Situada en la región
central de las Bisayas,
Siquijor es la tercera provincia más pequeña de
Filipinas. Los locales también llaman a la isla como
Katugasan, por los árboles molave que cubren la colina, de madera flexible y resistente. Fue
descubierta por los
españoles en el año 1565 durante la expedición de Legazpi, que la llamaron la
Isla de Fuego, por la iluminación que proporcionaban las numerosas luciérnagas que pululaban por las ramas de dichos árboles.
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
El trayecto en ferry desde
Tagbilarán, en la isla de Bohol, duró dos horas hasta
Dumaguete, y otros 45 minutos hasta la
isla Siquijor. Al llegar al puerto de
Siquijor Town,
los conductores de motocicletas y triciclos volvieron a asaltarme, al igual que al resto de turistas, esperando ser los elegidos para viajar. Pregunté lo que costaba ir a
San Juan, el lugar donde
quería ir, por la playa y los atardeceres, y me respondieron que 250 ó 200 pesos,
una barbaridad. La realidad es que no sabía la distancia a la que estaba San
Juan, pero no pensaba pagar esa cantidad. Busqué entonces el jeepney o autobús
local, y fue cuando un conductor de triciclo vino a decirme que ir hasta allí
con él eran solo 25 pesos. Y es que en su triciclo ya había una familia de tres
personas esperando a que una cuarta completase el cupo.
|
Vistas desde el puerto. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
No tenía alojamiento
reservado, y le dije que buscaba algo barato, para mochileros, así que me llevó
hasta uno pasado el pueblo. El precio allí de la habitación individual con cama doble fue
de 500 pesos, sin opción de descuento. No estaba mal, pero sabía que podía
conseguir algo más económico. Vi alguno más en la zona con precios similares, y
me comentaron que había uno con dormitorios compartidos algo más alejado, así
que fui hacia allí, y en el camino, me detuve a comer. El lugar se llamaba
Tourist Backpackers Paradise, y el precio de la noche en la habitación compartida de ocho
camas con el baño fuera era de 300 pesos, así que fue lo que elegí. Tenía
acceso directo a la playa, aunque no era la mejor para darse un baño. No
obstante, una de las mejores de la isla, la playa Coco Grove, quedaba a unos 400 metros a la
izquierda, mirando al mar, aunque a mí tampoco me pareció gran cosa teniendo en
cuenta lo que ya había visto antes.
Booking.com
Fui paseando por la
misma hasta que regresé al hostal para ver el
atardecer, y éste no defraudó. Había
leído que desde esa parte de la isla se veían muy bonitos cada día, y era
verdad.
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Estuve charlando con otros viajeros alojados en la habitación antes de irme a cenar fuera. El lugar tenía restaurante propio, algo caro, y quería comprobar qué tal era la comida local por allí. Me acosté muy pronto esa noche, estaba cansando. Y desperté alrededor de las cuatro de la madrugada por el ruido de la lluvia, que caía a cántaros. Justo para quitar la camiseta lavada que había dejado tendida fuera para secarse. Otros no tuvieron esa suerte con sus toallas y bañadores.
A la mañana
siguiente, alquilé una motocicleta en el mismo restaurante donde desayuné, por
250 pesos, cuando el precio normal que me dieron el día anterior en otros
sitios fue de 300. El alquiler era por 24 horas. Volví al hotel para confirmar
que me quedaría una noche más, y empecé la ruta por la isla Siquijor. Primero fue la cascada
Lugnason, a cuatro kilómetros de allí. No es grande, pero el paraje es bonito,
y habían construido muros de retención para crear algo similar a unas piscinas
naturales. Me acompañó hasta allí uno de los trabajadores, que luego me quiso
enseñar otra, también pequeña, aguas arriba, no muy lejos.
|
Cascada Lugnason. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Desde allí fui hasta
el centenario
árbol balete, que algunos locales consideran encantando, y que posee 400 años de edad. Le habían
construido una especie de piscina con peces de esos que te comen la piel
muerta de los pies. La entrada era de cinco pesos, y tenías que firmar en un
libro. La pareja que lo hizo antes que yo también era española, pero él, Diego,
escribió Cataluña en el apartado de nacionalidad. Me dio tanta rabia al verlo,
que riéndome, le comenté al señor que lo iba a tachar y poner España, porque
Cataluña no es un país, sino parte de España. Y lo hice. Éste también se
empezó a reír.
