Sakai y la montaña sagrada de Koyasan

Sakai fue la puerta de entrada en mi viaje por Japón. Es la segunda ciudad más grande de Kansai, popular por el arte tradicional de fabricación de cuchillos.

Koyasan es una montaña sagrada con muchos templos, centro de estudio y práctica del budismo e importante ruta de peregrinación en Japón.

Cementerio sagrado Okunoin. Koyasan. Julio 2015


El avión desde España, previa escala en Doha, llegó en hora al aeropuerto internacional de Osaka, Kansai, el segundo con más tránsito de Japón. Es famoso por estar construido sobre el mar, en una isla artificial creada para tal efecto de cuatro kilómetros de largo y uno de ancho. Fue inaugurado en el año 1.994 y sus únicos accesos son una autopista y un puente ferroviario. Al llegar pasé el control, donde me dieron un folleto informativo sobre una enfermedad contagiosa que se había extendido en Corea del Sur, algún tipo gripe aguda, que no tenía tratamiento, y que estaba llegando a Japón. Hablaba sobre normas básicas de higiene, y que si empezaba a notar fiebre y tos, acudiese al hospital.

Posteriormente recogí la maleta y cambié algo de dinero para poder pagar el primer tren hacia mi destino. He de decir que, en este sentido, lo del aeropuerto de Madrid Barajas es un escándalo. Cuando el cambio de moneda real era, en aquel día, entorno a los 136 yenes por euro, ellos me ofrecieron 112 yenes, mientras que en el aeropuerto de Osaka, 132 yenes... Sobran los comentarios.


Sakai


Mi primer destino no era propiamente Osaka, sino Sakai, la segunda ciudad más grande de Kansai, y pegada literalmente a la primera. La razón era que pasaría las tres primeras noches en casa de una familia japonesa, que había aceptado acogerme como invitado a través de la red social Couchsurfing. En ella se promociona el intercambio cultural de gente de distintos países, bien acogiendo a viajeros en tu casa, bien yendo a casa de otras personas, o simplemente organizando algún evento como una cena para conocer a gente. No obstante, he visto que hay muchos viajeros, especialmente jóvenes, que lo utilizan para ahorrarse una noche de hotel, y personas con casas que se quejan de ello. Ese no era mi caso, pues mi intención viajando a Japón no era únicamente conocer el país, sino también a su gente, su cultura, sus tradiciones y su estilo de vida.

Concretamente, Mayumi era la dueña de la casa, madre de dos hijos, que utilizaba esta red social para mejorar su inglés y conocer gente de otros países y sus culturas. Y realmente estaba consiguiendo lo primero, porque contrariamente a lo que he ido encontrado durante estas dos primeras semanas de viaje en Japón, su inglés es bastante bueno.  

No pude conectarme a la wifi del aeropuerto para avisarle de que había llegado en hora y cogería uno de los trenes de los que hablamos, y que me llevaría a la estación cercana a su casa, donde me recogería. El precio del billete de tren fue de 780 yenes, y cualquier persona a la que preguntaba cómo comprarlo o hacia dónde ir después, me ayudaba con una gran sonrisa y predisposición total. Intenté conectarme posteriormente en el tren, pero tampoco lo conseguí, y al preguntar a una mujer sentada al lado y que viajaba con su hijo pequeño, me dijo que ese tipo de ferrocarriles no disponían de wifi. Me preguntó para qué la necesitaba, y al contárselo, me pidió el teléfono de Mayumi para llamarla desde su móvil, y después me lo pasó para que yo pudiera hablar con ella. Y allí apareció al bajarme en la estación. 

Al llegar a su casa, me explicó dónde dormiría y cómo usar el inodoro, que tenía muchos botones, y la ducha (primero te duchas fuera y luego entras al baño de agua caliente, aunque personalmente me quedaba en la ducha). Después me dio la bienvenida con una gran cena de comida típica japonesa deliciosa. Su hijo de diecisiete años, Hibiki, también cenó con nosotros, mientras que su hija de catorce años estudiaba preparando los exámenes de los días siguientes. Al terminar nos quedamos hablando sólo nosotros. Su marido llegó cuando ya estaba acostado en el sofá, pero no pasó, se quedó durmiendo en una habitación que había tras cruzar la puerta principal. Posteriormente me enteré de que vivían ya separados, aunque con una aparente buena relación. El divorcio no es algo bien visto en un país tan tradicional como Japón

El sofá-cama donde dormí esos días era cómodo, pero amanecía alrededor de las cuatro y media de la madrugaba, y la luz de sol entraba implacable en el salón. Junto con el jetlag, eso hizo que apenas pudiese dormir los primeros días. Hasta la cuarta noche, ya en la cama de un hostal de Osaka, fui incapaz de descansar algo más.

