Muang Ngoi, una aldea pequeña y aislada

Muang Ngoi, una pequeña aldea de Laos flanqueada en todas las direcciones por majestuosas montañas llenas de vegetación, que la mantienen aislada del resto del país. A poco más de una hora en barca de Nong Khiaw, sus dos o tres calles empiezan a llenarse de hostales y turistas, que buscan un rincón más auténtico y tranquilo en Laos donde descansar unos días.

Muang Ngoi, Laos
Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Éste es uno de esos lugares del que no había leído nada preparando el viaje por Laos, y que por tanto no conocía. Pero me lo recomendaron la pareja suiza en Luang Namtha, Carlos, y el grupo con el que estoy por aquí. Así que, dejándome llevar, y dado que no tengo prisa alguna, decidí unirme a ellos también en este viaje. 

La barca desde Nong Khiaw a Muang Ngoi, por 25.000 K, iba repleta de turistas. De hecho, tuvieron que añadir otra más. El trayecto escondía paisajes bellísimos. Yo conocía ya la primera parte del viaje, pues fui caminando paralelamente al curso del río la tarde anterior. En algunas zonas había niños bañándose desnudos, en otras, gente pescando, algunos subidos en las barcas y otros simplemente de pie con el agua cubriéndoles algo más arriba de las rodillas. En otros puntos encontrábamos rebaños de vacas, en la orilla o en las islitas en mitad del río, a las que supongo que llegarían nadando. Llegamos a varios rápidos en los que el conductor exigía más trabajo al motor y que superaba situándose cerca de la orilla, donde la corriente es algo menor. En resumen, un viaje mágico.

Muang Ngoi, Laos
En barca desde Nong Khiaw hasta Muang Ngoi. Marzo 2015

Muang Ngoi, Laos
En barca desde Nong Khiaw hasta Muang Ngoi. Marzo 2015


Muang Ngoi


Al llegar a Muang Ngoi estuvimos mirando varios alojamientos. A Tomer le habían recomendado la guesthouse llamada Rainbow, y él y Silvia se quedaron allí. Tenía buena pinta, y consiguieron la habitación doble por 45.000 K, pero el resto pensamos que podríamos tener mejores precios en otros alojamientos más alejados del embarcadero, porque las habitaciones en unas y otras eran bastantes similares. Y así fue. Escogimos unos bungalows con mosquitera y una pequeña terraza delante, con hamaca, mesa y sillas, pero sin wifi. El precio fue de 35.000 K. Eso sí, el baño era algo peor que el de nuestros amigos, y no parecía muy limpio. Para nosotros, y un par de noches, más que suficiente, porque podíamos apañarnos con la wifi de los restaurantes. En realidad, era más bien una cabaña, similar a las que tuve en Pai, Tailandia, y posteriormente en Tip of Borneo, en Malasia

Muang Ngoi, Laos
Embarcadero de Muang Ngoi. Marzo 2015


Después de comer fuimos a ver las cuevas que están al lado de Muang Ngoi. Pensábamos ver las dos, pero al final sólo pudimos ver la primera, llamada Phanoy, y cuya entrada costaba 10.000 K. El camino de subida a la montaña donde estaba situada tenía mucha pendiente. A veces había pequeños escalones hechos en el mismo camino, y otras, barandas de ramas de bambú. En un momento dado, había que escoger entre dos direcciones, y decidimos tomar primero la de la derecha, suponiendo que eran como la entrada y salida a la cueva, pero nada parecido. 

Llegamos a esa cueva, y no estaba mal, pero no era nada del otro mundo, muy pequeñita. Había pequeños agujeros por los que poder seguir adelante, pero había que arrastrarse para pasar. Las chicas, más pequeñas, lo hicieron por el primero, y llegaron a otra sala más grande. Nos dijeron que al final había otro pequeño agujero por el que seguir, pero acordamos no hacerlo, no sólo por lo pequeño, sino también porque sin saber hacia dónde se dirige o contar con algún guía local, parecía algo peligroso. Evidentemente no sé nada de cuevas, pero me parece que cualquier pequeño derrumbe en estos sitos te puede dejar bloqueado sin opciones de salir.

Salimos y tomamos el camino de la izquierda, aún más complicado que el anterior, y en el que había que subir escaleras de madera o bambú en algunos puntos. Sin encontrar la cueva, llegamos a los puntos más altos, al mirador anunciado junto con la cueva. Nuevamente, el esfuerzo mereció la pena, porque las vistas hacia Muang Ngoi, las montañas, el río... eran sencillamente espectaculares. 

