El castillo blanco de Himeji

Himeji es una localidad famosa por su hermoso castillo blanco, construido a principios del siglo XVII, y Patrimonio de la Humanidad en la actualidad. Su menor tamaño le dota de un ambiente más relajado que el de otras ciudades, perfecta para pasear tranquilamente por sus rincones comerciales y turísticos.

Castillo. Himeji. Julio 2015


Llegué a la estación de Himeji tarde, de noche, agotado por una maratoniana jornada de trayectos en tren, una escalada al monte Fuji la noche anterior y un dolor en el pie izquierdo que me tenía preocupado. Afortunadamente, encontré buena conexión wifi gratis en la estación durante unos minutos, suficiente tiempo para reservar cama en un hostal. Se encontraba a unos dos kilómetros de distancia, pero al lado del castillo, lo que al día siguiente me permitiría caminar menos. Se llamaba Engakudo, y el coste de la cama en una habitación compartida de ocho fue de 2.500 yenes la noche. Es muy recomendable, pues la cama fue muy cómoda, y los trabajadores y dueños gente excepcional. 

Compré algo de comida en el trayecto desde la estación al hostal, y me detuve un rato a contemplar el castillo, iluminado durante la noche, como una luna llena más cerca que nunca. Pero estaba cansado, y sólo pensaba en darme una ducha y acostarme. Tomé una calle equivocada y estuve dando vueltas durante unos diez minutos que se hicieron eternos.

En el dormitorio común encontré a un polaco del que no recuerdo su nombre y con el que estuve charlando un rato. Como él ya estaba dentro de su cama, no me dí cuenta hasta la mañana siguiente que me sacaba una cabeza de altura. 

Al día siguiente visité el castillo de Himeji, Patrimonio de la Humanidad, y conocido como castillo de la garza real blanca, debido a su hermoso acabado en yeso blanco. Aún conserva la torre que fue construida a principios del siglo XVII. Desde el exterior, parece que ésta sólo tiene cinco plantas, pero su interior revela siete. El castillo de Himeji se encuentra en el corazón de la ciudad, y tiene una entrada combinada con el jardín Koko-En por 1.040 yenes. También hay un pequeño zoo en el mismo complejo. Es, junto al castillo de Matsumoto y al castillo negro de Kumamoto, uno de los tres mejores de todo Japón

Caminé muy despacio durante todo el recorrido, pues tenía tiempo de sobra y así no notaba dolor en el pie. Además había muchísima gente en el interior del edificio. De hecho, varios trabajadores dirigían las filas dentro de cada planta. En parte se debía a la celebración de una reunión internacional de exploradores cerca de Hiroshima, por lo que tanto los hostales más económicos como los atractivos turísticos estaban repletos de ellos.

Las vistas a la ciudad de Himeji desde la última planta del castillo son muy buena, y te muestran que la ciudad no es tan pequeña como parece. El jardín Koko-En también es bonito, por lo que recomiendo comprar la entrada combinada.

Castillo. Himeji. Julio 2015

Vistas de la ciudad desde la última planta de la torre del castillo. Himeji. Julio 2015

Vistas de la ciudad desde la última planta de la torre del castillo. Himeji. Julio 2015

Castillo desde el jardín Koko-En. Himeji. Julio 2015

En el hostal me recomendaron visitar el templo Shoshazan Engyoji, a las afueras de Himeji. En él se rodó parte de la película "el último samurái", que me encanta. No obstante, no quería forzar la pierna, así que opté por descansar y dejarlo pasar. A veces es imposible ver todo lo que te gustaría. De todas formas, será por templos en Japón. Lo sentía más por no poder disfrutar de la naturaleza en la que estaba situado. 

Después de ver el castillo de Himeji paseé por la calle comercial Miyukidori Shotengai, una típica arcada japonesa, y por la calle principal Otemaedori, que conecta la estación con el castillo. No encontré ningún sitio para darme un masaje en el pie, o no supe verlo, porque todo estaba en japonés, no había ningún anuncio con imágenes y no tenía ganas de preguntar a nadie, ya que, de todas formas, lo más probable es que no supiera hablar inglés. 

Compré algo de comida que me llevé al hostal. Afortunadamente no había nadie en mi dormitorio a aquella hora, por lo que además de descansar tranquilamente, pude dormir un rato, lo que repercutió para bien en mi pie. Empecé a pensar que podría deberse únicamente a fatiga muscular, aunque la inflamación era lo que preocupaba. Aunque podría haber continuado mi viaje esa tarde hacia Hiroshima, decidí quedarme otra noche más allí por la misma razón, dado que además la cama era muy cómoda y había dormido bien. 