Conocí a su hija por la mañana, que era la primera en salir cada día hacia el colegio. Y también a su marido, al que saludé durante el desayuno antes de irse a trabajar. Mayumi también trabajaba en una oficina durante el día, en la empresa familiar de su padre, por lo que no solía volver a casa hasta las seis de la tarde, aproximadamente. 

Mientras tanto, yo utilicé el primer día para ver la ciudad caminando. En primer lugar fui a ver los túmulos de dos emperadores, Richu y Nintoku, aunque resultó del todo decepcionante porque no se podía pasar a verlos. Es decir, eran como pequeños montículos invadidos de vegetación y separados del resto de la ciudad por un pequeño foso con agua, sin ninguno camino que los conectara. Así que no entendí muy bien porqué los publicitaban como atracción turística.

En el camino hacia ellos, paseé por las calles viendo el tipo de viviendas de aquella zona, máquinas expendedoras de bebidas, incluso cerveza, por cualquier lugar, y sorprendiéndome de no ver apenas gente durante la mañana. También un parque ya cercano a los túmulos, que era lo realmente bueno de aquella parte de la ciudad, con la torre Daisen, un jardín típico japonés y algunos museos.

Máquinas expendedoras de bebidas. Sakai. Julio 2015.

Torre Daisen. Sakai. Julio 2015.

Después seguí caminando hasta llegar al ayuntamiento, que tenía acceso libre a su última planta, la veintiuno, con magníficas vistas hacia los distintos puntos de la ciudad. A lo lejos se podían apreciar los edificios altos del sur de Osaka. Allí estuve charlando un rato con una de las guías voluntarias que te hablaban sobre qué visitar en la ciudad. 

Vistas desde el ayuntamiento. Sakai. Julio 2015.

Vistas desde el ayuntamiento. Sakai. Julio 2015.

Aproveché para comer en un supermercado cercano. En uno de los blogs que suelo seguir, leí acerca de varios consejos para viajar barato por Japón, y éste era uno de ellos. Se pueden comprar bandejas de comida ya preparada y otras cosas, y comer por entre 400 y 500 yenes, lo que en las ciudades supone un gran ahorro. Además, a partir de las siete de la tarde, empiezan a poner descuentos a las mismas en los supermercados, llegando incluso al 40%. En general he utilizado bastante esta opción, especialmente en las franquicias Family Mark, 7eleven o Lawson. Si consigues encontrar un supermercado local, lo que no siempre es fácil, los precios son siempre más baratos.  

Seguí conociendo la ciudad visitando varios templos, algunos con más fama que otros, y cercanos los unos a los otros. En alguna ocasión me encontré en ellos pequeños budas, explicándome Mayumi al preguntarle sobre ellos posteriormente, que los hacen las madres que pierden a hijos pequeños para no olvidarlos. También había pequeños cementerios en varios de ellos. Y volví a ver el símbolo de la esvàstica en ellos, cuyo significado ya expliqué en la entrada de Dalat, Vietnam.

Templo. Sakai. Julio 2015.

Budas por los hijos fallecidos. Sakai. Julio 2015.

Por otra parte, Sakai es famosa por la tradición en la elaboración de cuchillos de cocina de inmejorable calidad, que pueden llevar grabados tu nombre, como los que luego me enseñó Mayumi en su casa. Incluso entré a uno de los museos de la ciudad donde pude ver los enorme e impresionantes cuchillos que utilizan para cortar los atunes o las ballenas. Es el Traditional Crafts Museum. Otra tradición pasada era la fabricación de largas escopetas de guerra. 

Para finalizar el tour del día, fui a la zona del puerto, para ver la estatua de la princesa del palacio del dragón y el viejo faro.

Princesa del palacio del dragón. Sakai. Julio 2015.

Faro. Sakai. Julio 2015.

