Phong Nha y sus gigantescas cuevas

El Parque Nacional Phong Nha, Phong Nha-Ke Bang en realidad, llega hasta la frontera con Laos y es Patrimonio de la Humanidad. Posee la formación kárstica más antigua e importante de toda Asia, formada hace más de cuatrocientos millones de años. Plagado de cientos de sistemas de cuevas, muchos de ellos de extraordinaria magnitud y longitud, y espectaculares ríos subterráneos, representa el cielo en la tierra para los espeleólogos. Oficialmente no está permitido hacer trekking sin una licencia de tour operador, aunque se puede atravesar en motocicleta o coche a través de la carretera Ho Chi Minh.

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015


Cuando la minivan desde Hue llegó a Dong Hoi, el conductor fue dejando a los pasajeros en sus casas, y al encender el gps del móvil y ver que nos alejábamos de la estación, pregunté, pero no hablaban inglés, y sólo se rieron de mí, de mi situación, o de ambas. Un pasajero me dijo como que esperase. Finalmente, al llegar a un cruce, me dijeron que bajase al lado de una señal de autobús que había al comenzar la carretera que me llevaría al Parque, señalándola y diciéndome "Phong Nha", por lo que entendí que por allí pasaría el autobús local. Y así fue. Mientras lo esperaba, unos chavales que había allí tomando cervezas me invitaron a sentarme y tomar una con ellos, a pesar de que tampoco hablaban inglés. Sólo brindábamos cada vez que bebíamos. Finalmente, llegó el autobús local y conseguí llegar a Phong Nha, el pueblo, sin problemas.


El Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang


Me bajé en el centro del mismo, y me alojé en el Phong Nha Backpaker Hostel, que ya tenía visto previamente. También cuenta con agencia de tours por el parque y las cuevas, y de viajes hacia distintas ciudades del país. La habitación compartida era para veintidós personas, con dos baños. El precio fueron cinco dólares la noche, con desayuno incluido. En contra de lo que pude pensar inicialmente, no noté en absoluto dormir junto a tanta gente, pues no había niñatos irrespetuosos y desde las diez de la noche se guardó silencio. Además está bien situado, al lado del mercado local y de las oficinas de venta de billetes de entrada a la cueva Phong Nha (esto último no lo supe hasta la tarde del día siguiente). El pero es que la comida del restaurante no era del todo buena.


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La decepción me la llevé poco después de llegar, al preguntar por el tour hacia la cueva más grande del mundo, Son Doong, y motivo principal por el que fui a ese lugar. Me respondieron que ellos no ofrecían esa excursión pues estaba en propiedad de Oxalis, una empresa francesa, y que necesitaría siete días y seis noches, y ¡3.000 dólares! para realizarla. No obstante, ojeé la página web de dicha compañía para comprobar la información, resultando ser cierta. Averigüé que ese tour incluía la entrada a otra cueva, Hang En, también enorme y de una belleza sin igual, y que ésta era ofrecida de forma separada en una excursión de dos días y una noche, y 282 dólares. Por último, la excursión a otra de las grandes cuevas, Tu Land, se ofertaba en un tour de cuatro días y tres noches, y 656 dólares.

No me lo podía creer, aquello era una de mis tres prioridades en mi viaje por Vietnam, junto con Sapa y la bahía de Halong. Parte de aquella decepción la liberé posteriormente durante mi visita a las cuevas de los Parques Nacionales de Niah y Mulu, en la parte de la isla de Borneo que pertenece a Malasia. De hecho, antes del descubrimiento de la cueva Son Doong, el segundo de ellos escondía la que se considerada la más grande del mundo, la cueva Deer. 

Contraté no obstante la excursión a las cuevas Paradise (Thien Duong) y Phong Nha para el día siguiente por 1.050.000 dongs, unos cuarenta y tres euros, con recogida a las nueve de la mañana en el hostal, y comida y guía incluidos. Ofertaban otra más, la cueva Dark, que incluía saltos al río en tirolina. Es decir, parecía más una turistada que una excursión de cuevas, así que la descarté, porque no se podían hacer las tres el mismo día. Me había quedado un poco bloqueado, pero no quería dejar de ver otras cuevas de las que había leído buenos comentarios, o el parque en sí. Pensé que ya decidiría lo que hacer con las otras, quedando descartada, por supuesto, y con todo el dolor de mi alma, Son Doong. Sin embargo, algo me decía que algún día la vería.

