El error de viajar a Taitung y los baños termales de Chihpen

Taitung, rodeada de paisajes montañosos, es la mayor ciudad de la costa este de Taiwan, y debido a la geografía de la isla, el transporte por tierra hacia ella es limitado. En todo caso, dispone de aeropuerto. Es un buen campamento base para visitar las islas verde y orquídea, dos destinos turísticos cada vez más populares. También para ir Chihpen, a unos veinte kilómetros al suroeste de la ciudad, una zona famosa por sus baños termales.

Paseo marítimo. Taitung. Diciembre 2015


Después de varias horas en el tren local procedente de Hualien, llegamos a Taitung. Habíamos reservado una habitación doble en el Startt 101 Guest House, a menos de cinco minutos a pie de la estación de ferrocarril, por 1450 NT la noche, con desayuno incluido, lo más económico que encontramos. De nuevo, los precios de los alojamientos en Taiwan agujereaban nuestros bolsillos. Al menos tenían bicicletas gratuitas para utilizar, lo que fue de gran ayuda, pues la estación se encuentra bastante alejada del centro. Por ejemplo, a siete kilómetros del parque Haibin, que visitamos posteriormente.

Tampoco hay bancos en las inmediaciones de la estación, por lo que, después de dejar las mochilas en el dormitorio, cogimos las bicicletas y nos desplazarnos al centro para que Asami pudiera cambiar sus yenes a dólares taiwaneses, comer y dar una vuelta por la ciudad. Lo del banco sí fue toda una experiencia positiva. Mientras esperábamos a que realizasen el cambio y el único empleado que parecía saber inglés hablaba con nosotros, nos ofrecieron dulces y cafés, lo que nos vino genial, porque estábamos hambrientos.

Tan tarde era, que ningún restaurante local estaba abierto. Nos dijeron que todos los restauranes cerraban tras la hora de la comida, y no volvían a abrir hasta que empezaban con la cena, más tarde. Callejeamos con las bicicletas por un centro de la ciudad más compacto que el de Hualien, lleno de comercios, carteles publicitarios de colores, y gente paseando. Encontramos un McDonald's, que se convirtió en la primera opción hasta que vimos unos puestos callejeros frente a al estrecho parque Haibin, que tenía delante el paseo marítimo. Allí compramos finalmente varias cosas, colocamos los candados a las bicicletas, cruzamos el parque y nos sentamos en el paseo marítimo para comer, mientras veíamos cómo las olas rompían con furia en la costa. El estado del mar no era el mejor para darse un baño, sin contar que era una playa de piedras, no de arena.

Paseo marítimo. Taitung. Diciembre 2015

Paseo marítimo. Taitung. Diciembre 2015


Tras llenar el estómago, dimos un paseo por el parque, bajamos hasta la playa y seguimos en el bicicletas hacia otros dos parques cercanos, el primero con un enorme lago artificial rectangular en su interior, y otros más pequeños también, y el segundo, el parque Taidong, separado del otro por una carretera. No sabría decir cómo lo hicimos, pero de repente acabamos en una autopista en dirección contraria, y cuando intentamos salir, perdidos luego entre campos de cultivo, llenos de perros agresivos a punto de mordernos las piernas. Se nos hizo de noche justo cuando enlazamos con la carretera principal que conecta el centro de la ciudad con la estación de ferrocarril. Así conducimos hasta llegar al hostal, aunque fuimos directos a la estación para preguntar los horarios del día siguiente hacia Chihpen. Y de allí, a cenar algo antes de volver al hostal a descansar. 

Parque del Lago. Taitung. Diciembre 2015

Parque del Lago. Taitung. Diciembre 2015

Los baños termales de Chihpen


A la mañana siguiente tomamos un tren local hacia Chihpen por 26 NT cada uno, en un trayecto corto de menos de quince minutos, pues se encuentra a unos 20 km al suroeste de Taitung. Es una zona muy popular por sus baños termales, o hotsprings, que los japoneses convirtieron en balneario a comienzos del siglo XX, durante su ocupación de la isla de Taiwan. Algo más alejado, también se puede encontrar un área de recreación forestal, con numerosos senderos para pasear. Ese era nuestro plan, aunque todo se fue desdibujando a medida que transcurrió el día. 

Al llegar a la estación de Chihpen, preguntamos por unas taquillas para dejar las mochilas grandes, pero sin hablar nada de inglés, nos contestaron que no había, y cuando les comentamos que hasta la tarde no tomaríamos otro tren, nos permitieron dejarlas gratuitamente dentro de la oficina del personal de la estación. Muy buena gente. Cuando llevas un tiempo viajando, aprendes a comunicarte aunque no hables el mismo idioma. 

