Dunedin y la Península de Otago

Dunedin es la capital de la región de Otago y otra de las ciudades más antiguas de Nueva Zelanda. Creció durante el siglo XIX debido al descubrimiento de oro y a ser un importante núcleo ferroviario. Actualmente es conocida por su herencia escocesa, su puerto y su universidad, siendo la segunda ciudad más grande de la isla sur de Nueva Zelanda, tras Christchurch. Está separada de la Península de Otago por la bahía del mismo nombre, un lugar de origen volcánico con gran diversidad biológica, incluyendo colonias de pingüinos y albatros.

Vistas de Dunedin desde el Castillo Larnach. Península de Otago, en Nueva Zelanda
Vistas de Dunedin desde el Castillo Larnach

Desperté en el camping de Warrington tras una lluviosa y fría noche. Aún no había amanecido, por lo que pensé que podría ver el amanecer desde la playa. Pero el frío lo evitó, y no me quedé hasta el final, aunque desde el coche vi que el sol se levantaba de un color naranja pálido.

Playa de Warrington, en Nueva Zelanda
Playa de Warrington. Julio 2016

Playa de Warrington, en Nueva Zelanda
Playa de Warrington. Julio 2016

Para ir hacia Dunedin, en lugar de hacerlo directamente por la carretera número 1, a unos 20 kilómetros de distancia, tomé una carretera de montaña desde Waitati. La panorámica hacia la costa y colinas y campos verdes era preciosa, por lo que paré varias veces para tomar fotografías.

Paisaje desde Waitati hasta Dunedin, en Nueva Zelanda
Paisaje desde Waitati hasta Dunedin. Julio 2016

Paisaje desde Waitati hasta Dunedin, en Nueva Zelanda
Paisaje desde Waitati hasta Dunedin. Julio 2016

Paisaje desde Waitati hasta Dunedin, en Nueva Zelanda
Paisaje desde Waitati hasta Dunedin. Julio 2016

Paisaje desde Waitati hasta Dunedin, en Nueva Zelanda
Paisaje desde Waitati hasta Dunedin. Julio 2016

Vista de Dunedin desde las colinas, en Nueva Zelanda
Vista de Dunedin desde las colinas. Julio 2016


Dunedin


Llegué por fin a Dunedin, dirigiéndome directamente al centro, donde el aparcamiento es de pago pasados los primeros 15 minutos. Pregunté a una persona si los había gratuitos en la zona, y me dijo que en las calles entre la costa y la estación de ferrocarril, a sólo unos metros. Aparqué la campervan allí, y volví paseando al centro de la ciudad.


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Lo primero que me sorprendió fue ver a varios locales con pantalones cortos. Algunos no llevaban abrigo, sólo una sudadera. Otros incluso una simple camiseta corta. Empecé a pensar que los neozelandeses estaban locos, porque yo llevaba dos pares de calcetines, una camiseta térmica, un jersey, un chaleco y una chaqueta, y aún sentía el duro invierto de Nueva Zelanda. En otros lugares también vi a gente caminando descalza, algo no tan extraño, según me explicaron posteriormente. 

Decidí comprar un multi-vitamínico aquel día. No estaba dispuesto a coger un resfriado o una gripe que pudiese estropearme el viaje.

Llegué a la plaza central de Dunedin, conocida como el octágono (The Octagon), por su forma geométrica con ocho lados. Allí se encuentran en ayuntamiento de la ciudad, la catedral de St. Paul, la biblioteca pública, la galería de arte pública y varios restaurantes. Es el punto de encuentro local, y el lugar más concurrido, junto con la calle George. 

Ayuntamiento de Dunedin, en Nueva Zelanda
Ayuntamiento de Dunedin. Julio 2016

Catedral St. Paul de Dunedin, en Nueva Zelanda
Catedral St. Paul. Dunedin. Julio 2016

Calle George de Dunedin, en Nueva Zelanda
Calle George. Dunedin. Julio 2016

First Church of Otago, en Dunedin, en Nueva Zelanda
First Church of Otago. Dunedin. Julio 2016

También se encuentra allí la oficina i-SITE, donde entré para conseguir un mapa y consejos sobre lo que visitar en Dunedin y en la Península de Otago. Parecía que debía contratar alguna excursión en la segunda si quería tener la seguridad de ver pingüinos, aunque en algún blog leí que eso no era necesario. Aproveché para pasar a la biblioteca, y descansar un rato mientras cargaba las baterías de la cámara y el teléfono móvil.

Visité la catedral de St. Paul antes de seguir paseando por el centro de Dunedin. La calle George está llena de comercios, bancos, pubs y restaurantes, y es donde se concentra el ambiente nocturno en los fines de semana. El centro de Dunedin es uno de los más bonitos de la isla sur de Nueva Zelanda junto con los de Queenstown y Nelson.


La Península de Otago


Como el frío había dado paso a un día soleado, decidí aprovecharlo para desplazarme hasta la Península de Otago. La carretera costera Portobello la va bordeando, a escasamente un metro del agua de la bahía, pensando que con temporal, las olas posiblemente la invadirían. Un paseo panorámico espectacular.