Me levanté temprano, y después de desayunar, estuve caminando un rato por el pueblo, y compré algo de fruta en el mercado local. Después de diez minutos de retraso, pregunté en recepción cuándo me recogerían, y para mi sorpresa, me contestaron que no había más gente para esa excursión y ese día, y el dueño del hostal se ofreció a llevarme a las cuevas en su motocicleta. Le dije que no, que eso no era lo que había contratado. La verdad es que estaba molesto, y se lo hice saber, porque llevaba dos horas haciendo tiempo, y si me lo hubieran dicho desde el principio, habría alquilado una motocicleta temprano y hubiera dejado la excursión para el día siguiente, cuando me confirmaron que sí había ya otras personas apuntadas. Por ese motivo, me rebajaron de 100.000 a 50.000 dongs el alquiler de la motocicleta, y pagué otros 90.000 dongs por tres litros de gasolina allí mismo (me dijeron que no había gasolineras cerca, lo cual era falso, pero no lo descubrí hasta la vuelta, ya por la tarde).

Mirando el pequeño mapa que me dieron, el recorrido por el Parque Nacional Phong Nha pasaba por las dos cuevas que quería ver, así que pensé que quizás podría hacerlas por mi cuenta y más barato. Así que le pedí que me devolviese el dinero, y que si quería seguir haciendo el tour al día siguiente, volvería a contratarlo. No me pusieron pegas.

Comencé mi andadura con la motocicleta, diciéndome que algo mejor estaría por llegar, que eso había pasado por algo. Paraba cada dos por tres para hacer fotografías, porque el paisaje era simplemente espectacular, impresionante. Montañas llenas de vegetación, selva en estado puro. Me desvié varias veces de la ruta circular para adentrarme algo más en el Parque, una de ellas por la carretera que continuaba hasta la frontera con Laos. Otra de ellas, tomé la carretera Ho Chi Minh, pero en dirección contraria a la que tenía que ir, para echar un vistazo por la otra zona.

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

La cueva Paradise


Finalmente volví y conduje hasta llegar a la cueva Paradise, cuyo precio eran 250.000 dongs, el mismo que figuraba en el mapa del hostal. El lugar estaba rodeado de montañas y exuberante vegetación. Dejé la moto en el aparcamiento por 5.000 dongs, y después de cruzar la entrada, caminé durante unos quince minutos hasta llegar al comienzo de las escaleras y del camino empinado que te llevan arriba de la montaña, donde se encuentra la entrada de la cueva. En un día de calor sofocante como aquel, agradecí el frescor del interior de la misma. Lo primero que se ve es una enorme e iluminada escalera de bajada. Había numerosos turistas en esa zona. Pensé que era una lástima que hubieran construido aquello dentro la gruta, porque le habían robado parte de su belleza y magia, y la gracia para todos los que nos hubiera gustado ir descubriéndola poco a poco con la luz de nuestros frontales, abriéndonos paso entre la oscuridad más absoluta y silenciosa.

Una vez abajo, el camino entarimado continuaba, más y más. Algunas estancias eran enormes, llenas de estalactitas y rocas moldeadas por la acción del agua. Siendo honesto, en esos momentos sí agradecí la iluminación de la caverna. Conforme me acercaba al final, me encontraba con menos personas, hasta quedarme totalmente solo. Había una valla de madera cerrada, y una señal que decía no pasar. Quería cruzarla, pero sabía que no era buena idea. Me fui, y después de unos pasos volví. Me quedé en frente de la puerta unos segundos, y la salté. Bajé unos pequeños escalones, y al mirar hacia la oscuridad del hueco por donde sabía que continuaba la gruta, volví hacia atrás y me fui. Las ganas de seguir eran enormes, y no me importaba estar solo, al menos al comienzo, para echar un vistazo. Pero vi que en las rocas del suelo había agua, mi pie no estaba totalmente recuperado y seguía sintiendo dolor en la zona inguinal por los ganglios inflamados. Si me caía allí dentro, mi estado físico no era el mejor para salir adelante. Así que en esa ocasión dejé vencer a la razón, aunque le prometí a mi corazón volver allí algún día para adentrarme en las profundidades de aquella preciosa caverna. Posteriormente me enteré de que había otro tour únicamente para esa cueva, donde se cruza la valla y se continua durante siete kilómetros hacia dentro, sin iluminación, sólo con linternas. Según la Lonely Planet, este sistema de cavernas tiene ¡más de treinta kilómetros! de longitud.

