Koh Rong, localizada a unas dos horas y media en bote lento desde Sihanouk Ville, es la isla más grande del archipiélago y una de las más bonitas. Posee varias playas kilométricas de arena blanca y aguas de color azul turquesa, propias del golfo de Tailandia. También cuenta con diferentes opciones para hacer trekking y snorkel.
Villa principal. Isla Koh Rong. Abril 2015 |
Adam, Natali y yo optamos por el comprar el billete en el bote lento desde Sihanouk Ville, que tardaba algo más de dos horas y costaba diez dólares la ida y vuelta, ésta segunda abierta. El rápido costaba el doble, y no teníamos prisa alguna. Estuvo lloviendo antes de partir y durante parte del trayecto. Había colchonetas en el suelo de la barca, por lo que muchos acabamos tumbados y durmiendo a ratos. En la barca conocimos a Malika, una chica de Uzbekistan que viajaba sola, y en cuanto supo que Adam y Natali eran pareja y yo también viajaba solo, me pidió compartir habitación para abaratar costes. No le contesté en ese momento, me extrañó la rapidez del ofrecimiento.
Barca lenta hacia la isla Koh Rong. Abril 2015. |
La isla Koh Rong
Las barcas llegan a la isla Koh Rong parando en la playa de Koh Toch, al sudeste de la isla, que es donde se encuentran la mayor parte de los alojamientos y la aldea, por lo que es la zona más concurrida de toda la isla. Todas las noches se organizan barbacoas en la playa y hay música alta hasta bien pasada la media noche. Al llegar nos asaltaron varios dueños de guesthouse con sus ofertas, y estuvimos viendo varias de ellas. La mayoría de bungalows tenían camas grandes, para cuatro personas, pero tenía claro que no iba a compartir cama con la chica nueva, notaba algo raro en ella que no me gustaba. Miramos camas en dormitorios compartidos, y otras opciones.
Playa principal. Isla Koh Rong. Abril 2015 |
En el camino encontramos un restaurante español, con comida española y una pareja madrileña a su cargo, Jorge y Ana, a los que estuve saludando. Al final nos quedamos en el mismo sitio donde Malika estuvo por primera vez el mes anterior, una guesthouse algo apartada del puerto y, por tanto, de la música y el ruido, aunque se acababa oyendo igualmente, con menor intensidad eso sí. Las habitaciones con balcones tenían vistas espectaculares. Mi habitación y la de Malika tenía dos camas y daba al otro lado, sin vistas. El sitio se llama Highland Beach Bungalow, y es muy recomendable. Se encuentra a la izquierda del muelle, pasando la aldea y subiendo una pequeña cuesta. La habitación doble, tanto con dos camas como con una grande, nos costó siete dólares, aunque fue por estar en temporada baja y gracias al regateo de Malika por haber estado anteriormente allí.
Dejamos las mochilas y nos fuimos a cenar algo. Fuimos a chequear los precios del restaurante español, que tenían paella cada noche. Lógicamente era caro comparado con los precios de la comida local. El plato eran cinco dólares y medio, pero como tenía el capricho, me quedé a tomar uno mientras las chicas me esperaban. Adam se había ido a ver un partido de fútbol del Manchester United. La paella estuvo buena, pero al arroz le faltaba tiempo, había granos duros. Cuando Jorge me preguntó cómo estuvo se lo comenté, y me dijo que como empezó a llegar gente, al final tuvo que echar algún puñado más con poca agua. Nos quedamos charlando otro rato hablando de cómo habían acabado aquí, y de que llevaban sólo una semana trabajando, sin contrato. Gente muy maja. En el mientras tanto, Malika se había ido sola a pasear por el otro lado de la playa.
Luego nos fuimos a buscar a Adam, y Malika recogió sus mochilas del sitio donde las había dejado mientras buscábamos alojamiento y la acompañé a subirlas. Al llegar pidió que la esperase diez minutos para que cenara, y sacó una lata de leche fresca y una bolsa de patatas, comentándome que si quería seguir viajando tenía que comer así. Luego fuimos a por la pareja, que aún estaban viendo el partido.