Conduje colina arriba hacia el Castillo de Larnach, una de las atracciones más importantes de Dunedin por su ubicación, arquitectura y jardines. Se terminó de construir en el año 1886, con un estilo colonial escocés. El precio de la entrada es de 30 dólares neozelandeses, por lo que decidí no pasar finalmente, y me quedé viendo las vistas hacia la bahía de Otago.

Dunedin desde la Península de Otago, en Nueva Zelanda
Dunedin desde la Península de Otago. Julio 2016

Península de Otago, en Nueva Zelanda
Península de Otago. Julio 2016

Vistas de la bahía de Otago desde el Castillo Larnach. Península de Otago, en Nueva Zelanda
Vistas de las bahía de Otago y Dunedin desde el Castillo Larnach. Julio 2016

Continué mi camino, parando primero en el pueblo Portobello, y después hasta el final de la carretera Harrington Point. Allí se encuentra un centro para el cuidado y conservación tanto de albatros como de pingüinos azules. Subiendo una estrecha carretera de grava, se llega hasta Taiaroa Head, un punto más elevado. No obstante, ya desde el aparcamiento del lugar, se pueden disfrutar de espléndidas vistas de la bahía y Península de Otago. En el lado del Océano Pacífico, éste se estrellaba violentamente contra los acantilados de la península, elevada y escarpada.

Vistas desde Harrington Point. Península de Otago, en Nueva Zelanda
Vistas desde Harrington Point. Península de Otago. Julio 2016

Vistas del faro Taiaroa Head. Península de Otago, en Nueva Zelanda
Vistas del faro Taiaroa Head. Península de Otago. Julio 2016

Vistas desde Harrington Point. Península de Otago, en Nueva Zelanda
Vistas desde Harrington Point. Península de Otago. Julio 2016

Desde allí intenté llegar hasta Hoopers Inlet y Sandfly Bay, dos bahías de la Península de Otago. Leí que en la segunda se pueden ver pingüinos al atardecer y amanecer sin necesidad de pagar excursión alguna. Sin embargo, a mitad del trayecto hacia la primera, me crucé con un camino de graba bastante embarrado por las lluvias de la noche anterior. De nuevo, la precaución por llevar un vehículo de alquiler pudo con mi sed aventurera. Cansado, decidí entonces regresar a Dunedin antes de que anocheciera, sin llegar a ir a la segunda, a la que sí llega una carretera asfaltada. Lo que sí vi a cientos fueron a las famosas ovejas de Nueva Zelanda. Ésta de la foto se me quedó mirando como diciendo... ¡otro turista tonto!.  

Típica oveja de Nueva Zelanda. Península de Otago
Típica oveja de Nueva Zelanda. Península de Otago. Julio 2016

En la plaza Octagon había algún tipo de fiesta, con fuegos artificiales. La calle George y sus pubs bullían de gente, hasta que llegaron las seis de la tarde. A esa hora la gente parecía volver a sus casas, cuando los españoles ni siquiera hemos empezado a arreglarnos. Costumbres muy distintas, aunque seguro que el frío influye.

No tenía hambre por entonces, así que volví a dar otra vuelta, y acabé cenando luego en el McDonalds de esa misma calle. Finalmente opté por conducir de vuelta al camping de Warrington donde pasé la noche anterior. Era tranquilo y tenía baños públicos, suficiente para pasar la noche dentro de la campervan. El viento sopló sin embargo con más fuerza que la noche anterior, por lo que estar acompañado de otros coches y caravanas me hizo sentir mejor.

A la mañana siguiente, volví a realizar el mismo trayecto hacia Dunedin. Visité el interior de la antigua estación de ferrocarril, uno de los edificios más fotografiados de Nueva Zelanda. Se construyó en el año 1906, conectando Dunedin con Christchurch, al norte, e Invercargill, al sur. En la actualidad da servicio a trenes turísticos hacia el interior de la región de Otago y la costa, como el famoso Taieri Gorge Railway, con un coste de 91 dólares neozelandeses, o el que conecta Dunedin con Queenstown. En su planta alta se albergan el Salón de la Fama de Deportes de Nueva Zelanda, y la Sociedad de Arte de Otago.  

Estación de ferrocarril. Dunedin, en Nueva Zelanda
Estación de ferrocarril. Dunedin. Julio 2016

Después volví a pasear por el centro de la ciudad, y compré más comida y bebida para varios días en el supermercado Countdown. Así concluía mi visita a la fría Dunedin, y comenzaba mi trayecto hacia Nugget PointLighthouse, en The Catlins.  

En la página web de turismo de Dunedin se puede encontrar información sobre puntos interesantes de la ciudad que no llegué a visitar, como son:

- La calle Baldwin, reconocida por el Libro Guinness de los Records como la más empinada del mundo, y donde se celebran un par de carreras al año.

- El jardín botánico de Dunedin, el más antiguo de Nueva Zelanda.

- La Universidad de Otago, la más antigua de Nueva Zelanda, establecida en el año 1869 en el corazón de Dunedin.

En resumen, Dunedin es una ciudad grande aunque muy tranquila, con un centro histórico más bonito que el de Christchurch. La Península de Otago y la bahía del mismo nombre le otorgan la belleza de la naturaleza. Una parada recomendada en un viaje por la isla sur de Nueva Zelanda.  


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