me lo dijeron en un correo que recibí después al conectarme a la wifi, podría
habérmelo tomado con mucha más calma.
En resumen, el Parque Nacional Freycinet es una visita obligada en un viaje por Tasmania, por su naturaleza e increíbles vistas. Dos días sería la estancia ideal, buscando una alternativa a los alojamientos habituales si no quieres acabar con la billetera vacía. La costa este de Tasmania también posee playas y paisajes preciosos, pero recorrerla o no depende del tiempo que se tenga.
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