Malika dijo que se quería caminar sola. Una chica bastante extraña, ya no por eso en sí, sino el modo de comportarse. Quería estar sola pero buscaba gente para compartir habitación y ahorrar costes. Eso lo podía hacer en un dormitorio compartido, pero a la chica le gustaba lo bueno, y si podía pagar lo mismo en un sitio mejor, encantada. De hecho, ella pagó tres y yo cuatro dólares de la habitación, por el hecho de que a ella la recordaban y nos hicieron descuento por ello. También me dijo que a la mañana siguiente me daría su parte para la siguiente noche, pero que si sus amigos, que llegaban al día siguiente, la podían acoger, se iría con ellos. En fin, a la pareja ya les dije que al día siguiente me cambiaba a una habitación solo, que podía pagar siete dólares y así tendría balcón. Además, no me fiaba de ella. Una de estas veces que la persona no te da buenas sensaciones. Así que no quería dejar las mochilas con ella en la habitación si me iba a pasear, ni dejarle la llave, que siempre llevé yo.
Playa principal. Isla Koh Rong. Abril 2015 |
Malika dijo que se quería caminar sola. Una chica bastante extraña, ya no por eso en sí, sino el modo de comportarse. Quería estar sola pero buscaba gente para compartir habitación y ahorrar costes. Eso lo podía hacer en un dormitorio compartido, pero a la chica le gustaba lo bueno, y si podía pagar lo mismo en un sitio mejor, encantada. De hecho, ella pagó tres y yo cuatro dólares de la habitación, por el hecho de que a ella la recordaban y nos hicieron descuento por ello. También me dijo que a la mañana siguiente me daría su parte para la siguiente noche, pero que si sus amigos, que llegaban al día siguiente, la podían acoger, se iría con ellos. En fin, a la pareja ya les dije que al día siguiente me cambiaba a una habitación solo, que podía pagar siete dólares y así tendría balcón. Además, no me fiaba de ella. Una de estas veces que la persona no te da buenas sensaciones. Así que no quería dejar las mochilas con ella en la habitación si me iba a pasear, ni dejarle la llave, que siempre llevé yo.
De repente me paró un tío por la playa y ¡sorpresa!, Augusto, el español de Aranjuez que conocí en Pai, Tailandia junto con las chicas argentinas. ¡Qué pequeño es el mundo!. Nos dimos un abrazo y nos contamos la ruta seguida por ambos durante ese mes y medio desde que nos vimos en Pai. Le dije que había estado chateando el día anterior con Mar, una de las argentinas, para que me diera consejos sobre la isla, puesto que ellas se habían quedado aquí muchos días. Me quedé un rato con él charlando, y luego volví con la pareja.
Me levanté poco después de la seis, para llegar a tiempo de ver amanecer en la playa, una auténtica maravilla. Me levantaba con esta vista cada día. Bajé a desayunar, y estuve dando una vuelta por la villa y la playa, casi vacías a primera hora de la mañana.
Amanecer desde el balcón de mi dormitorio. Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Villa principal. Isla Koh Rong. Abril 2015 |
Regresé al hostal para decirle al recepcionista que quería una habitación para mí solo, y afortunadamente quedaba una con balcón hacia la playa. Desperté a Malika para decirle que me cambiaba, y que el recepcionista ya estaba avisado, por si ella quería hacer el check-out o seguir allí ella sola.
Cuando Adam y Natali se levantaron, les acompañé a desayunar, y de paso pedí mi comida, pues eran ya cerca de las once. Malika nuevamente fue por su lado, dejando sus cosas en recepción y diciendo que no sabía si se quedaría o no. Cuando le pregunté dónde se quedaría, dijo a las claras lo que ya se veía venir, que sus amigos eran ricos y estaba segura que la invitarían a quedarse con ellos. Hay personas que buscan lo que buscan, no hay más.
El agua de la playa del puerto no parecía estar muy limpia, y su olor tampoco era el mejor, normal cuando las aguas residuales de todos los hostales iban a parar allí. En la mesa había un joven americano que empezó a hablarnos y nos invitó a ir con él y otras dos personas a la playa del otro lado, Long Beach, en la bahía Soksam. Como era precisamente donde queríamos ir nosotros, nos apuntamos. Mar me avisó que tuviese cuidado con unas moscas de arena algo peligrosas, enviándome fotos de cómo le habían dejado las piernas durante varios días. Me comentó que vendían aceite de leche de coco, o algo así, para repelerlas, y compré un bote, aunque finalmente lo usé poco. Eso sí, su olor era muy fuerte.