Vista desde la entrada de la cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Paradise. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Final guiado de la cueva Paradise y comienzo del resto. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Continuando el camino hacia el pueblo y la segunda cueva, seguí parando cada cierto tiempo para tomar fotografías. También en un sitio para preguntar sobre la ruta de senderismo ecológica que promocionaban en el cartel. Allí una pareja de amigos estaba pidiendo ayuda porque se había quedado sin gasolina, y ofrecí llevar a uno de ellos hasta la gasolinera más cercana, supuestamente a unos dos kilómetros de distancia, aunque luego resultó estar algo más alejada. Se vino el chaval, brasileño y con un brazo escayolado, y llenó una botella de agua vacía con el dorado líquido. La gasolinera, por cierto, no era tal, sino una pequeña casa donde vendían bebida y algo de picar, y que tenía un bidón de gasolina. El chaval me dijo que la vuelta la haría andando, o haciendo autostop, para no estorbarme más, pero me negué, y volví a llevarle. Sin darme cuenta, esa distancia adicional, y con más peso, me costó ir justo de gasolina el resto del viaje, obligándome a ir más despacio, pero no me importó, porque igual seguía parando de vez en cuando, aunque la última parte de la ruta no fue tan bonita como el resto, se notaba que me iba alejando del parque en sí. También encontré por allí el río donde los turistas que habían contratado la excursión a la cueva Dark se tiraban en tirolina.

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parte del río Con donde están las tirolinas y la cueva Dark. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

En la gasolinera del pueblo, cercana al hostal, pregunté a un grupo de turistas por la entrada a la cueva Phong Nha, y no sabían dónde estaban, también la estaban buscando. Así que fue al hostal y pregunté, y fue cuando me dijeron que los billetes del barco que te lleva hasta allí los vendían a cincuenta metros. Posteriormente, también descubrí que hay una carretera que llega hasta prácticamente la entrada, aunque en el lado opuesto del río. El precio de la entrada a la cueva eran 150.000 dongs, a lo que había que sumar el bote, que si ibas solo tenías que pagarlo entero. Éstos poseen capacidad para catorce personas, y la señora que vendía los billetes me aconsejó volver por la mañana, cuando había más personas y gastaría menos. 

Entonces fui a otro hostal-restaurante-agencia donde me habían dicho que sí ofrecían el tour a la cueva Hang En, por 275 dólares, y efectivamente así fue. Ya que no podría ver la cueva Son Doong, había decidido unirme a una expedición hacia Hang En. La mala noticia fue que no tenían grupo para el día siguiente. Sí para dos días después, pero eso suponía quedarme más días allí de los que tenía disponibles, así que se volvió a torcer mi plan para ver y pasar una noche en una cueva gigantesca. Siempre me quedaba la opción de extender mi visa, pero algo me decía que lo dejase estar, y que serían un muy buen motivo para volver algún día a Vietnam. Como siempre, todo pasaba por algo, aunque no supiera o comprendiera el motivo en aquel momento.


La cueva Phong Nha


No sabría decir por qué, pero algo me hizo volver a la taquilla anterior para ver si encontraba al grupo que había visto en la gasolinera y cuya intención también era ir a la cueva Phong Nha, y efectivamente, allí acaban de llegar y se disponían a preguntar. Les contaron lo mismo sobre el barco, y al preguntarles cuántos serían, contesté desde atrás que cinco, si no les importara que me uniese a ellos, y evidentemente, como por dinero a ellos también les venía mejor, me aceptaron con los brazos abierto. El total por persona, incluyendo la entrada a la cueva y el barco, fueron 215.000 dongs. Nuevamente, mis sensaciones, la tranquilidad, la paciencia, el confiar en que todo es por algo y que algo mejor llegaría, me llevaron por el buen camino.