Durante ese primer día en Japón pude comprobar varias cosas. La primera fue que los japoneses con el inglés andan bastante mal en general. Y la segunda que la ciudad estaba limpia, no como en las ciudades del sudeste asiático. De hecho, no encontré papeleras en las calles, pero aún así, no se veía nada tirado en las mismas. Aplaudo el civismo de los japoneses en este sentido. Al final del día, me había pegado una caminata de no menos de quince kilómetros, probablemente más. Pero tenía razón Mayumi cuando me dijo que la ciudad era aburrida, y yo añadiría que incluso algo triste. 

Al llegar a su casa, hablamos mientras ella preparaba la cena, y se sorprendió cuando le dije hasta dónde había caminado. Le pregunté si podría comprar algo para llevarlo al día siguiente, por ejemplo, unas pizzas o similar, porque me daba apuro estar cenando y desayunando siempre en su casa sin pagar nada. Me contestó que no me preocupase, que era como de la familia. Y sinceramente, cocinaba realmente bien. Esa noche preparó un sabroso okonomiyaki, un plato típico japonés

Sus hijos no tenían mucho interés en interaccionar conmigo, perdiendo la oportunidad de mejorar su inglés y conocer otras culturas. Quizás sólo fuese en mi caso y con otros invitados más jóvenes sí lo hacían, porque Mayumi me dijo que normalmente tienen alguno todas las semanas.

Después de cenar le pregunté si tendría tiempo libre para ir a visitar algo juntos al día siguiente, que era sábado, ya fuera en Osaka o cualquier otro lugar que recomendase. Propuso ir a Koyasan, una zona sagrada con muchos templos e importante ruta de peregrinación en Japón. Era uno de los puntos que tenía anotados para visitar, así que me pareció buena idea. De hecho, tenía anotado que se recomienda pasar una noche en uno de sus templos. 

Desayunando al día siguiente me comentó que Hibiki también se apuntaba, porque no lo conocía. Ella sí lo había visitado en dos ocasiones anteriores. El trayecto duró aproximadamente dos horas en coche, y tampoco me permitió pagar la gasolina cuando se lo dije. Por otro lado, en Japón se conduce por la izquierda, algo que desconocía. Y sin embargo, el coche de Mayumi era americano, por lo que tenía el volante en el lado izquierdo, y para adelantar o girar tenía que tener más cuidado de lo habitual.


La montaña sagrada de Koyasan


Koyasan es un centro de estudio y práctica del budismo, encuadrado en un valle rodeado por montañas de pequeña altura, que recuerda al centro de una flor de loto rodeada de ocho pétalos. Fue fundada hace doce siglos por el gran monje budista Kobo Daishi Kukai, del que se cree que no murió, sino que pasó a un estado de meditación eterna en Okunoin. En el pasado, las mujeres no podían pasar del templo Nyonindo. Es Patrimonio de la Humanidad.

Al llegar llovía ligeramente. El primer templo que visitamos fue Kongobuji, pero había que pagar 500 yenes por entrar, y Mayumi me dijo que no era tan bonito y que los mejores vendrían después, así que sólo lo vimos por fuera. En parte fue porque le había comentado el día anterior que no me gustaba mucho tener que pagar entradas en templos o iglesias, que deberían ser todo donaciones. 

Después fuimos caminando hasta Okunoin, un cementerio y lugar sagrado, que se extiende a ambos lados de un camino algo más de dos kilómetros, que cuenta con alrededor de 200.000 tumbas de piedra y monumentos a personas de importancia histórica, como destacados samuráis y señores feudales. Dicho camino se encuentra flanqueado por altos árboles centenarios, del tipo conocido como el "God Tree", árbol de Dios, pues cuentan que recibes poder si lo abrazas. También había un pozo donde si no se refleja tu imagen en el agua, es que no vivirás más de tres años. Yo, de momento, seguiré dando guerra por más tiempo.

Tumba de un famoso samurái. Okunoin. Koyasan. Julio 2015.

Okunoin. Koyasan. Julio 2015.

Al rato se llega a las estatuas de Mizumuke Jizo, popular Bodhisattara que cuida de las almas. Por eso hay que echarle agua a las mismas. Antes de cruzar el puente de Gobyobashi, tienes que lavarte las manos y purificarte bebiendo agua para expulsar los malos sentimientos, eliminando así el mal antes de pasar. A partir de este punto, está prohibido hacer fotos o llevar gorro. Antes de llegar al mausoleo de Kobo Daishi, te encuentras con la pesada piedra Miroku dentro de una pequeña caja. Hay que llevarla hasta una plataforma superior, y dice la leyenda que sólo lo consiguen las buenas personas de alma pura... Yo no pude. ¿Significa entonces que me pudriré en el infierno?  :-D 

Mizuke Jizo. Okunoin. Koyasan. Julio 2015.

