Las paradisiacas islas Perhentian Besar y Kecil

Las islas Perhentian pertenecen a un Parque Nacional Marino protegido que se encuentran en el noroeste de la península de Malasia. Las dos islas principales son la Pulau Besar (Perhentian Grande) y Pulau Kecil (Perhentian Pequeña), y se podrían definir como paradisíacas por sus playas de arena blanca y aguas claras de color azul turquesa.

Vistas de Long Beach desde el restaurante de mi hostal. Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015


El autobús desde Kuala Lumpur llegó a Kuala Besut pasadas las ocho y media de la mañana. Me dejó en una pequeña plaza donde había una agencia de viajes abierta. Pasé para preguntar dónde podía coger un barco hacia las islas Perhentian, y me contestaron que ellos vendían los billetes por 70 ringgits la ida y vuelta, con la vuelta abierta desde cualquiera de las dos islas. Como estaba cansado para buscar otras opciones y comparar precios, y la siguiente salida era a las nueve, tan solo unos minutos más tarde, lo compré allí mismo. La mujer me acompañó hasta el puerto, a escasos dos minutos andando, donde tuve que pagar otros 5 ringgits para la conservación del medio marino, especialmente el arrecife de coral. Viendo a posteriori la basura que había tirada por la isla, a pesar de los carteles de información al respecto para no hacerlo, me pareció muy contradictorio.

El conductor de la barca preguntó dónde queríamos ir, si a la Perhentia pequeña (Pulau Kecil) o a la grande (Pulau Besar), y en que playa de éstas. Yo le dije Long Beach, en la pequeña, pues era donde estuvo Martina, la italiana que conocí en George Town, y donde me recomendó ir. Tiene fama entre los mochileros por ser una playa con fiesta y ambiente joven. La isla grande es más tranquila, indicada para familias, pero también es más cara. Sin tener ninguna reserva, y sabiendo que la mayor parte de los alojamientos de la isla pequeña no aparecen en los buscadores de hostales, resultaba más seguro optar por esta vía, y si no me gustaba, siempre podría cruzar a la otra. Además, aquella barca era de las primeras del día, por lo que dispondría de tiempo para ver varios alojamientos y elegir.

Llegando a la isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Y así hice, aunque me terminé quedando en el mismo sitio que Martina, que había dejado la isla esa misma mañana. Se llama D'rock Garden Resort, está situado a la izquierda según llega el barco, y pagué 50 ringgits por una habitación con dos camas pequeñas y el baño compartido fuera. Era una cabaña donde había dos habitaciones iguales. Si hubiera ido acompañado hubiera sido más económico, pero preferí aquello antes que los dormitorios compartidos que vi en otros hostales de la playa. En cuanto a la llegada de la barca, ésta no nos dejó en la playa Long Beach, sino a unos cincuenta metros de la misma. A su encuentro salió otra barca-taxi pequeña, a la que tuvimos que pagar 2 ringgits adicionales cada uno, no incluido en el precio del billete. Vamos, todo un negocio redondo. Y como ya me habían advertido, la comida era más cara en la isla, pero eso es algo que sí entra dentro de lo lógico y habitual.

Long Beach. Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Bajé a la playa, comprobando la claridad del agua, con una buena visibilidad cuando abrí los ojos dentro del la misma. Dicen que es una de las mejores zonas para hacer snorkel y submarinismo. De hecho, había diversas empresas dedicadas a ello. Incluso en una de las playas, Coral Bay, el alojamiento era gratuito si contratabas al menos seis inmersiones. Después de comer descansé un rato en la cama. O lo intenté, porque no hubo luz durante esas horas y no pude encender el ventilador, y hacía muchísimo calor.

Después hice una ruta por la isla Perhentian Kecil, donde se puede ir hasta el lado opuesto, en la playa Coral Bay, y luego la fui bordeando hasta llegar a la aldea local, situada en frente de la isla Perhentian Besar. El camino no tiene pérdida, pues está adoquinado, excepto en las playas. Al llegar a la villa, y siendo tan pequeña, me sorprendió ver que lo que no faltaba era una gran mezquita. Pregunté si podía seguir caminando hasta llegar a la playa donde me alojaba, pero me contestaron que parte del camino era peligroso, y me aconsejaron volver por donde vine. El problema fue que apuré tanto la hora que se me hizo muy tarde, por lo que los últimos veinte minutos los hice con la oscuridad de la noche envolviendo mis pasos. Afortunadamente, y como ya dije, el sendero estaba adoquinado, y dentro de la penumbra, era fácil seguirlo.

Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

En la isla, todo lo que no era playa era selva, y siendo un lugar tan aislado, la fauna es un tanto más grande de lo habitual, incluyendo los mosquitos, que parecen helicópteros de guerra queriendo aniquilarte con su material bélico. Así que es importante llevar suficiente spray anti mosquito, porque resultaba considerablemente más caro comprarlo en la isla. Me crucé varias veces con unos lagartos enormes, que a veces se camuflaban entre la maleza y resultaba complicado verlos hasta que los tenías encima y me daban un buen susto. Entre las ramas de los árboles que rodeaban mi cabaña correteaban simpáticas ardillas cuyo extremo de su cola era de color rojizo.

