Por Jonathan Arias
enero 16, 2017
El
Parque Nacional Fiordland y sus 14 fiordos se encuentran en la esquina suroeste
de la isla sur de Nueva Zelanda. El más visitado es Milford Sound, y el más profundo Doubtful Sound.
La leyenda maorí cuenta que un gigante albañil
llamado Tute Rakiwhanoa talló los escarpados valles con su hacha. Los lagos Te Anau y Manapouri completan un entorno natural
impresionante de indudable belleza.
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Fiordo Milford Sound y pico Mitre. Parque Nacional Fiorland |
Te Anau
A orillas del segundo lago más grande de Nueva Zelanda se asienta Te Anau, un pequeño pueblo que sirve como base para visitar y explorar el Parque Nacional Fiordland. El lago Te Anau es el más grande de los lagos glaciales de sur, y posee tres grandes brazos o fiordos en su lado occidental que desaparecen bajo las imponentes montañas Murchison y Kepler.
El Parque Nacional Fiordland es Patrimonio de la Humanidad, y recibe el nombre de Te Wahipounamu, “el lugar de jade”, por ser éste el recurso mineral más apreciado de la zona. Un paisaje que ofrece espectaculares cascadas, lagos brillantes y profundos y picos nevados. Hay muchas opciones de actividades en esta zona, como rutas de senderismo, cruceros en los fiordos, recorridos en kayak o la visita a las cuevas de luciérnagas Te Ana-au. Por eso se aconseja reservar con antelación en temporada alta el alojamiento, las excursiones y los cruceros.
Desperté temprano en
Te Anau.
Fuera, frío, como siempre. No fue la mejor noche dentro de la campervan, pero al menos
pude descansar varias horas. Aún notaba el cansancio de haber conducido tantas horas el día anterior, especialmente las dos últimas durante la noche desde Invercargill. Encontré un baño público frente al lago, detrás de
la gasolinera, que aproveché para lavarme la cara, los dientes, y lo que
utilicé para desayunar. Eran las ocho de la mañana cuando partí hacia Milford
Sound.
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Lago Te Anau. Parque Nacional Fiordland |
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Lago Te Anau. Parque Nacional Fiordland |
Un
letrero confirmaba que la carretera número 94 hacia allí, Milford road, con 120 kilómetros de
longitud, estaba abierta. En realidad se refieren al paso de montaña, muy cerca
del final. Esta carretera es una atracción en sí misma, con panorámicas
impresionantes. Se suelen utilizar algo más de dos horas para completarla, pero
yo tardé tres porque paraba constantemente a ver el paisaje y hacer
fotografías. No podía creer cuánta belleza estaba viendo, era un paraíso.
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Paisajes de la carretera Milford. Parque Nacional Fiordland |
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Paisajes de la carretera Milford. Parque Nacional Fiordland |
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Paisajes de la carretera Milford. Parque Nacional Fiordland |
Uno
de los atractivos más conocidos del recorrido es el lago mirror (espejo), que
refleja perfectamente todo el paisaje que lo rodea, con las montañas y el cielo
como actores principales. Dicen que el mejor momento para apreciarlo es durante
la mañana. Allí coincidí con un autobús de turistas chinos con los que me fui
cruzando en el resto de miradores hasta llegar a Milford Sound.
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Lago espejo (mirror lake). Parque Nacional Fiordland |
Llegué
al paso de montaña, nevado, y paré para tomar fotografías. Nos encontramos con varios pájaros de color verde y un
tamaño considerable que se subían a los vehículos para picotearlo todo. Se
llaman Kea, y parecen loros gigantes. Uno de ellos se subió a mi campervan, y
como no cerré completamente la puerta, arrancó varios trozos de goma en los
segundos que tardé en hacerle la foto.
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Paisajes de la carretera Milford. Parque Nacional Fiordland |
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Kea arrancando la goma de mi coche. Parque Nacional Fiordland |
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Paso de montaña. Parque Nacional Fiordland |
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Paso de montaña. Parque Nacional Fiordland |
El
túnel Homer está justo al lado, y como es de un solo sentido, hay que esperar
varios minutos a que el semáforo se ponga en verde. En esa zona se advierte del
peligro frecuente de avalanchas, que es una de las razones por las que hay que
comprobar previamente si la carretera se encuentra abierta o no. Al
cruzar al otro lado del túnel, las vistas del valle que se abre camino entre
las montañas son espectaculares. Al fondo, ya se divisa el fiordo Milford
Sound. Antes de llegar, hay otra de las paradas recomendadas en el mapa, el
Chasm, un salto del río sobre el que hay un puente de madera. No es muy
espectacular, y agradecí más el corto paseo por el bosque para estirar las piernas después del trayecto
en coche.