Hice un par de fotografías, y como terminé por el lado donde
ellos estaban sentados con los pies en el agua, les pregunté si funcionaba, y
comenzamos a charlar. Yo también metí los míos, y me sorprendió sentir cómo los
peces "mordían". Al final, Diego y Marta, ésta de Valladolid, eran muy majetes, estuvimos
hablando un rato, dándonos respectivas recomendaciones para nuestros próximos
destinos, y donde la otra parte ya había estado anteriormente. Me despedí de ellos, y fue
cuando Diego me dio la mano y se presentó, porque hasta ese momento no lo
sabía, oficialmente.
|
Árbol balete. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Peces devorando mis pies, bajo el árbol balete. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Seguí hasta el
pueblo Lazy para ver la
iglesia y convento de San Isidro Labrador, construida
por los españoles en el año 1884, y donde se estaba celebrando una boda en ese momento. También las
cataratas Cambugabay, a menos de dos kilómetros de distancia del pueblo. La
caída de agua era más ancha que en la anterior, pero la supuesta piscina natural
tenía el mismo aspecto que ésta, así que imaginé que también lo habían
construido artificialmente. Pagué diez pesos por dejar la motocicleta en el
aparcamiento. De vuelta al pueblo, di una vuelta para ver la pinta que tenía,
aunque no me gustó mucho.
|
Vistas del arrozal desde la carretera. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Iglesia de San Isidro Labrador. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Una de las cataratas Cambugabay. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Desde allí fui
hasta Minalulan, porque en el mapa vi que había una playa. Y efectivamente la había,
aunque pequeña. La aldea era pequeña, y había un par de pescadores arreglando una de las barcas. Y de allí hasta María, donde paré a comer y ver
la iglesia de Nuestra Señora de la Divina Providencia, construida durante la
colonización española. Después seguí hasta la playa Salagdoong, dentro de un resort,
por lo que había que pagar 25 pesos por persona, y 20 más por la motocicleta,
aunque estos últimos me permitieron no pagarlos. En realidad, 10 de los 20
pesos corresponden a un impuesto medioambiental, dado que es una reserva natural. Allí volví a
encontrarme con los españoles. Había bastante turista, extranjero y
local. Estuve nadando un rato, pero el mar no estaba en calma, y como quería
hacer la ruta completa, no me quedé mucho más tiempo.
|
Playa de Minalulan. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Iglesia de Nuestra Señora de la Divina Providencia. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Playa de Salagdoong. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Por recomendación de
Marta, la siguiente parada fue el
Santuario Marino Tulapos, donde están
intentando la regeneración o recuperación del coral colocando un arrecife
artificial. Era una zona muy recomendada para el snorkel por esa razón. No sé
muy bien porqué, pero no hicimos el camino juntos, y llegaron tan solo unos
minutos después que yo. El precio para poder hacer snorkel era de 25 pesos, y
otros 50 por alquilar la máscara y el tubo, sin aletas. Vimos el mar, y parecía
picado, como ya comprobamos en la playa anterior. Nos dijeron que habían
tiburones, pero que no atacaban. La combinación de aquellas circunstancias no era, por tanto, la
mejor. Si el mar hubiera estado en calma, lo habría hecho, pero no así, y menos
sin aletas.
De camino hacia
Larena, paré en un resort con conexión wifi para tomar un refresco y enviar
unos mensajes. Y desde allí, directo a
Siquijor Town, para preguntar si había
barcos directos desde allí a la
isla Apo. Me contestaron que no, pero que que
había dos resorts en la isla que hacían ese trayecto, como viaje de buceo y
excursión de ida y vuelta. Uno de ellos se encontraba muy cerca de mi hostal,
en la
playa Coco Grove. Pregunté también los horarios de los que iban a
Dumaguete dos días después, que era sábado, por lo que la frecuencia disminuía
considerablemente.
Cuando llegué a dicho resort, me comentaron que el precio de
ir y quedarme en la isla era de 1.000 pesos, y 1.600 si regresaba, con la
comida incluida. La salida era a las siete y media de la mañana. Era una
opción, muy cara, pero una opción. La otra, yendo primero a
Dumaguete, suponía
más quebraderos de cabeza, porque desde el puerto tendría que ir a la terminal
de autobuses, desde allí a
Zamboanguita, el pueblo que está frente a la isla Apo, y
desde allí, en barco a la misma. Es decir, mucho más tiempo, incertidumbre por
no saber los horarios. Ni siquiera los precios, por lo que no sabía si
realmente compensaba.
|
Vistas desde la carretera. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Dejé la decisión
para el día siguiente, disfruté de otro maravilloso
atardecer en Siquijor, me duché y fui a cenar. Quizás fueran los más bonitos que haya visto en Asia junto con los de
Don Det, en Laos, y la playa Las Cabañas, cerca de
El Nido, también en
Filipinas. Esa noche me quedé solo en el
dormitorio compartido, y sin embargo, descansé peor, a pesar de volver a
acostarme pronto. Había cogido otro resfriado a causa de los ventiladores
funcionando toda la noche.