Al salir de la estación y preguntar a varias personas, al final conseguimos entender que la estación estaba alejada varios kilómetros de la zona termal, entre siete y diez kilómetros creo recordar, y algunos más del parque. Ya empezaba a hacer calor a esa hora de la mañana, por lo que parecía claro que lo más conveniente, y lo que nos daría mayor libertad, sería alquilar una motocicleta. La sorpresa fue que ninguno de los tres comercios dedicados a ello en los alrededores de la estación quisieron alquilarlos una porque no disponíamos de un carnet de conducir chino. El internacional no les era suficiente, tampoco les gustaba el hecho de que ellos no entendiesen inglés ni nosotros chino. No nos quedó otra opción, por tanto, que tomar el autobús por 24 NT cada uno. El conductor, por supuesto, no tampoco hablaba inglés, pero entendió donde queríamos bajar al señalarle en un mapa el lugar.

Al llegar, dimos un paseo por la zona, que no era más que varios hoteles-balnearios, con, eso sí, un bello paisaje alrededor. A Asami, japonesa, y amante de los onsen o baños termales japoneses, no terminaron de convencerla aquellos sitios, y al final optamos por no entrar en ninguno. Nos encaminamos entonces hacia el área de recreación forestal, que no conseguimos encontrar tras una hora dando vueltas, intentando seguir unas indicaciones confusas.

Chihpen. Diciembre 2015

Estábamos cansados, el calor apretaba cada vez más, y el día parecía ser toda una decepción. Al final optamos por volver andando hasta el pueblo, por dar un paseo, comer algo en un restaurante local, y seguir caminando hacia la estación. Aún en la dirección buena, estábamos algo desorientados a la salida del pueblo, por lo que paré a un coche para preguntar. No pudimos tener mayor suerte, porque la mujer que lo conducía hablaba un inglés excelente y se ofreció a llevarnos hasta allí, y menos mal, porque aún nos hubiera quedado un buen tramo por recorrer.

Teníamos más de dos horas hasta la salida del  tren hacia Hengchun, nuestro siguiente destino. En realidad, éste era el Parque Nacional de Kenting, pero no dispone de estación de ferrocarril. Pero al recoger las mochilas en la oficina del personal, nos recomendaron otra ruta mejor, y en la que no tendríamos que esperar más que apenas unos minutos. Consistía en tomar un tren express hacia Fangliao, en la costa oeste de Taiwan, con un coste de 197 NT por persona, y desde allí, un autobús directamente hasta Kenting. Aceptamos, compramos el billete y nos subimos al tren, que acababa de llegar.

Al bajarnos en la estación de Fangliao, se dirigió a nosotros un hombre obeso que no hablaba inglés y tenía la boca roja por comer una especie de fruta local. Entendimos enseguida que ofrecía su transporte privado e ilegal para llevarnos a Kenting. Ya contaba con dos chicas jóvenes, de China, que nos hicieron de traductoras porque hablaban inglés, y nosotros completaríamos su coche, más rápido que el autobús.

El hombre decía que el autobús tardaba tres horas y costaba 220 NT, y que su precio era de 250 NT por persona. Les pregunté a las chicas si lo habían comprobado, y me contestaron que no, algo que me sorprendió. Parecían corderitos frente a un lobo feroz. Y me sorprendió especialmente porque justo en frente de la estación había una oficina de información, donde me acerqué a preguntar.

Allí me confirmaron que el autobús tardaba sólo dos horas, y costaba 180 NT. Algo así me esperaba. La experiencia viajando es una gran compañera en momentos como ese. Cuando las chicas tradujeron esta información, el hombre, a todas luces sin educación alguna, se cabreó conmigo, medio gritándome a pesar de saber que no hablaba su idioma. Como no me gustaron sus maneras, le dije a Asami que nos íbamos, que me habían comentado que la estación de autobuses estaba allí al lado. Se lo dije a las chicas, por si querían venir, y también que les aconsejaba no pagarle más de 200 NT. Y al traducirlo, el hombre se cabreó aún más, pero terminó aceptando al ver que nosotros ya nos íbamos. Por no dejarlas solas, por ganar tiempo respecto al autobús, y por haber conseguido una rebaja de 70 NT por persona desde el precio original, decidimos subirnos al coche. El hombre intentó aumentar el precio a 220 NT diez minutos después, ya en marcha, pero me negué, y que en ese caso nos bajábamos allí mismo. Y no volvió a hacerlo. Las chicas nos recomendaron buscar alojamiento en la misma calle Kenting, nos estaban la mayor parte de los hostales baratos, y como ellas iban hacia allí, les dijimos que nos dejaran en el mismo sitio. El hombre conducía fatal, me puso muy nervioso al ir yo en el asiento del copiloto. Se pegaba al coche de delante por centímetros, aceleraba antes de entrar a las curvas, hacía adelantamientos peligrosos en zig-zag, y no paraba de pitar a los demás vehículos, como si la carretera fuese suya. Llegamos antes, eso seguro.

En resumen, Taitung es la ciudad más grande de la costa este de Taiwan, pero está mal conectada por tierra, aunque dispone de aeropuerto. No deja de ser otra típica ciudad taiwanesa, y los cercanos baños termales de Chihpen no justifican su visita, al menos desde mi punto de vista, aunque el turismo local opine lo contrario. Si dispones de poco tiempo en la isla de Taiwan, no lo pierdas en Taitung y Chihpen. Mi recomendación es que lo utilices para pasar más días en los Parques Nacionales de Taroko o Alishan, o en el lago Sun Moon.


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