Mirador de Muang Ngoi, Laos
Mirador de Muang Ngoi. Marzo 2015

Mirador de Muang Ngoi, Laos
Mirador de Muang Ngoi. Marzo 2015

Mirador de Muang Ngoi. Marzo 2015

A la bajada encontramos la entrada a la otra cueva, o más bien, a la cueva. Era normal no haberla visto de primeras, pues a simple vista parecía bloqueada por dos grandes rocas. Pero se podían pasar sin problema alguno, y llegar así a la primera estancia. Sólo nos adentramos la pareja finlandesa y yo. Silvia iba retrasada constantemente, este tipo de trekking parece que le cuesta, y estaba cansada. Decidió seguir bajando mientras nosotros veíamos la cueva, y Tomer con ella.

Lo que no esperábamos es que fuese tan larga. Había un cable que iba cerca del techo, así que teníamos más seguridad que con la primera. También porque era grande, sin necesidad de reptar o sensaciones de claustrofobia. Seguíamos y seguíamos, sorprendiéndonos de la longitud de la misma, incluso dudando si seguir hacia adelante o darnos la vuelta. Llegamos a un punto donde había una pequeña escalera de madera para pasar por una apertura más pequeña, y que luego se dividía en dos pequeños caminos, aunque realmente ambas concluían allí. Fuimos por uno de ellos, con el techo ya justo encima de nosotros, caminando algo agachados. Encontramos dos pequeños altares naturales en la misma roca, con muchas figuritas de Buda, algunas de ellas sin cabeza. Las cenizas y maderas quemadas que había a sus pies no parecían recientes, pero tampoco antiguas, lo que indicaba que alguien hizo allí un fuego algunos días antes.  

Phanoi cave, en Muang Ngoi, Laos
Cueva Phanoi, en los alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Salimos y comenzamos la bajada con una sonrisa de oreja a oreja. Silvia nos esperaba abajo, y nos dijo que Tomer estaba tomando un baño en el río, justo en la misma zona, así que fuimos a su encuentro. Rodeado de montañas y lleno de sudor, no me importó absolutamente nada no tener bañador, simplemente quería bañarme. Así que me quité la ropa, me quedé en calzoncillos, no de los más vistosos por cierto, y para adentro. ¡Qué sensación más agradable!, el agua estaba a una temperatura ideal, perfecta, y justo en el momento adecuado. No creáis que no me acordé de la recomendación de no bañarte más que en la playa para prevenir posibles infecciones, pero no tragué agua, y pensé que siendo un río grande con corriente, malo no podía ser. Al menos me queda el consuelo de los tontos... si caigo, no lo haré solo  :-D  Al salir, nos quedamos hablando con el resto mientras nos secábamos de manera natural. Tomi es un chaval muy divertido, siempre suelta algún puntazo.

Río en Muang Ngoi, Laos
Baño en el río. Muang Ngoi. Marzo 2015

De pie, allí en la orilla, quieto, mirando el paisaje de Muang Ngoi, el río, las montañas, sin decir nada. Sabía que el resto estaba hablando, pero no les oía, realmente estaba ensimismado. Qué gran tarde. Qué buen sitio. Qué afortunado soy por estar viviendo este sueño.

Río en Muang Ngoi, Laos
Baño en el río en los alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Decidimos cenar en un buffet libre barato, por 25.000 K, y que no tenía mala pinta. No había mucha variedad, pero repetí varias veces, especialmente fruta. Ya se sabe que los españoles, si es gratis, nos abalanzamos como alimañas. Y si no tienes hambre, da igual, repites igualmente. ¿Por qué?. Porque es gratis, y porque somos españoles. Ya lo decía el gran Goyo Jiménez en uno de sus monólogos. Mientras comíamos, oímos hablar catalán a cuatro personas justo al lado, así que Silvia y yo nos acercamos a saludarlos y hablar un rato con ellos.

Aquí tienes que estar antes de las 22:30 dentro de los alojamientos, y ciertamente, después no hay nada que hacer en el pueblo, aparte de la escasa luz que hay en las calles. Pero además, esa noche hubo repetidos cortes de luz, algo que ya pasó también en dos ocasiones de Nong Khiaw, pero sin prolongarse tanto tiempo. Sinceramente, me pareció muy auténtico y bonito estar en un sitio rodeado de montañas, río y naturaleza, donde no puedas ver nada, y donde empiece a llover y te envuelva la tormenta sin saber lo que pasará, simplemente confiando en que todo irá bien. 

No teníamos wifi, y no había luz, así que estuve hablando un rato con Tomi y Terhy en la terraza de su bungalow, antes de pasar al mío. Y ella me ofreció copiarme películas y series desde su portátil a mi tablet, para estos días sin luz en los que no se puede hacer nada más. Genial idea. Además de un par de películas, me pasó tres capítulos de la última temporada de The Walking Dead que ya no había podido ver al iniciar este viaje. Empecé a ver el primero, pero lo dejé al rato porque me moría de sueño. 