El camino hacia dicha playa no parecía estar muy bien indicado, o al menos nosotros no lo encontramos fácilmente, perdiéndonos entre la jungla de la pequeña montaña que separa ambos lados de la isla. Usamos el gps del móvil de Arron, el americano, hasta que logramos enlazar con el camino correcto, aunque el final tampoco fue fácil, con la bajada de la montaña entre rocas. Las otras dos personas eran un eslovaco y una chica de la República Checa, aunque no recuerdo sus nombres.
Una playa larguísima de arena blanca y agua azul turquesa nos esperaba a la llegada, y también unos cuantos turistas, que acababan ocupando su propia zona sin molestar al resto. El agua estaba templada, por lo que no refrescaba al darte un baño. Volvía a sorprenderme la cantidad de basura tirada en la playa, como si no les importara la falta de higiene y contaminación ambiental que eso genera.
A la tarde, Arron, Adam y yo fuimos andando hasta la otra punta de la playa, llegando a un lugar con seguridad y cerrado al público. Arron sabía que se trataba de la versión americana de "supervivientes", el programa de televisión, y nos adentramos un poco en la zona prohibida hasta que nos paró el encargado de seguridad, que resultó ser panameño y hablaba español. No sé si en Estados Unidos tiene más repercusión, pero Arron estaba como excitado hablando al resto de la gente que encontrábamos por la playa de aquello.
La vuelta la hicimos Adam y yo muy rápida, puesto que por allí también apareció la otra pareja, lo que significaba que Natali se había quedado sola durante casi dos horas cuidando las mochilas del resto y no lo sabíamos. Y lógicamente no estaba de muy buen humor. Llegamos justo para ver la puesta del sol, bellísimo, y coger un bote lento hacia nuestra playa en un viaje tranquilo y relajado. Nos duchamos, cambiamos, y quedamos para cenar, despidiéndonos después porque ellos tres dejaban la isla al día siguiente. Esa noche hubo música alta en uno de los restaurantes de la playa, y también una tormenta espectacular, tanto que me despertó dos veces durante la noche a pesar de tener los tapones de los oídos puestos.
Bajada hacia la playa larga, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Una playa larguísima de arena blanca y agua azul turquesa nos esperaba a la llegada, y también unos cuantos turistas, que acababan ocupando su propia zona sin molestar al resto. El agua estaba templada, por lo que no refrescaba al darte un baño. Volvía a sorprenderme la cantidad de basura tirada en la playa, como si no les importara la falta de higiene y contaminación ambiental que eso genera.
Playa larga, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Playa larga, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Playa larga, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
La vuelta la hicimos Adam y yo muy rápida, puesto que por allí también apareció la otra pareja, lo que significaba que Natali se había quedado sola durante casi dos horas cuidando las mochilas del resto y no lo sabíamos. Y lógicamente no estaba de muy buen humor. Llegamos justo para ver la puesta del sol, bellísimo, y coger un bote lento hacia nuestra playa en un viaje tranquilo y relajado. Nos duchamos, cambiamos, y quedamos para cenar, despidiéndonos después porque ellos tres dejaban la isla al día siguiente. Esa noche hubo música alta en uno de los restaurantes de la playa, y también una tormenta espectacular, tanto que me despertó dos veces durante la noche a pesar de tener los tapones de los oídos puestos.
Atardecer en la playa larga, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Cenando con Adam, Natali y los amigos de aquel día, Isla Koh Rong. Abril 2015. |
Si vais por allí y queréis dormir, tenéis que elegir un hostal algo alejado de esa zona. Es una lástima, al menos desde mi punto de vista, ver crecer a los niños pequeños en ese ambiente festivo continuo, entre jóvenes que van a pasárselo bien y que consumen alcohol, tabaco y otras cosas. No es tan drástico como en otras partes, pero igual hay críos trabajando a muy temprana edad. ¿Realmente el turismo es tan bueno para ellos como para cambiar totalmente su estilo de vida?. Actualmente ya se están construyendo carreteras para conectar las diferentes playas, y también hay proyectado un aeropuerto en mitad de la isla, cuya construcción supondrá la destrucción de una zona vegetal considerable... otra lástima.
