Kota Kinabalu, primer encuentro con Borneo

Kota Kinabalu, más conocida como KK y cuyo antiguo nombre fue Jesselton, es la capital de la región de Sabah, en la costa noreste de la isla de Borneo, y frente al Mar del Sur de China. Es un centro comercial e industrial importante, por lo que ha tenido un rápido crecimiento en las últimas décadas.

Kota Kinabalu, Sabah, Borneo, Malasia
Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Al llegar al aeropuerto de Kota Kinabalu desde Kuala Lumpur, me esperaba Fanny, la francesa que me alojaría en su casa durante un par de días, con una gran sonrisa. Llevaba viendo tres meses en aquel lugar, pues a su marido lo había trasladado su empresa por los próximos tres años. Ese día, además, les llegó un contenedor procedente de Francia con sus muebles y demás pertenencias. Lo curioso fue que, estando aún en Malasia, me pusieron un sello de Sabah en el pasaporte.

Me llevó hasta su casa pasando por la ciudad, contándome alguna cosilla sobre la misma, pero sin mucho entusiasmo, pues según ella, no tenía mucho para ver. Y tenía razón, pero eso no lo comprobé hasta el día siguiente. Llegamos a su condominio, con varios edificios ocupados por familias de francesas en las mismas condiciones que ellos, lo que le resultaba algo aburrido. En Francia trabajaba como enfermera, y allí había conseguido trabajo en una asociación para trabajar con niños malayos y para enseñar francés a los locales. Era muy simpática, y muy fácil de trato desde el principio. Estuvimos conversando durante la tarde en la terraza de su casa, preparó unos crepes deliciosos, y fuimos hasta la casa de una amiga para tomar una copa de vino. Tugce era turca, y pareja de Nicholas, Nico, un compañero de trabajo de Jeff, el marido de Fanny.

Jeff le había preguntado a Fanny si yo quería jugar un partido de squash, algo que no había probado antes. Pero me gusta casi cualquier deporte, así que acepté sin dudar, aún sin tener zapatillas adecuadas. Jeff también me cayó bien desde el principio, de mi quinta e igual de amable y simpático que su mujer. Me enseñó las reglas del juego y practicamos durante un rato antes de comenzar el primer partido, en el que me destrozó. Entre tanto llegó Nico, con el que jugué después, ganándole un partido y perdiendo otro. El juego me gustaba, y la técnica con la raqueta la tenía, sólo necesitaba situarme bien en la pista, y otras zapatillas, porque jugaba con las de trekking, que terminaron por hacerme ampollas en sendos pies. Pero soy una persona muy competitiva, y no me gusta perder, especialmente si los errores son míos, así que no paré hasta ganarle a Jeff uno de los partidos. Y estaba seguro que aún tenía mucho margen de mejora. La verdad es que me gustó la experiencia, lo disfruté al máximo. Eso sí, sudé una barbaridad, estaba agotado.

Fanny nos esperaba porque había reservado mesa en un restaurante ecológico de la ciudad al que nunca habían ido, así que sería nuevo para todos. Signal Hill Eco Farm, se llama. La cena resultó deliciosa, y el trato y conversación con ellos dos era muy fácil, me hicieron sentir muy cómodo desde el principio. Además compartíamos muchos pensamientos sobre la vida, los viajes... Jeff también había viajado durante meses en el pasado, incluyendo Sudamérica, por lo que se manejaba un poco con el español. Me prepararon una de las habitaciones de su piso. La era corta para mí, y algo blanda, por lo que me hundía ligeramente en ella, y no resultó del todo cómoda. Pero no tenía nada de lo que quejarme. Mejor, imposible.

A la mañana siguiente, Fanny me llevó hasta el mercado de pescado, donde lo curioso era ver el pescado metido en bolsas de plástico y colgado. Había planeado preparar una cena para la noche, también con Nico, Tugce, y otro amigo. Compró también varias verduras y volvimos a su casa para dejarlo todo y coger mi mochila, pues me recomendó ir hasta una de las islas cercanas que hay en frente de la costas de Kota Kinabalu. Al llegar al puerto, me dijeron que no podría coger el paquete de visitas a dos o tres islas por ir solo, algo que me sorprendió, por lo que únicamente me quedó la opción de ir y volver a una de ellas. Elegí la de nombre Sapi. El precio fue de 23 ringgits la ida y vuelta, más otros siete y algo de tasas, que se terminó quedando justo en 30 ringgits.