Muang Ngoi, Laos
Calle principal de Muang Ngoi. Marzo 2015

Al día siguiente, volví al mismo restaurante de la noche anterior porque también había buffet para desayunar por el mismo precio. Luego me acerqué al mercado local, y a ver alguna otra guesthouse, porque entre la falta de wifi, que se echa más en falta si a las 22:00 ya estás en tu habitación, y la suciedad que había en el baño, prefería cambiar. La pareja opinaba igual, así que nos terminamos moviendo a la guesthouse de nuestros amigos, Rainbow Guesthouse, y que recomiendo desde aquí. Según subes del embarcadero de Muang Ngoi, está a pocos metros a mano derecha. 

Después de su desayuno, algo tarde para mí otra vez, me fui con Tomi y Terhi a hacer trekking hacia la otra cueva que nos quedaba, y una aldea alejada que nos habían recomendado, Houybor, y a la que no se podía llegar con bici, o eso nos dijeron. Silvia estaba aún cansada del día anterior, y prefería hacer algo más relajada, así que Tomer y ella optaron por hacer kayak. Al rato llegamos a la entrada de la cueva Kang, y tuvimos que pagar otros 10.000 K por verla, aunque este ticket también nos permitía seguir posteriormente por el camino que te lleva a las aldeas. Yo sigo sin entender muy bien este tipo de pagos. 

La cueva era de menor longitud que la del día anterior, pero más profunda, y más peligrosa, porque al llevar agua dentro, el suelo era bastante escurridizo. En varias zonas había agujeros en el suelo de tamaño considerable y en los que no llegaba a verse el final. Sin llevar cuerdas, sin saber donde ir, sin cables o indicaciones que nos diesen mayor seguridad, fuimos hasta donde nos paró la razón, y quizás el miedo. Un mal paso, un escurrizón en una zona delicada, y vas para abajo sin remedio. Mis piernas flaqueaban y empezaban a no responderme tan bien, síntoma inequívoco de miedo por vértigo, lo que confirmaba que era más que suficiente.

Kang cave, en Muang Ngoi, Laos
Cueva Kang, en los alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Alrededores de Muang Ngoi, Laos
Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015


Las aldeas Houybor y BanNa


Seguimos nuestro camino hacia Houybor, la aldea sobre la que nos hablaron tan bien el día anterior, creyéndonos perdidos en un momento dado, porque no encontrábamos puente alguno o paso marcado para superar un pequeño río que nos bloqueaba el paso. Al final nos quitamos las zapatillas y calcetines, y lo cruzamos a pie, con el agua sin llegarnos a las rodillas. A la vuelta comprobamos que la gente hace lo propio con las motos y las bicicletas, así que sí se puede llegar fácilmente hasta allí, pasando primero por BanNa, otra aldea cercana, por el camino, y luego siguiendo hasta Houybor después de cruzar el río. El paisaje seguía siendo espectacular.

Alrededores de Muang Ngoi, Laos
Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015


Al rato llegamos a la aldea, que aunque auténtica y muy bonita, se notaba que el turismo empieza a cambiarla. La comida tardó una hora en llegarnos. Por allí había una niña pequeña que habíamos visto antes en Luang Namtha, y que se entretenía tirando tierra a la cabeza de una perra atada que en ese momento estaba amamantando a sus cachorros, y que parecía muy triste. Terhi y yo tratamos de explicarle que no debía hacer eso. Como parecía no querer entenderlo y seguía haciéndolo, cogí tierra, se la eché por su cabeza y le pregunté si le gustaba. Estaba claro que no, pero siguió tirándosela a la perra. Luego se llevó los cachorros a su cabaña, y finalmente empezó a pegarle a la perra con un palo de madera. Al ver esa escena, Terhi volvió a ir hacia allí, le quitó el palo regañándola, y le dijo a su padre, que en ese momento consideró ya oportuno levantarse de su hamaca, lo que estaba haciendo su hija. Por fin se la llevó para adentro, aunque me da que volverá a hacerlo en cuanto tenga oportunidad, porque educación y buenas intenciones no se le veían a la niña por ningún lado. Pero, en mi opinión, ese tanto se le debe apuntar a su padre.