Niños en el patio del colegio. Isla Koh Rong. Abril 2015 |
Cenando nos encontramos a Augusto (en realidad lo veía varias veces al día al ser aquello muy pequeño), y nos contó que había conocido a Malika ese día en la playa, y que ésta, de primeras, también le ofreció compartir habitación con ella. Realmente rara esa chica. La pareja se iba al día siguiente, yo había decidido quedarme una noche más, así que nos tomamos la última cerveza juntos.
Aquella fue una mala noche, con un nuevo vecino supongo que medio borracho pegando portazos, y yo yendo al baño a vomitar. Me debió de sentar mal algo, o se me cortó la digestión, no sé. Afortunadamente no fue a peor. Pero el hecho es que estaba enlazando varias cosas seguidas los últimos días, y empezaba a estar cansado de Camboya, aunque no podía adelantar mi entrada a Vietnam antes de la fecha plasmada en mi visa. Todo pasa por algo, suponía que tendría que descubrir un lugar maravilloso antes de irme del país.
Al día siguiente tampoco hice apenas nada, sólo descansar. Me preparé una botella de agua con limón para ir bebiendo, y no comí nada hasta alrededor de las tres de la tarde, cuando me entró hambre, que eso siempre es buena señal, aunque tomé sólo algo ligero. También compré el billete hacia la otra isla, Koh Rong Sanloem, sin saber si Adam y Natali se habrían quedado finalmente algún día allí, o habrían marchado después a Sihanouk Ville.
Por la noche Augusto me encontró cenando, y se tomó la cerveza gratis incluida en mi cena y que yo no quise. Nos quedamos charlando allí un rato y luego en otro pub cercano. Finalmente nos despedimos, pues su intención era quedarse en la isla un par de semanas.
La isla Koh Rong Sanloem
A la mañana siguiente tomé la barca hacia Koh Rong Sanloem, pero antes de partir, una chica nos preguntó a mí y a una pareja francesa, únicos clientes ese día, en cuál de las dos playas de la isla queríamos parar. Le comenté que el día anterior me dijeron que podía estar un par de horas en la primera y, si no me gustaba, marchar hacia la segunda en el siguiente barco. Me dijo que las condiciones habían cambiado, y tuve que discutir un rato para que, al menos, me esperasen cinco minutos en la primera playa, donde está la aldea, para preguntar si quedaban habitaciones libres en los alojamientos. Nuevamente, qué difícil era tratar con la gente camboyana, los clientes les importan tres leches. Daba igual que le dijese que compré el billete por las condiciones que me habían dicho el día anterior, no había compensación alguna. Y encima se cabreó cuando le dije que entonces me devolviese la mitad del dinero. Increíble. Gentuza, como ya dije, sólo buscan sacarte el dinero, sin más.
Así que al llegar a la isla, salté al muelle corriendo, pregunté en el primer hostal, veinte dólares el bungalow, y como me pareció caro, y en cinco minutos sólo podía guiarme por la primera impresión, decidí continuar hasta la segunda playa, donde se encuentra la mayor parte de los alojamientos de la isla.
Sanloem es una isla más cara que Koh Rong, pues la gente busca allí la tranquilidad que no se tiene en la segunda (a menos que vayas a uno de los resort de otras playas). Es decir, se supone que es más exclusiva, aunque también hay lugares baratos, con dormitorios a compartir por siete dólares la cama, más del doble que en Koh Rong. El problema fue que éstos no me gustaron, y el resto de opciones baratas estaban llenas, pues la isla estaba invadida de vietnamitas, que estaban de vacaciones en su país y no necesitan visa para entrar a Camboya. El precio del resto de hospedaje ascendía desde los veinticinco dólares. Entre aquello y que la comida también era notablemente más cara, decidí que continuaría directamente hasta Sihanuok Ville en el barco de la tarde.
