Thakhek y The Loop

Thakhek, con un pequeño centro histórico de tipo colonial francés, aunque totalmente en decadencia sin el dinero francés o de la UNESCO como en Luang Prabang, sirve de base para visitar la famosa cueva Konglor y realizar The Loop, una vuelta en moto por los espectaculares interiores del centro de Laos. 


El autobús desde Vientiane hasta Thakhek resultó cómodo, con espacio suficiente respecto al asiento de delante. El trayecto fueron cinco horas, que aproveché para ver un par de capítulos de The Walking Dead en mi tablet. 

En el tuk-tuk de recogida en el hotel de Vientiane, y posteriormente también en el autobús, viajaba una holandesa que también tenía intención de hacer el tour y de alojarse en el mismo sitio que nosotros, Travel Lodge Guesthouse. Este hostal es famoso entre los viajeros que quieren hacer el tour en moto, The Loop, y cuenta con un libro donde, al terminar el mismo, anotan sus experiencias y recomendaciones, tanto las positivas como las negativas. Esa chica también se vino con nosotros a preguntar por las motos que querían alquilar y cenar algo después. El propietario de la tienda, un alemán al que nos encontramos metido en una piscina inflable y bebiendo cerveza a la entrada de su local, nos dijo que la primera regla de su negocio era no alquilar moto a quien no tuviese experiencia alguna conduciéndola, porque la carretera era peligrosa, sin duda no la mejor para aprender. Eso nos descartaba a la holandesa y a mí, a menos que fuésemos dos en un par de motos, que también tenía algunas preparadas para eso. Pero Tomi es grande, y a Terhi y Tomer, más pequeños, tampoco les sobraba experiencia, así que mucho no me fiaba, y ellos tampoco estaban seguros. Así que al final no tuve que decidir si iba o no, el destino me descartó directamente. Pregunté si se podía ir directamente a la cueva más grande y espectacular del recorrido, llamada Konglor, pero el precio en minivan era una burrada, como 1.500.000 K creo que me dijo. Eso si encontraba a otras 11 personas para completarla. Si no, tenía que pagarlo yo todo, lo que también estaba descartado. Todo pasa por algo, no estaba decepcionado, aunque reconozco que me hubiese encantado ver aquella cueva. Posteriormente vería en el Parque Nacional de Phong-Nha, Vietnam, otras cuevas de la misma tipología y gigantescas. De hecho, se encuentran en la misma cordillera y jungla, sólo que en el lado vietnamita. 

Después de quince días juntos, por la mañana llegó la hora de despedirme del grupo. Fue en la zona antigua de la ciudad, donde Tomi me había llevado en su moto porque querían comprar algo de bebida para el camino. Les iba a echar de menos, aunque también es cierto que ya necesitaba estar unos días tranquilo, a mi aire, sin tener que pensar en inglés todo el rato. Luego me dí una vuelta por el pueblo, que realmente no tiene nada, como ya me habían dicho. Volví al hostal porque empezaba a hacer un calor infernal. 39 grados centígrados alcanzamos esa tarde. Había decidido coger el último autobús local del día, con salida a las diez y media de la noche y llegada a las seis de la mañana, frente al sleeping-bus, que salía a la una de la madrugada y tardaba dos horas menos. Estaba seguro de que no dormiría nada en el segundo, así que tomar el otro era esperar menos tiempo en el restaurante del hostal (ya no tenía habitación) y ahorrar dinero. También ahorraba una noche de alojamiento respecto a si esperaba a coger un autobús a la mañana siguiente. Esa tarde ya no noté dolor de cabeza o cuello alguno, parecía que ya me había recuperado. 