Aldea Houybor, cerca de Muang Ngoi, Laos
Houybor. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Houybor. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Aldea Houybor, cerca de Muang Ngoi, Laos
Volviendo de Houybor. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

La vuelta la hicimos por la aldea BanNa, similar a la primera, aunque más pequeña y más conectada con el exterior, pues el camino pasa a su lado. Había un grupo de niños y niñas jugando, los primeros contra las segundas. Cada vez me gustan más este tipo de aldeas. El camino de regreso a Muang Ngoi se hizo más largo, ya que durante la mañana habíamos acortado yendo directamente a Houybor

Aldea BanNa, cerca de Muang Ngoi, Laos
BanNa. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Aldea BanNa, cerca de Muang Ngoi, Laos
BanNa. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015


Aldea BanNa, cerca de Muang Ngoi, Laos
Cerca de BanNa. Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Esa misma mañana, durante el paseo que había dado después de desayunar, encontré un pub al final de unas de las calles, que tenía "happy hour" de seis a siete de la tarde, con un 2x1 en cócteles. Antes de cenar fuimos a probarlo. Terhi pidió un "white russian", y yo pagué la mitad y cogí el segundo. Tomi pidió un ron, Captain Morgan, con coca-cola. Esa noche no se fue la luz, y pudimos disfrutar de un rato de conexión con la wifi del hostal.

Al levantarme, decidí quedarme otro día más. No había mucho más que hacer, quizás alguna otra ruta o alquilar un kayak. Pero quería descansar y aprovechar para actualizar el blog.

El resto también estaban algo perezosos. Finalmente, sólo Tomi y yo fuimos a hacer otra ruta, pero empezamos tarde, sobre las 14:00. El camino no estaba del todo claro. Teníamos que llegar al punto de entrada de la cueva del primer día, y desde allí, coger un camino. Pero había varias opciones, así que tomamos el que mejor nos pareció, a nosotros y a nuestro nuevo compañero, el perro negro del señor que vendía las entradas a la cueva. Siempre iba delante de nosotros, olisqueando todo. Nos esperaba en las subidas y bajadas. Si dejábamos de verlo, le silbábamos y venía corriendo. Una pasada de perro.

Alrededores de Muang Ngoi, Laos
Nuestro amigo en los alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

El camino se iba bifurcando a ratos, y empezamos a tomar uno de subida a otra montaña. Y subimos, y subimos. La pendiente empezó a ser muy considerable, con el suelo de tierra muy escurridizo, a veces más debido a las hojas secas caídas. Justo cuando empezábamos a adentrarnos en una zona más oscura y densa de vegetación, como la de la segunda parte de la subida al mirador de Nong Khiaw, decidimos parar y bajar. Y menuda bajada tuvimos, íbamos derrapando de lado, porque no teníamos sujeción alguna o rocas u otros puntos donde apoyarnos. Es lo que pasa cuando vas por caminos no señalados. El premio, el de siempre... unas preciosas vistas del lugar.

Alrededores de Muang Ngoi, Laos
Alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Luego intentamos ir por un camino paralelo al río, pero llegó un momento en que estaba bloqueado por una alambrada metálica, y desde allí volvimos a Muang Ngoi. Nuestro fiel compañero, por cierto, comía las galletas de chocolate y plátanos fritos como nosotros. Por el camino encontramos varias zonas en el río con una concentración numerosa de mariposas juntas, casi todas naranjas, pero también blancas y negras.

Alrededores de Muang Ngoi, Laos
Reunión de mariposas en los alrededores de Muang Ngoi. Marzo 2015

Durante la noche volvió a llover, y se repitieron los apagones. También empezó a diluviar mientras desayunaba a la mañana siguiente. Afortunadamente, le coloqué las fundas impermeables a las dos mochilas, porque habrían acabado empapadas.

Ese día, mucha gente también había decidido irse del pueblo, por lo que el embarcadero estaba lleno, y prepararon tres barcas. Nosotros subimos a la última. Por el tema del balance, me acabaron colocando delante, en la primera fila, el mejor asiento para ir contemplando el paisaje, aún más mágico ese día, pues aparte de la lluvia cayendo en el río, la niebla rodeaba las montañas y sólo permitía ver sus cumbres. También era el mejor asiento para mojarme, y distraído como estaba con las vistas, al llegar a los rápidos, y sin disminuir el conductor la velocidad, un par de olas entraron por delante. La chaqueta impermeable me protegía, pero mis pantalones quedaron empapados, y así seguían cuando llegamos a Luang Prabang. El chico sentado a mi lado no tuvo tanta suerte, y aparte de ir calado de arriba a abajo, el frío empezaba a hacerle mella. También la chica sentada detrás de mí se pegó un buen "chapuzón".

Al llegar a Nong Khiaw, Tomer y Silvia se quedaron a hacer noche para descansar, mientras que los dos finlandeses y yo continuamos el viaje hasta Luang Prabang.

En resumen, Muang Ngoi resulta tan encantador y tranquilo como Nong Khiaw. Más aislado, sí, pero al ser tan pequeño, al final sus dos calles principales siempre están llenas de turistas. Lo mejor, nuevamente, sus alrededores y naturaleza. Una parada de varios días que merece la pena hacer en un viaje por Laos.

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