Durante esa mañana me di un par de baños en la playa. Allí seguían desembarcando vietnamitas, y cuando fui a comer en el restaurante donde había dejado la mochila grande por la mañana, me dijeron que se habían quedado sin existencias y que estaban esperando un barco con más provisiones. En el segundo restaurante tuve más suerte, y pude comer algo y esperar sentado hasta las 15:00, hora de salida del barco.
Durante esa mañana me di un par de baños en la playa. Allí seguían desembarcando vietnamitas, y cuando fui a comer en el restaurante donde había dejado la mochila grande por la mañana, me dijeron que se habían quedado sin existencias y que estaban esperando un barco con más provisiones. En el segundo restaurante tuve más suerte, y pude comer algo y esperar sentado hasta las 15:00, hora de salida del barco.
El barco de vuelta a Sihanouk Ville era lentísimo, es el que llaman el "party boat". Por supuesto, estaba lleno de vietnamitas, y dos de ellos entablaron conversación conmigo en diferentes momentos, una chica de 29 años y un chico de 23. Fueron majísimos, y ambos me dieron sus teléfonos para llamarles en Ho Chi Ming City si necesitaba algo o quería que me enseñaran la ciudad. Vaya diferencia con los camboyanos pensé. Con lo bien que me había hablado mucha gente de Vietnam y yo sin poder entrar hasta el día diez de Mayo.
Al llegar al muelle, compré el billete de autobús hacia Kampot a las once de la siguiente mañana en la oficina de información turística por seis dólares. Esa noche dormí en la Smile Guesthouse por siete dólares la habitación doble con ventilador y baño propio. Inicialmente me pidieron nueve dólares, pero regateé un poco. Está muy cerca del muelle, y tiene restaurante con buena comida. De hecho, allí fue donde habíamos comido Adam, Natali y yo antes de subir al barco hacia la isla. Es un sitio recomendable. Cené allí un plato de arroz frito con pollo, pero justo después empecé a notar que no me había sentado bien, otra vez. Tomé un almax, pero ni por esas, la noche volvió a ser mala. Di un paseo por la playa, que estaba llena de gente y había fuegos artificiales, supuse que también debido a la fiesta vietnamita.
En resumen, Koh Rong es una preciosa isla que merece la pena disfrutar por unos días, y descubrir esas pequeñas zonas que no están invadidas por los turistas. Sus amaneceres y atardeceres son de lo mejor que he visto en Camboya, al igual que sus playas de arena blanca. Si no te importa pagar algo más, Sanloem te da posibilidades más tranquilas.
Al llegar al muelle, compré el billete de autobús hacia Kampot a las once de la siguiente mañana en la oficina de información turística por seis dólares. Esa noche dormí en la Smile Guesthouse por siete dólares la habitación doble con ventilador y baño propio. Inicialmente me pidieron nueve dólares, pero regateé un poco. Está muy cerca del muelle, y tiene restaurante con buena comida. De hecho, allí fue donde habíamos comido Adam, Natali y yo antes de subir al barco hacia la isla. Es un sitio recomendable. Cené allí un plato de arroz frito con pollo, pero justo después empecé a notar que no me había sentado bien, otra vez. Tomé un almax, pero ni por esas, la noche volvió a ser mala. Di un paseo por la playa, que estaba llena de gente y había fuegos artificiales, supuse que también debido a la fiesta vietnamita.
En resumen, Koh Rong es una preciosa isla que merece la pena disfrutar por unos días, y descubrir esas pequeñas zonas que no están invadidas por los turistas. Sus amaneceres y atardeceres son de lo mejor que he visto en Camboya, al igual que sus playas de arena blanca. Si no te importa pagar algo más, Sanloem te da posibilidades más tranquilas.
Dragón, vendrás por sudamérica?
ResponderEliminarEso espero, algún día. Las cataratas de Iguazú, el salto del ángel, el perito Moreno, la Tierra de Fuego... por poner algunos maravillosos ejemplos de lo que no me gustaría perderme allí.
EliminarSiento mucho haber tardado tanto en contestarte, pero no me he dado cuenta hasta ahora que había inhabilitado esta opción por error. Un abrazo.