Lagarto. Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Lagarto. Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Ardilla. Isla Perhentian Kerci. Septiembre 2015

Cuando llegué a la playa Long Beach, la música alta ya había comenzado. Mientras caminaba hacia el restaurante de mi hostal, supe que no quería quedarme en la isla más tiempo. No tenía pensando hacer submarinismo, y ya había recorrido la isla, por lo que no tenía nada más que hacer excepto no hacer nada y relajarme. Otra opción era ir hasta la otra isla Perhentian, pero imaginaba que encontraría algo similar. Después de cenar, pedí al recepcionista que avisara a la compañía que me trajo en barco para que me recogiesen al día siguiente, y me dijo que tenían tres horas al día para hacerlo, y simplemente debía estar en la playa veinte minutos antes. No obstante, estuve tranquilo en la habitación escribiendo notas, y dormí como un bebé. No lo había hecho tan bien durante muchas noches, y me levanté con un cambio de idea, pues no estaría mal pasar un día tranquilo allí, aprovechando para informarme sobre dónde y cómo ir después.

Y eso hice al día siguiente, descansar, darme un par de baños en la playa, escribir notas, lavar algo de ropa, y conectarme a la wifi de una de las cafeterías de la playa. Desde allí chateé nuevamente con Martina, que me comentó cómo ir desde la isla Perhentian Kecil hasta Taman Negara, un Parque Nacional en mitad de la península de Malasia. También hizo las gestiones para reservarme una cama en la habitación compartida del hostal donde se estaba hospedando, y quedamos para cenar allí el día siguiente cuando llegase. Mientras tanto, esa tarde desembarcaron en la isla muchos nuevos turistas, supuse que para aprovechar el fin de semana, así que no habría mejor momento para abandonarla que la mañana siguiente. De hecho, aquella noche, la música sonó más alta y durante más tiempo. No falla.

Al día siguiente me levanté temprano, preparé las mochilas y fui hasta la playa, donde me recogió una de las barcas-taxi para llevarme hasta el bote más grande, por otros 2 ringgits el traslado. Allí esperé alrededor de media hora, hasta que fueron llegando el resto de personas que dejaba la isla también esa mañana, y el propio conductor del bote. Al llegar a Kuala Besut, varios hombres esperaban la llegada de los barcos para preguntar dónde ibas. Al contestar que hacia Taman Negara y que no tenía billete, uno de ellos me pidió que le acompañase hasta su agencia. Por el camino vi una promoción para viajar a las islas por 50 ringgits, cuando yo pagué 70 dos día atrás, por lo que supuse que el precio real eran 60.

En la agencia me pidieron 80 ringgits por ir hasta el parque en una minivan, cuando Martina me dijo la tarde anterior que ella pagó 70, y que aún me parecía muy caro teniendo en cuenta que pagué 44 por el autobús que me llevó hasta allí desde Kuala Lumpur, a mayor distancia. Al comentarles aquello, me bajaron el precio hasta los 70, y cuando les dije que seguía siendo caro y me puse la mochila para irme, me lo dejaron en 60, pidiéndome que no fuese a ningún sitio más a preguntar. Les dije que aceptaba, pero que igual me iba a comprar algo de comida, aprovechando, como era lógico, para preguntar el precio en otras agencias, que no obstante, también me hablaron de 80 ringgits. Al volver, había más gente, y de manera premeditada, me dejaron en último lugar, viendo cómo el resto pagaba los 80 ó 70 ringgits. El paisano escribió el mismo coste en mi recibo, pero sólo pagué 60, pidiéndome que no lo comentase con nadie más. La conclusión fue la de siempre en los lugares muy turísticos: el dinero y el negocio del turismo pudre cualquier atractivo del lugar. Y curiosamente me dirigía a otro destino similar.

En la minivan, vieja y sucia, coincidí con cuatro polacos, con los que entablé conversación cuando me giré para decirles que el conductor era un auténtico kamikaze, pues me estaba poniendo nervioso con sus maniobras. Tras algo más de tres horas, paramos a comer y a cambiar de vehículo, algo de lo que no nos habían avisado. El segundo conductor parecía más tranquilo, tanto que iba comiendo fruta con una mano mientras conducía con la otra. Hasta que las últimas dos horas las hizo como un coche de fórmula uno en la vuelta de clasificación, y con las mismas maniobras peligrosas que el primero. Pero éste se llevó el premio cuando encendió el motor de la furgoneta mientras repostaba combustible, y posteriormente un cigarrillo justo al lado.  

En resumen, las islas Perhentian Besar y Kecil pueden ser un buen lugar donde descansar varios días en un viaje por Malasia. Es una zona muy apreciada por los buceadores, y sus aguas claras y playas de arena blanca invitan a relejarse en ellas. Dependiendo de tu perfil, podrás elegir entre un ambiente más tranquilo en la isla grande o más movido y joven en la pequeña. 


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