Por la tarde fui a la sala común del hostal, en otro edificio justo en frente de la calle. Allí coincidí con un par de japoneses con los que conversé un rato. También le comenté a una de las trabajadores sobre mi dolencia, por si conocía algún masajista deportivo en la ciudad. Me contestó que no, y que quizás debiese ir al hospital para que me hicieran una radiografía. Por si acaso, llamé a mi compañía aseguradora, o la de mis padres más bien, que tienen con ella un seguro para otro propósito y que al parecer también me cubriría a mí durante el viaje, o así nos lo habían comunicado antes de viajar a Japón. Aquella tarde descubrí que no era cierto, pues al no tener billete de vuelta a España y durar el viaje más de sesenta días, quedaba fuera de cobertura. Yo seguía pensando que mi problema era sólo muscular, pero aquello me vino bien para ser consciente de que realmente viaja sin seguro. Así que volví a contratar el seguro de viaje mochilero de Iati que utilicé los tres primeros meses y tan bien me fue. Podréis conseguir un descuento en el mismo a través del siguiente enlace

La trabajadora habló con el dueño del hostal, y al rato apareció éste con unos apósitos de efecto frío que había comprado en la farmacia para mí. Se lo agradecí de corazón, porque este tipo de ayudas me seguían dejando con la boca abierta, pero así son los japoneses, gente increíble, con un trato humano y agradable constante, incluso en las grandes ciudades. Por el contrario, aún recuerdo el accidente que tuve en Madrid hace años, cuando conducía hacia la oficina, y un sudamericano se saltó su semáforo y golpeó violentamente la parte delantera derecha de mi vehículo. Quedé aturdido durante varios segundos delante de una parada de autobús repleta de gente, pues era hora punta. Nadie se acercó para auxiliarme, o al menos preguntar cómo estaba. Absolutamente nadie.      

18 reglas de la vida según Dalai Lama que encontré en el hostal. Himeji. Julio 2015

A la mañana siguiente, después de desayunar, cogí las mochilas y fui hasta la estación de Himeji. Sentía mejor el pie. En el hostal me despidieron dos trabajadoras y el dueño, diciéndome que me cuidara y que les llamase si necesitaba algo o tenía que ir finalmente al hospital. 

Cuando pensaba que el trayecto hasta Hiroshima serían sólo alrededor de tres horas, descubrí que la realidad se acercaba o sobrepasaba las cinco, con varios cambios de trenes. Mientras me lo indicaba el conductor de un tren al que le pregunté, una voz femenina por detrás dijo: "Where do you go?". Me giré, y era una chica joven japonesa que hablaba bien inglés. Le respondí que a Hiroshima, y que únicamente podía viajar en trenes locales, por el tipo de billete que tenía. Me dijo que ella iba hacia Fukuoka, la que sería mi última visita en Japón, que Hiroshima estaba de camino, y que tenía el mismo tipo de billete que yo.

Tenía escritos todos los cambios de tren necesarios, y los horarios de llegada y salida de cada uno de ellos, por lo que me invitó a unirme a ella. Por supuesto mi respuesta fue afirmativa. Su nombre era Akiko, y volvía a su ciudad después de un festival de música de cuatro días en otra ciudad. Como tuvimos sólo dos o tres minutos para hacer alguno de los cambios, no tuve oportunidad de comprar algo de comida, y ya era tarde. Pero Akiko no dudó en sacar varios dulces de su mochila y compartirlos conmigo. Y como ya dije, hablaba bien inglés, y era divertida, por lo que tuvimos un viaje entretenido. Fue otro de los regalos del universo, llegado justo cuando lo necesitaba. ¡Muchas gracias Akiko!.

Con Akiko en uno de los trenes locales desde Himeji hasta Hiroshima. Himeji. Julio 2015

Después de despedirnos al llegar a la estación de Hiroshima, me paré en la oficina de turismo para hacerme con un mapa de la ciudad y algo de información, incluida la visita a la isla Miyajima. Originalmente mi idea era ir directamente allí y volver a Hiroshima, aprovechando al máximo el billete de tren de ese día. Cuando pensé que ya no tendría tiempo suficiente por lo largo del trayecto desde Himeji, en aquella oficina me hicieron ver lo contrario. Así que volví a subir a otro tren local con destino Miyajima

En resumen, Himeji es una pequeña ciudad cuyo principal atractivo es su hermoso y cuidado castillo blanco, que bien merece una visita. Junto con el castillo de Matsumoto, son los dos mejores que he visto en todo mi viaje por Japón. Si dispones del JR Pass, es muy fácil realizar una visita conjunta con Hiroshima en el mismo día, y volver, por ejemplo, a Osaka o Kioto



Comparte esta aventura:

2 comentarios :

 
Copyright © La Aventura del Dragón.