El fiordo Milford Sound
Al
llegar a Milford Sound hay un gran aparcamiento y una oficina de información
con restaurante. También disponen de un pequeño aeropuerto, supongo que para
emergencias y vuelos turísticos. Desde allí hay un corto paseo hasta el muelle,
donde ya esperaban varios barcos. Había reservado el crucero por el fiordo para las 11:45 con la
compañía Jucy por 59 dólares neozelandeses.
Había dos horarios
más, el más temprano y barato, a las 9:45, y el más tarde y caro, a las 13:45. Este
último está pensando para las excursiones de ida y vuelta en un mismo día desde Queenstown, aunque son casi 300 kilómetros y más
de cinco horas en transporte público. Mi recomendación es pasar la noche
anterior en Te Anau, o incluso en los alojamientos disponibles en el propio
Milford Sound. Hice
la reserva a través de la página Bookme.co.nz, en la que hay descuentos para
diferentes actividades, como ya comenté en estos consejos generales para viajarpor Nueva Zelanda. Confirmé la reserva en el mostrador, y esperé hasta que
zarpamos.
El
famoso pico Mitre domina las tranquilas aguas del fiordo, levantándose 1.690 metros sobre
éstas. Las vistas del fiordo, las montañas y cascadas fueron espectaculares.
Como en tantas otras ocasiones, las fotografías no pudieron captar la belleza
del paisaje que estaba viendo. Incluso aparecieron varios delfines cerca de la
desembocadura del bravo Mar de Tasmania. Algunos jugaron nadando delante del
barco. Fue como un regalo del universo cuando empezaba a sentirme más solo. Y
es que era el único viajero solo, ya que el resto eran parejas y familias con
niños. Y también vimos varias focas descansando plácidamente bajo el sol sobre
una roca.
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Fiordo Milford Sound y pico Mitre. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Delfines en el fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Delfines en el fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Focas en el fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
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Fiordo Milford Sound. Parque Nacional Fiordland |
Un
viaje verdaderamente recomendable, aunque si tuviera que elegir, probablemente
me quedaría con el crucero sobre el fiordo Geiranger, en Noruega. Allí el
fiordo es más estrecho, o lo parece, encerrado entre verdaderas paredes de montañas que se alzan
amenazadoras a ambos lados.
Llegué
al coche y comí allí mismo. Y cuando regresé de lavarme los dientes me di
cuenta de que me había dejado las luces encendidas cuando lo aparqué por la
mañana. Mis presagios se hicieron realidad cuando intenté arrancar el coche y no pude. La
batería se había descargado. Pregunté a varias personas por allí si disponían
de cables, y todos me dijeron que no. Fui a la oficina de información y me
sorprendieron al contestarme que la tarifa oficial para hacerlo eran 20 dólares
neozelandeses. Tanta fue mi sorpresa que volví a preguntarlo para asegurarme de
que lo había entendido correctamente. Llamar al seguro del vehículo habría
supuesto que alguien tuviera que llegar allí desde Te Anau, con un coste mayor
en tiempo y dinero. Así que no me quedó otra opción que pagarlos. Un detalle
bastante feo aprovechando lo aislado del lugar y teniendo en cuenta que tardaron dos minutos en solucionarlo.
El
semáforo antes de atravesar el túnel Homer se puso rojo justo cuando llegaba, y
tuve que esperar como cinco minutos antes de poder pasar. Mientras tanto, y
siendo el primer vehículo de la fila, tres keas se subieron encima y empezaron a
picotearlo todo. Como estábamos cuesta arriba, dejaba de pisar el freno un
segundo y luego lo hacía repentinamente para intentar echarlos, sin
conseguirlo. Por los espejos vi cómo personas de los otros coches se bajaban a
hacer fotografías, y yo sin poder salir, no fuese que alguno me picotease a mí
o se metiese dentro.
Llovía
cuando llegué a Te Anau, y una vez que el sol desapareció entre las
montañas, el frío intenso volvió a cubrir la zona. No obstante, di un paseo por las pequeñas calles del centro del pueblo. Era imposible sacar la mesa
plegable del coche y cocinar algo para cenar. Así que, o cenaba en algún restaurante,
cuyos precios ya había comprobado que eran caros, o, por el mismo precio,
reservaba un hostal para esa noche y cocinaba dentro. Después de cuatro días
durmiendo en la campervan y sin ducharme, me pareció la mejor idea.