El viaje en barca por el río fue tranquilo, también a la vuelta, disfrutando ya de las últimas luces del día. Al entrar en la gruta pararon el motor y comenzaban a remar, impulsándose desde el fondo con largos remos. La entrada era similar a la de la cueva Konglor, en Laos, que al final no pude ver. La caverna era sencillamente espectacular, bellísima. Íbamos en silencio, contemplando las maravillas de la naturaleza, tomando fotografías. No sé cuándo nos adentramos en ella a través del río, decían que entorno al kilómetro y medio o dos, pero vi que continuaba mucho más cuando nos dieron la vuelta. Siempre siento pena y algo de rabia en estos momentos. Siempre quiero seguir, ir más allá, llegar hasta el corazón de la cueva y la montaña. Siempre dejándome un pedacito de mí en cada una de ellas. Quizás, para volver a recogerlo en un futuro. Antes de salir, nos dejaron en una de las orillas para ver el último tramo caminando. Posteriormente leí que se la consideraba la segunda mayor cueva de Vietnam, dado que los científicos habían estudiado unos cuarenta y cuatro kilómetros de galerías, aunque parece ser que por la que nos llevaron a nosotros terminaba con algo más de siete.

Río Con, de camino a la cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Entrada a la cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Cueva Phong Nha. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

Atardecer en el río Con, de vuelta al pueblo. Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang. Mayo 2015

El coste total de un día increíble, incluyendo el alquiler de la motocicleta y la gasolina, la comida, las entradas a las cuevas y éste último barco, fue de unos 675.000 dongs, frente a los 1.050.000 del tour inicial. Y, por supuesto, parando cuándo y dónde quise. Si hubiera ido primero a esta última cueva hubiera sido aún más económico, pues como ya comenté, me dijeron por la mañana siempre había más gente para compartir la barca. Y más aún si hubiera seguido en motocicleta por la carretera hasta llegar a la entrada y contratar allí el bote. De cualquier forma, lo único que pretendo reflejar aquí es la comisión que consiguen las agencias, cuando ir por uno mismo es más fácil de lo que te cuentan. También decir que cuando le comenté todo esto a la chica de la recepción, con la que había hablado por la mañana, me vino a decir que con ellos pagas el barco entero, y de ahí la diferencia, haciéndose la tonta al decirle que el transporte es para catorce personas.

Como finalmente no podía ir a ninguna de las otras cueva, decidí comprar el billete del autobús nocturno hacia Ninh Binh en la agencia del hostal, y pagué también la habitación, No me cobraron ese día desde la hora de check-out, o no se dieron cuenta y pensaron que había sacado mis pertenencias antes de la misma. Pero lo cierto es que seguía ocupando la cama, así que, por si acaso, me hice el tonto y les pedí permiso para usar el baño para darme una ducha, como si ya no estuviera allí, y no me pusieron problema alguno. El coste del autobús fue de 250.000 dongs, y el trayecto de unas ocho horas.

Después de cenar, y mientras esperaba la llegada del autobús, me fijé que en la entrada del hostal había una pancarta donde decía que por reservar ese autobús o alguno de sus tours, la primera noche en el hostal de Ninh Binh sería gratis. Pregunté por ello al dueño, pero su respuesta fue que eso llevaba allí mucho tiempo, que ya no era oficial, a lo que le contesté, irónicamente, que entonces porqué no lo quitaban. La respuesta era evidente, y no hice la pregunta para obtenerla. Pero igual pensé que esa respuesta era extraña, así que le saqué una foto a la pancarta para volver a intentarlo al llegar al destino, que además, no era Ninh Binh, sino Tam Coc, un pueblito cercano donde están las principales atracciones naturales de la zona.

El autobús nocturno nos recogió sobre la diez de la noche. Había varios sitios libres, y probé varios hasta que encontré el más cómodo, pudiendo dejar la mochila pequeña en el pasillo. Por primera vez en Vietnam, podía estirar casi por completo las piernas, el conductor no tenía música local alta, la carretera no era tan bacheada, ni era un energúmeno de los pitidos, por lo que desde el principio, el viaje fue, sin duda alguna, y con muchísima diferencia, el mejor que había tenido en todo el país. Y sin embargo, me cogió sin sueño, así que tardé en dormirme.

En resumen, el Parque Nacional Phong Nha debería ser una visita obligada en todo viaje por Vietnam, por su paisajes, por su jungla y, por supuesto, por sus cuevas. No necesitas pagar un dineral para comprobar que algunas de las que están más a mano son igualmente espectaculares. Y otra ventaja es que el pueblo no está invadido por turistas, o al menos, yo tuve esa suerte.

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