En ese restaurante, el cocinero era un poco... digamos afeminado (mi amigo Juan Carlos utilizaría otra palabra :-D ), y cada vez que pedía algo para beber o comer empezaba a tocarme el hombro, el brazo, o me ponía la mano en la cintura, para darme las gracias. En España le hubiera dicho algo a la segunda. Aquí en Laos, entre que se le veía buena gente, y que, o me quedaba en el restaurante o me iba a la calle con la solana, no le dije nada. Además le vi hacer lo mismo con todo el mundo. Por la noche, sacó una bolsa llena de pulseras de la suerte relacionadas con el budismo. Me contó que si yo tenía suerte, él también la tendría. El caso es que nos puso una a todos los que estábamos allí. La otra blanca que me pusieron en el templo de Chiang Mai la corté y tiré un día antes, porque estaba guarrísima y pensé que podría contener bacterias de las que me habían tenido chafado los días anteriores. Con todo ese rollo se olvidó de traerme la cena que había pedido una hora antes. Se disculpó varias veces a pesar de que le dije que no pasaba nada, me la hizo, y me regaló un té.

Esa noche hubo eclipse lunar, teniendo la oportunidad de ver sus diferentes fases mientras esperaba más de lo que me hubiera gustado, porque me dijeron que había más gente que iría a la estación por la noche, de tal manera que cogeríamos un tuk-tuk juntos, porque por la noche son más caros. Cuando ya quedaba menos de una hora, cogí las mochilas y me dirigí a la entrada para ver si podía conseguir uno por mi cuenta. El sarasa tocón vino corriendo a despedirse, y hablamos durante unos minutos. Como el recepcionista no estaba, le pregunté a él si podía avisar a un tuk-tuk, y me acompañó fuera del hostal para parar a alguno. Como no había ninguno a esas horas, cogió su propia moto y se fue a buscar uno. Al rato volvió diciendo que ninguno quería venir a esas horas para subir sólo a una persona, y que me subiera que me llevaba él mismo a la estación. Y me subí, llevando la mochila pequeña delante y la grande detrás. Tardamos unos diez minutos en llegar, no estaba muy lejos. Al bajar le dije que quería pagarle el trayecto, y aunque inicialmente me dijo que no, se quedó esperando. Le dí lo mismo que me hubiera costado el tuk-tuk a esas horas, 20.000 K. Luego me despedí de él con un medio abrazo, con la seguridad que me daba tener una mochila entre medias  :-D  Nada, esto ya es broma. La verdad es que a veces la vida te da lecciones, y ese chaval me dio una bien grande con toda esa ayuda que me brindó sin conocerme de nada.

Eclipse lunar. Thakhek. Abril 2015

El coste del autobús local hacia Pakse fueron 60.000 K. Salió con media hora de retraso, e iba parando en cada pueblo o ciudad, así que como ya suponía, no dormí nada. Las últimas dos filas de asientos del vehículo habían desaparecido engullidas por trastos y maletas varias. Había otros tantos en los pasillos, y los que llevaba la gente debajo de sus asientos, donde deberían ir sus piernas, y que sacaban al pasillo por esa razón. Al subir, el conductor me dijo que me sentara en un asiento con bastante espacio, de pasillo, y que parecía estar ocupado. Moví las cosas al asiento de al lado, y cuando subió el local que había estado previamente sentado allí, me hice el longuis con el idioma y los gestos, y me levanté para dejarlo pasar al de al lado, el de ventana, y con menos espacio, pues había algo roto y no estaban alineados. Pero se bajó a los quince minutos, así que hice bien  :-D  Era el único occidental en todo el autobús, así que, con todo el sigilo y disimulo que pude (más bien poco), saqué mi navaja suiza y la mantuve en mi mano hasta que se durmieron, sólo por si acaso, jajajaja. Oía a alguien toser por delante como si se fuera a morir esa misma noche... ¡malditos salvajes, me van a contagiar lo que no tengo!  :-D  Nada, también es broma, pero resultó un viaje del todo entretenido. 

En resumen, Thakhek es una ciudad totalmente de paso para aquellos que quieren emprender el famoso The Loop y que le llevará hasta la cueva Konglor, quizás, la más famosa y fascinante del país, y que un servidor no pudo ver... por el momento.


Comparte esta aventura:

Publicar un comentario

 
Copyright © La Aventura del Dragón.