Mercado de pescado. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

El trayecto en una pequeña barca duró una media hora, y vi una gran cantidad de botellas de plástico y cajas blancas de comida para llevar, que flotaban en el mar. Una pena. Supuse que eran los mismo pescadores y personal de las barcas los que las tiraban. Algo corto de miras, la verdad, pues si la basura sigue creciendo en el mar y las playas, acabará con el turismo en un futuro no muy lejano. La playa, como ya me comentó Fanny que les ocurrió a ellos, estaba llena de chinos.

No me quedé allí, fui a explorar la isla por el camino existente para ello. Después de una media hora, cuando éste se adentraba en el selva, di media vuelta, pues iba con sandalias, nada apropiado para ello, y ya me había cruzado con uno de esos grandes lagartos que ya había visto en la isla Kecil. Al principio ni se apartó del camino al verme, e incluso hizo un gesto de agresividad. Pero tuve tiempo de comprobar que la basura no sólo estaba en las aguas del mar, también en las playas. Al volver, me quedé un rato en la playa, apartado del lugar donde estaban la mayor parte de los turistas. Me dí un baño y descansé un rato, para volver a la ciudad después de dos horas. Desde mi punto de vista, no es una visita que merezca mucho la pena si vas solo a una de aquellas islas. Quizás alguna de las otras más grandes, Manukan o Gaya, den más juego que Sapi.

Isla Sapi. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Isla Sapi. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Isla Sapi. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Al llegar, fui directamente a la oficina de turismo, donde me dieron información no sólo de la ciudad, sino también de otros destinos dentro de Sabah, y de los autobuses que iban hacia allí. Después de comer, paseé entre las calles, pero Fanny tenía razón, no tenía nada interesante que ver. Visité la mezquita cuya arquitectura me había gustado en el camino del aeropuerto a casa de mis anfitriones. Olvidé por completo la formalidad de la ropa, y como debí entrar por la entrada opuesta a la principal, nadie me dijo nada, por lo que me planté en la sala de rezo con bañador y camiseta sin mangas. Uno de los musulmanes que allí se encontraban se levantó y me pidió salir, acompañándome hasta donde estaba otro, que me dio una túnica, y me acompañó de nuevo a la sala. Luego llamó a otra persona, que estuvo una media hora conmigo contándome cosas sobre el Islam y aquella mezquita en particular, igual que me había sucedido en algunas de las anteriores que visité en Malasia.

Mezquita de Kota Kinabalu, Sabah, Borneo, Malasia
Mezquita de Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Prácticamente al lado de la mezquita encontré un barrio de casas flotantes, pero que con la marea baja de aquel momento, dejaban al descubierto una cantidad ingente de basura entre las mismas. Y cuatro niños jugando allí mismo, que posaron para mí, e incluso me pidieron más fotografías y me pedían la cámara para comprobar cómo habían salido. A posteriori, uno de los amigos de Fanny me contó que eso era un criadero de insectos, y con ellos, de enfermedades. Pero tenían la suerte que la marea subíese antes de que las larvas de insectos tuviesen tiempo de liberarse, unas diez horas después de haber sido puestas.

Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Pasé a un centro comercial buscando una camiseta de manga larga para usar en el jungla, y me encontré esta graciosa chiquitina. Antes de hacerle la foto, le pedí permiso a su padre. Comentándolo posteriormente, a Tugce, también musulmana, le parecía algo sin sentido que los padres pusieran el pañuelo en la cabeza a sus hijas a tan temprana edad, porque realmente, la obligatoriedad comienza a partir de tener el primer periodo. Me despedí del centro después de ver el atardecer desde el bulevar, como tantas otras personas. No caí en la cuenta de que la noche en Sabah llegaba una hora antes que en la península de Malasia, por lo que se me hizo de noche de camino a casa, en mitad de una carretera llena de coches intentando regresar a casa, y sin camino para peatones.

Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Atardecer desde el bulevar. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Cuando llegué, Fanny ya tenía todo listo, se había pasado el día cocinando. Terminé de ducharme y cambiarme justo antes de que aparecieran Nico y Tugce, que había preparado el pan y el postre. De hecho, tuvo el detallazo de hacerme un bollo de pan para mi viaje del día siguiente. Conversamos en la terraza mientras esperamos que llegase el último invitado, Lionel, otro francés dueño de una agencia de viajes. La cena, como no podía ser de otra manera, estuvo realmente deliciosa. Realmente echaba de menos comer algo diferente al arroz con pollo, y más si iba acompañado de pan. A pesar de hablar todos francés, tuvieron la deferencia de hacerlo en inglés cada vez que la conversación se tornó en una única. Después del largo día, y unas agujetas terribles debidas al partido de squash del día anterior, me fui a la cama agotado.