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Atardecer en la playa del hostal. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
No obstante, me
levanté con una idea más clara de lo que quería hacer. Primero, seguiría con la
motocicleta para recorrer el interior de la isla y subir hasta el pico más
alto. Segundo, ir al otro resort que comercializaba el viaje directo hacia la
isla Apo. Y, por último, si éste seguía siendo caro, no esperar hasta el día
siguiente, sábado, con menor número de salidas hacia Dumaguete, e irme esa
misma mañana o día, según lo que me diese tiempo a hacer. Otra de las razones es que varios locales me comentaron
Después de
desayunar, hice el check-out en el hostal, dejé allí la mochila grande, y empecé la ruta en motocicleta, por
el mismo camino del día anterior, es decir, hacia la cascada Lugnason, pero
continuando por el camino, primero hasta Cansayang, y luego hasta San Antonio. Pero
el camino se tornó en un simple sendero muy estrecho, casi de la misma anchura
que el ciclomotor, con rocas, barro y puentes estrechos sobre riachuelos. En
esas condiciones, fue muy difícil de manejar, y mis piernas estuvieron más
tiempo fuera que dentro, haciendo de apoyos. Incluso me llegué a dar la vuelta,
pero un paisano me dijo que continuara, que sólo quedaban dos kilómetros hasta
la carretera.
Finalmente llegué hasta allí, y preguntando a otros locales, me
recomendaron dar un rodeo, pero con la carretera en mejor estado, hasta llegar a la montaña Bandilaan, de 628 metros de altura. Hay una torre para
divisar el paisaje, pero en algunos de los puntos cardinales la vegetación no
me dejó ver mucho. También por la zona se encuentra la cueva Cantabon, a la que
no se puede acceder sin guía y previo pago de 550 pesos. No los pagué, pero me
acerqué a ver la entrada, que estaba vallada y cerrada con un candado.
|
Vistas desde la torre de la montaña Bandilaan. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
|
Vistas desde la torre de la montaña Bandilaan. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Continué por la
carretera de montaña hacia la costa opuesta, donde se cruza con la carretera
circular de la isla, cerca de Larena. Seguí después hasta el resort que me
habían comentado, Villa Marmarine, quizás con una de las mejores playas de la isla, pero allí se trataba de alquilar directamente un barco
privado, por lo que el precio del mismo era de 10.000 pesos, que únicamente
compensaría si se trataba de un grupo numeroso.
Así que, con todas las cartas
sobre la mesa, regresé hasta el restaurante donde alquilé la motocicleta, para pagar
el día anterior y las tres horas adicionales de ese otro día, un total de 280
pesos. Me quedé a comer y después fui hasta el puerto. Fue la misma camarera
quien me paró el triciclo para ir hasta allí, diciéndome que el coste era de 30
pesos. Por si acaso, pregunté al conductor, que me contestó que serían 250
pesos, a lo que me negué. Él mismo preguntó a la camarera, quien, desde el otro
lado de la carretera, le dijo el precio real que ya me había comentado, y que
fue el que finalmente me cobró el conductor. Increíble el beneficio extra que
se le quiere sacar al turista. Siempre me cabrea que me quieran robar sólo por
serlo. Puedo entender que me quieran cobrar algo más, pero un ¡800 por ciento más!, eso ya es demasiado.
|
Playa del resort Villa Marmarine. Isla Siquijor. Noviembre 2015 |
Llegué al puerto de
Siquijor Town antes de las
doce de la mañana, y el siguiente barco hacia
Dumaguete partía a la una, por 170
pesos, más otros 14 del impuesto de la terminal. Busqué una cafetería con
conexión wifi para buscar alojamiento en
Dumaguete, pues veía muy precipitado y
justo marchar directamente después hasta la
isla Apo. No encontré ninguna en el
pueblo, hasta que volví al puerto, y me dí cuenta que justo antes de la entrada
hay una, regentada por un alemán. Anoté el nombre y la localización de un par
de hostales en la ciudad, y crucé a la terminal para subir al barco. Dentro del
mismo, me senté junto a una chavala inglesa que conocía otro hostal con dormitorios
por 250 pesos la cama, por lo que quedé en ir con ella hasta allí y echarle un
vistazo.
En resumen, la isla Siquijor es más que recomendable en un viaje por Filipinas, aún a pesar de que sus playas no son las mejores del país, pero se respira tranquilidad, y amabilidad por parte de los locales. Y los atardeceres son bellísimos. El único pero son los precios que intentan cobrar los conductores de los triciclos a los turistas extranjeros.
Publicar un comentario