En la costa oeste de la isla sur de Nueva Zelanda, a medio camino entre Greymouth, al sur, y Westport, al norte, se encuentra el Parque Nacional Paparoa. Posee un bosque tropical sorprendente para aquellas latitudes, y una base de piedra caliza que da lugar a cavernas y curiosas formaciones rocosas como las Punakaiki.
Desde Greymouth, la carretera
número 6 hacia el norte transcurre paralela a la costa y sobre altos
acantilados. Una parada habitual en ese camino son las rocas Motukiekie, que se
alzan sobre el Mar de Tasmania y que, aunque de menor tamaño, me recordaron a los Doce Apóstoles de la Great Ocean Road, en
Australia.
Rocas Motukiekie |
Parque Nacional Paparoa
Así llegué hasta el Parque
Nacional Paparoa, y a su centro de visitantes, muy cerca del pequeño pueblo de
Punakaiki. Las montañas en esa zona no son tan exuberantes como en los Alpes
del Sur, pero las cubre la densa vegetación del bosque tropical.
Parque Nacional Paparoa |
La mayor parte del Parque
Nacional Paparoa tiene como base la piedra caliza, por lo que se forman
corrientes subterráneas que originan cavernas y pasajes. Por eso es importante
mantenerse dentro de los senderos señalizados, ya que en el pasado, el techo de
una de éstas se derrumbó ocasionando varias muertes. Hay algunas agencias
locales de espeleología que ofertan la exploración de los sistemas de cuevas,
incluida la cueva Xanadu, de cinco kilómetros de longitud. Como siempre, podéis
encontrar más información en la página web de turismo de Nueva Zelanda.
En el centro de información me hablaron sobre las rutas más interesantes de ver en el Parque Paparoa,
teniendo en cuenta que sólo estaría allí hasta el anochecer. Hay tres campings
gratuitos en los alrededores, pero sólo para vehículos con baño propio.
En primer lugar fui a ver las
famosas Punakaiki o rocas Pancake,
cuya entrada está justo en frente, y a las que se llega tras un breve y
sencillo paseo. Las Punakaiki son rocas verticales de piedra caliza,
erosionadas por la acción del mar, con cortes horizontales en capas, que les
confieren la apariencia de tortitas apiladas, o eso dicen. También hay agujeros por los que
el agua sale disparada hacia arriba cuando ruge el Mar de Tasmania, especialmente
con la marea alta (blowholes). Quizás lo que más me gustó fueron las vistas a ambos lados de la costa.
Blowholes, Parque Nacional Paparoa |
Punakaiki, Parque Nacional Paparoa |
Vistas desde las Punakaiki, Parque Nacional Paparoa |
Desde allí conduje sólo unos
minutos hasta el aparcamiento de Punakaiki, desde el que comienza el sendero
Pororari River Track, de menos de tres horas la ida y la vuelta, y que transcurre
paralelo al río. Tuve que esperar un rato en el coche a que dejase de llover, así que aproveché para comer. Y aún así, hice ida con una lluvia ligera. Pero me dio igual, la disfruté
muchísimo. La vegetación allí se parece a la de una selva tropical. El final de
la ruta conecta con otra del Parque Paparoa, la Inland Pack Track, para la que
se necesitan dos días.
Pororari River Track, Parque Nacional Paparoa |
Pororari River Track, Parque Nacional Paparoa |
Pororari River Track, Parque Nacional Paparoa |
También muy cerca de ese
aparcamiento, comienza otra de las rutas que me recomendaron, la Truman Track,
de 30 minutos la ida y vuelta, y que te lleva hasta la playa. El sendero
atraviesa un bosque más normal, y excepto por el paisaje desde
la playa, el resto no me pareció gran cosa.
Vistas desde la Truman Track, Parque Nacional Paparoa |
Por último, mi intención era
llegar y recorrer la ruta Fox River Caves Track, de otras tres horas, y que te
lleva a algunas de las cuevas más populares del Parque Nacional Paparoa. Ya me habían avisado en el
centro de información que se me haría de noche para la vuelta, pero no había
ningún problema en eso, ya que llevaba linterna frontal. Esta parte está más
alejada del resto, y hay que conducir unos diez kilómetros desde la anterior
parada hasta llegar.
No sé qué hice, aún me lo
pregunto, pero no encontré el desvío. Quizás fuese mirando el paisaje costero y
me lo pasé, o quizás ya estaba cansado y no vi la señal. Ni siquiera me di
cuenta hasta que ya llevaba un buen rato conduciendo, y de repente caí en que
tenía que haber parado mucho antes. Comprobé el gps y me había
pasado por mucho. Como era tarde y tendría aún menos tiempo hasta el anochecer,
decidí continuar hasta Westport, siempre por la carretera número 6.
Vistas desde el Parque Nacional Paparoa hasta Westport |
Vistas desde el Parque Nacional Paparoa hasta Westport |
Westport y el cabo Foulwind
Antes de llegar a Westport me
desvié hacia el faro del cabo Foulwind por la carretera Wilsons Lead. Es un
lugar recomendado, y no solo por el faro, sino por la colonia de lobos marinos
que hay en la bahía Tauranga. Estos dos puntos están conectados por el Cape
Foulwind Walkway, un pequeño sendero que se tarda en recorrer entre 10 y 15
minutos.