Fanny, Lionel, Jeff, Tugce y Nico. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Ahora conmigo. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Fanny preparó el desayuno antes de llevarme a la terminal de autobuses, una de las tres que hay en la ciudad. Aunque lo de terminal es un decir, porque era simplemente un tramo de calle donde había varias casetas de distintas compañías. De hecho, Fanny tuvo que dar un par de vueltas hasta que lo encontramos, porque esperábamos ver algo distinto. Compré el billete de autobús hacia Kudat por 25 ringgits, y esperé hasta la salida, viendo como subían dos parejas de occidentales, lo que siempre ayuda a ir un tanto más tranquilo.


2ª parte - desde el monte Kinabalu (Taman Negara Gunung Kinabalu)

Al llegar a Kota Kinabalu desde el Parque Nacional Kinabalu, no quise avisar a Fanny y Jeff de que estaba allí. En primer lugar por no hacerlo hecho con antelación y ponerles en un compromiso, y en segundo lugar porque realmente necesitaba descansar solo después del gran susto que tuve. Así que busqué una habitación individual. Miré algún dormitorio compartido, pero me echaron para atrás, realmente necesitaba estar solo esa noche. Elegí un hotel algo más caro, con baño dentro, por 60 ringgits la noche. No tenía desayuno incluido. Se llama Garden Hotel. Lo único que no me gustaba era que, a ambos lados de la habitación, había una puerta doble que conectaban con las contiguas. Estaban cerradas claro, pero suponía que no amortiguarían el sonido de los otros clientes muy bien.

Tomé una larga ducha, y me tumbé a descansar en la cama leyendo los periódicos por la tablet. Fui a cenar al mercado filipino, donde el pescado es fresco, y encontré las mayores langostas que he visto nunca. Y volví pronto. Lo peor fue que la china irrespetuosa de la habitación de al lado hablaba por teléfono a gritos y con el altavoz encendido. Tuve que bajar a decírselo a la recepcionista, incluso le pedí un cambio de habitación. Subió conmigo, y llamó al menos diez veces con los nudillos en la puerta. La china no abrió, pero cortó la llamada y no volvió a hacerlo durante la noche. Increíble la poca educación de algunas personas. Luego a la mañana, sobre las nueve, volvió a hacerlo, pero por las escaleras y pasillos, y salí cabreado a decirle si estaba loca. También cortó la llamada de inmediato. Esa noche no conseguí dormir más que cuatro horas, como mucho.

Langosta en el mercado filipino. Kota Kinabalu. Septiembre 2015

Comprobé el precio de los vuelos a Kuching, Miri y Mulu, todas ya en la provincia de Sarawak, pero estaban alrededor de los 50 euros al cambio para ese día y cuarenta para el siguiente. El billete del autobús a Miri costaba 90 ringgits, aunque conseguí un descuento de 10. El de Brunei eran 100 ringgits, algo que no entendí puesto que estaba más cerca. No tenía decidido si pasar dos o tres días allí, porque todo el mundo me decía que no había nada que ver, pero quería buscar información por mi mismo, porque estando tan cerca, me parecía absurdo dejar escapar la oportunidad de visitarlo.

Busqué un hostal donde cambiarme para pasar la siguiente noche. Elegí el Sensi Backpackers Hostel, por 30 ringgits la habitación compartida de seis cama, con desayuno incluido y baño fuera, por tener muy puntuación de la web de Booking. Pasé la tarde escribiendo notas en el blog, descansando, leyendo información y comentarios sobre Brunei, y saliendo a cenar y dar una vuelta. Finalmente decidí ir directamente a Miri al día siguiente.

Me fui pronto a la cama, y aún estando la luz principal abierta, y los compañeros y compañeras entrando y saliendo, me puse los tapones de los oídos y pude dormir bien, pues la cama era cómoda y yo estaba totalmente roto. Desperté varias veces durante la noche, pero igualmente descansé. A la mañana siguiente, desayuné y fui a la terminal de autobuses donde estuve el día anterior, y distinta a aquella desde donde partí hacia Kudat. Compré mi billete a Miri por 80 ringgits, en un autobús con asientos cómodos. El viaje sería largo, de unas ocho horas, y pasaríamos por Brunei, por lo que me proporcionaron el documento de entrada y salida a dicho país, y que tenía que completar para que me pusieran el sello en la frontera. 

En resumen, Kota Kinabalu es una ciudad sin ningún atractivo turístico, pero es tranquila, y se puede utilizar para tener unos días más relajados y como punto de partida hacia otros puntos de la provincia de Sabah. No obstante, si tienes un viaje por Malasia ajustado de tiempo, mi recomendación es no perder tiempo en ella.


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