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Lago Te Anau. Parque Nacional Fiordland |
El
hostal se llamaba Te Anau Kiwi Holiday Park, y el precio por una cama en un
dormitorio de diez fue de 27 dólares neozelandeses. Lo bueno fue que estuve
solo, con todo el dormitorio para mí. El baño compartido estaba fuera. Hubo dos
detalles que no me gustaron. El primero, que sólo proporcionaban 200 MB de
conexión wifi gratuita, algo bastante habitual en los hostales de Nueva
Zelanda. El segundo, que cobraban 5 dólares por alquilarte lo necesario para
cocinar y comer, algo que sólo vi allí y en el hostal de Queenstown. En mi
opinión, un detalle bastante lamentable, aunque quizás sufrieran robos en el
pasado. En cualquier caso no lo utilicé porque saqué de mi vehículo cuanto
necesité. De hecho, preparé varios tapers de comida para los siguientes días. Por
fin tuve una ducha larga y caliente, y dormí tranquilo sin el miedo de estar
haciéndolo en un sitio prohibido.
Seguía
lloviendo a la mañana siguiente, lo que me confirmó que elegí bien cuando opté
por salir corriendo de Invercargill para ver Milford Sound el día anterior con
buen tiempo. De todas formas, volví a pasear por las calles centrales de Te Anau y me
acerqué al lago. Allí se encuentra un centro de conservación de aves autóctonas de
esta zona de Nueva Zelanda, como el kea o el takahe.
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Lago Te Anau. Parque Nacional Fiordland |
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Lago Te Anau. Parque Nacional Fiordland |
El lago Manapouri, en pleno Fiordland
Conduje
20 kilómetros
hasta el cercano lago Manapouri, el segundo más profundo de Nueva Zelanda. Estuve
esperando un buen rato dentro del coche hasta que la lluvia cesó y pude dar un
paseo hasta la orilla del lago y los alrededores. Los rayos de luz que
atravesaban las nubes grises le otorgaban calma y tranquilidad al paisaje. El
Parque Nacional Fiordland lo rodea por completo.
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Lago Manapouri. Parque Nacional Fiordland |
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Lago Manapouri. Parque Nacional Fiordland |
Al
final del brazo occidental del lago Manapouri, hay una gran central hidroeléctrica que puede
visitarse. También es el punto de partida para explorar el fiordo
Doubtful Sound, el más profundo de Nueva Zelanda, y un refugio natural para defines, lobos
marinos y pingüinos.
Los amantes del senderismo podrán encontrar en el Parque Nacional Fiordland un paraíso. Bosques, montañas, lagos, valles, cascadas… Tres de las rutas denominadas “Great Walks” de Nueva Zelanda se encuentran en el Parque Nacional Fiordland. Son el Milford Track, el Kepler Track y el Routeburn. El más popular, no sólo de esta zona, sino del país, es el primero, con 53 kilómetros de distancia y que toma entre cuatro y cinco días para completarlo. Puentes colgantes, los valles Clinton y Arthur, montañas, lagos, cataratas, el paso de montaña MacKinnon y, finalmente, el fiordo Milford Sound. Aquí encontrarás las cascadas más altas de Nueva Zelanda, las Sutherland y Hirere.
Podéis encontrar más información al respecto, y sobre el resto de posibles actividades y visitas en esta zona en las páginas web oficiales de turismo en el Parque Nacional Fiordland y Nueva Zelanda.
Al
volver a Te Anau, paré unos minutos en la biblioteca pública para comprobar los
mensajes con su wifi gratuita, antes de seguir mi viaje por Nueva Zelanda hacia
Queenstown. En el camino, los paisajes hacían que
condujese despacio para poder disfrutarlos. Así llegué al comienzo del lago
Wakatipu, otro espectáculo de la naturaleza.
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Paisaje entre Te Anau y Queenstown. |
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Paisaje entre Te Anau y Queenstown. |
En
resumen, el lago Te Anau y el pueblo del mismo nombre, el fiordo Milford Sound, el lago Manapouri y el Parque Nacional Fiordland en general son, sin duda alguna, visita obligada en
cualquier viaje a Nueva Zelanda. Sus paisajes son espectaculares y de una belleza sin igual. En mi opinión, esta zona junto con el lago Wakatipu y Queenstown, y los lagos Tekapo y Pukaki junto con el monte Cook Aoraki, son lo mejor de Nueva Zelanda. Tienen el
poder de atrapar tu vista y corazón para siempre.
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