Tuve la mala suerte de que, al
llegar al aparcamiento del faro, me encontré con una valla cerrada
temporalmente, así que no pude ver ni uno ni otro. Pero igualmente, el paisaje
merece la pena. Paré un instante en la playa antes de continuar finalmente
hasta Westport por la carretera Cape Foulwind, a menos de 10 minutos en coche.
Westport se encuentra en la desembocadura del río
Buller, y debe su origen a la minería del oro y, posteriormente, a la del
carbón. De hecho existe la opción de adentrarse en las profundidades de una
mina de carbón del año 1880, The Denniston Experience.
He de decir que yo viví una de estas en mi último
año de universidad, en una mina de León, España, y la experiencia, aunque
inolvidable, no fue un paseo turístico. Costaba respirar, algunos pasos entre
galerías eran estrechos,… y además existe peligro de explosión. Un minero murió
allí una semana después, aunque no recuerdo el motivo. Supongo que, en el caso
de Westport, al ser algo preparado para el turista, las condiciones serán
otras, más atractivas y seguras.
Llevaba la idea de buscar un lugar para dormir en
Westport. Sin embargo, el único camping gratuito del lugar es, de nuevo, sólo
para vehículos con baño propio. Y, sobre todo, después de dar un paseo por las
calles centrales, me di cuenta de que no había nada interesante que ver allí.
Ni siquiera hice una sola fotografía.
El pueblo está recomendado para realizar actividades la aire
libre, como descenso de rápidos, navegación en kayak, espeleología deportiva o
excursiones en los bosques. Pero no buscaba nada de eso allí, simplemente
conocer la zona, a parte de que puedes encontrar lo mismo en muchos otros lugares de
Nueva Zelanda.
En la aplicación Rankers Camping NZ vi que en Lyell,
a algo más de 60
kilómetros de allí, hay un camping de los baratos, con
un coste de seis dólares neozelandeses por adulto. Se encuentra justo al lado
de la carretera número 6 en dirección a Nelson, mi siguiente destino. Así que
pensé que podría ganar tiempo para el día siguiente y decidí ir a dormir allí.
La sorpresa fue encontrarme la garganta Buller de
camino, otro paisaje impresionante que pude ver mucho mejor a como aparece en
las fotografías. Aunque incluyo alguna aquí, no salieron bien por haber ya poca
luz, pues estaba a punto de anochecer.
Garganta Buller |
Garganta Buller |
Llegué al camping ya de noche, al lado de la
histórica aldea de Lyell, nacida también en la época de la fiebre del oro. Además se encuentra al lado del
comienzo de un antiguo camino de mineros, Old Ghost Road, de 85 kilómetros de
longitud, hasta Seddonville. No hace mucho que ha sido rehabilitado como ruta
de bicicletas de montaña, pasando por cuatro pequeñas aldeas fantasmas.
Es un buen sitio, tranquilo y muy
recomendable. Tiene mesas de picnic y baños públicos. Pero no tiene papeleras,
y piden que te lleves tu basura contigo, como en otros campings similares.
Sólo había otro coche cuando
llegué, y no vino ninguno más. Estuvo lloviendo toda la noche. Y otra vez carecía
de monedas para depositar en el sobre, así que volví a dejar un billete en el
parabrisas, junto a una nota que pedía que me despertasen para pagar por no
llevar cambio. Y, de nuevo, nadie lo hizo, así que pernocté gratis allí, como en Albert Town y el Parque Nacional Tongariro.
Después de desayunar, eché un
vistazo al camino Old Ghost Road. Crucé un pequeño puente y caminé un rato al
otro lado del río. Pero no tardé mucho en irme, porque me quedaban 160 kilómetros hasta
Nelson, y quería aprovechar el día para ver la ciudad.
Aún era temprano cuando emprendí
el viaje. La niebla apenas me dejaba ver nada, pero se intuía un paisaje
impresionante, con la garganta Buller y las montañas y vegetación del Bosque
Forestal Victoria como actores principales. Ya estaba en la región Tasman de la isla sur de Nueva Zelanda. En esa zona también se ve el extremo sur del Parque Nacional Kahurangi. Cuando miré posteriormente el mapa de la isla sur de
Nueva Zelanda, me di cuenta que el primer día de viaje, cuando llegué al paso
de montaña Lewis Pass, me encontraba muy cerca de allí, a unos 75 kilómetros de
distancia.
Paisaje de la región Tasman |
Paisaje de la región Tasman |
Paisaje de la región Tasman |
Paisaje de la región Tasman |
Paisaje de la región Tasman |
En resumen, el Parque Nacional Paparoa y su bosque tropical poseen varios senderos muy atractivos de recorrer, y el paisaje costero en aquella zona también es muy bonito. Sin embargo, si dispones de poco tiempo en tu viaje por Nueva Zelanda, no lo considero imprescindible. Menos aún Westport.
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