Por último, llegas al mausoleo de Kobo Daishi (Okunoin Kobo Daishi Gobyo), que se cree que se encuentra en meditación eterna, como ya comenté anteriormente, y concentrado en la liberación de todos los seres. Tanto es así que se le ofrecen dos comidas al día porque aún piensan que está vivo.

En un lateral del templo se encuentran explicadas las maldiciones que cada persona sufre sólo por llegar a una determinada edad. Por ejemplo, para los hombres aparecían a los 25, 36, 42, 43,.... siendo la peor la de los 42. Y para las mujeres, a los 32, 37 o 61, siendo la primera la peor. Para quitárselas, deben ir a algún templo y orar para expulsarla. Mayumi no supo explicarme la razón de aquello, simplemente lo desconoce, pero igualmente lo creía. Y en realidad, eso es la fe, creer sin ver. Lógicamente le dije que para mí eso no tenía ningún sentido, al igual que otras cosas que se hacen en la religión católica.

De vuelta, encontramos una pirámide que dicen no forma parte del cementerio a pesar de estar allí, para los fallecidos sin familia.

Tumba de los fallecidos sin familia. Okunoin. Koyasan. Julio 2015.

En el budismo, tomar una vida está mal, por lo que sólo comen comidas vegetarianas. Y esa fue la razón del tipo de comida que sólo pudimos degustar en el restaurante que hay a la salida. Al comentarle a Mayumi que iba a pagar la cuenta, volvió a negarse, diciéndome que pagase sólo mi parte. En España, me hubiera levantado y la habría pagado directamente sin decir nada. Pero al desconocer la cultura japonesa, por si eso suponía una falta de respecto, pregunté. Sinceramente, me sentía un poco avergonzado por todo el gasto que le estaba suponiendo. 

Mayumi y su hijo Hibiki. Koyasan. Julio 2015.

Antes de irnos, le pedí a Mayumi que parase para ver el complejo Danjo Garan, con la Gran Pagoda o Konpon Daito como estandarte. Ellos prefirieron quedarse en el coche esperándome. Garan significa lugar tranquilo y aislado donde los monjes budistas pueden entrenar. Su construcción se inició en el año 816, y se terminó 70 años después. El fuego la destruyó en varias ocasiones, y su reconstrucción se inició en el año 1.937. En el centro hay una estatua del Buda Mahavairochana, rodeado por cuatro Budas, con dieciséis bodhisattvas pintados en los pilares que lo rodean. El diseño es una expresión tridimensional de los mandalas del budismo shingon. Mandala es una representación de la evolución del universo a partir de un punto central. Después me acerqué a ver la puerta principal de Koyasan, Daimon, con enormes estatuas de deidades protectoras en la misma. 

Konpon Daito. Koyasan. Julio 2015.

Konpon Daito. Koyasan. Julio 2015.
Daimon. Koyasan. Julio 2015.

Daimon. Koyasan. Julio 2015.

Durante el viaje de vuelta, Hibiki volvió a quedarse dormido, y Mayumi y yo fuimos conversando de varios temas. Le pregunté sobre el trato familiar, porque me di cuenta que entre ellos no se saludaban o despedían con besos o un abrazo, ni tenían gestos de cariño. Me comentó que los japoneses no suelen ser cariñosos, que son tímidos y reservados, y guardan el afecto para la intimidad. También que es tradición que los padres, cuando ya son mayores, vayan a vivir a la casa del primer hijo varón.

Después de cenar seguimos hablando de nuestras diferentes culturas. Y por la mañana, antes de irme a Osaka, me volvió a hacer el desayuno, despidiéndonos después con un abrazo. La verdad es que ha hecho de mi primera experiencia en couchsurfing todo un lujo. Es un encanto de persona. ¡Muchas gracias por todo Mayumi!.

En resumen, Sakai no es una ciudad atractiva para el turista. De hecho, no me encontré a ningún occidental por allí. Pero para mí significó el comenzar a conocer a los japoneses, su cultura y su día a día. Koyasan, que es un importante centro de peregrinación para los japoneses, tampoco representa un lugar al que ir durante tu viaje a Japón si dispones de poco tiempo, porque si de algo te cansarás en este país es de ver templos.

"El mundo es tuyo, pero tienes que ganártelo"



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